De nunca acabar:
Igual que en el fútbol, toda competencia formal y legalizada tiene sus propias reglas de juego. Del correcto acatamiento de estas reglas depende que los resultados sean igualmente correctos e intachables. En el fútbol, por ejemplo, una vez empezado el partido ya no se puede ampliar ni reducir el tiempo de juego, así la hinchada lo pida a gritos. Tampoco se puede aceptar, bajo ningún concepto, el ingreso a la cancha de un futbolista que no ha sido inscrito a su debido tiempo en la lista de jugadores titulares y suplentes.
En nuestra política, sin embargo, cambios de esta calaña, que van en contra de las reglas de juego y de la moral, sí están permitidos y así lo demuestra la promulgación de la ley 31437, aprobada el 5 del presente mes por el Congreso de la República, que modifica la ley electoral vigente. Como bien lo ha manifestado el Jurado Nacional de Elecciones en un comunicado oficial “la demora en la promulgación de la ley 31437 en esta etapa de proceso electoral, pone en riesgo el cumplimiento del cronograma electoral vigente”. Pero eso, evidentemente, no preocupa en absoluto a los señores congresistas.
En una decisión que solo puede compararse con las disposiciones afiebradas de Calígula, la ley 31437 modifica el plazo que tuvieron las agrupaciones políticas para presentar a su debido tiempo su respectivo padrón de afiliados. Como se sabe, este plazo venció el pasado 5 de enero, es decir hace 3 meses, pero gracias a un acuerdo adoptado bajo la mesa, entre gallos y medianoche, este plazo ha sido ampliado hasta este lunes 11 de abril; todo ello a pesar que el proceso electoral está en marcha desde el año pasado. La presentación de este padrón, como bien sabemos, es clave para que cada agrupación política pueda cumplir con realizar elecciones internas a fin de elegir a los candidatos para alcaldes y gobernadores.
Es imposible no imaginar que detrás de esta maniobra existan poderosos intereses con nombre propio. Ya desde mucho antes del 5 de enero, cuestionados dirigentes políticos buscaron el apoyo de cierta prensa para reclamar a viva voz la referida ampliación. Tiempo para depurar sus padrones y poner las cosas en claro, tuvieron más que suficiente, pero no lo hicieron o mejor dicho no les convenía hacerlo.
Ahora, gracias la caligulesca modificación, podrán modificar los padrones a su regalada gana, sin respetar sus propios reglamentos, ni la voluntad de sus militantes, menos las reglas del proceso electoral. Esto, como es fácil imaginar, es lo que le conviene no solamente a ese enjambre de tránsfugas y aventureros que cambian de camiseta cada vez que se convoca un proceso electoral y que están dispuestos a pagar el oro y el moro con tal de ser nominados candidatos. Eso también le conviene a los dueños de los vientres de alquiler, mal llamados partidos políticos, quienes han convertido a la política nacional en un sucio, aunque también, lucrativo negocio. De manera que aquí no es el amor al chancho, sino a los chicharrones.
Legal y moralmente, esto es inaceptable. Pero ese el precio que estamos pagando los peruanos por elegir a congresistas capaces de todo a cambio de todo. Sabemos muy bien hasta el hartazgo que el manipuleo de los padrones se presta a una serie de jugarretas y acomodos, como sucede en el Perú desde hace muchísimos años. Estamos hablando de la misma chola pero con diferente pollera.
Por cosas como estas, las gestiones municipales y regionales están muy venida a menos a nivel nacional ¿Se imaginan qué se puede esperar de los alcaldes y gobernadores que resulten elegidos gracias a esta jugada desleal?. Huelgan comentarios.