Hace 30 años, un día como hoy, víctimas de la detonación de un vehículo lleno de explosivos, perdieron la vida 25 personas que se encontraban en las inmediaciones y en los edificios y viviendas de la calle Tarata, en el distrito limeño de Miraflores.
El crimen, perpetrado a las 21:20 horas, por militantes de Sendero Luminoso, dejó también 155 heridos y una huella indeleble en los residentes de la capital peruana, que vieron por primera vez cómo el accionar terrorista impactaba en sus vidas y en las calles que cotidianamente recorrían.
Más de 400 kilos de anfo y dinamita colocaron los esbirros de Abimael Guzmán en ese coche bomba, de marca Datsun, en una acción destinada originalmente a destruir una agencia del Banco de Crédito ubicada en esa zona, que terminó segando la vida de transeúntes y residentes del lugar.
Este ataque marcó el punto más alto y peligroso de la ofensiva desatada por Sendero Luminoso contra la ciudad de Lima.
El informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación recoge estadísticas de esa fecha que demuestran la situación de inseguridad y zozobra desatada en el país por Sendero Luminoso.
Horas antes de la detonación en la calle Tarata se registraron atentados en tres comisarías del distrito limeño de Villa María del Triunfo y contra una agencia bancaria en La Victoria.
El coche bomba detonado en Miraflores afectó a cinco edificios residenciales y a las 360 familias que los habitaban, en una extensión de 300 metros a la redonda. Las secuelas de la explosión impidieron que cinco de las 15 víctimas mortales pudieran ser identificadas.
Juicio y sentencia
El 2018, después de 26 años del ataque, el Poder Judicial condenó a cadena perpetua a Abimael Guzmán (capturado en 1992 y fallecido en setiembre del 2021) y otros nueve cabecillas de Sendero Luminoso como autores intelectuales del atentado con coche bomba en la calle Tarata y se fijó una reparación civil de dos millones de soles en favor del Estado y de las víctimas.
Antes, en agosto de 1998, fueron sentenciados seis miembros de Sendero Luminoso como autores materiales del ataque. La Sala Superior Penal Corporativa del Poder Judicial les impuso penas de entre 25 y 30 años de cárcel.
Hoy, la calle Tarata es un boulevard, en el cual la paz es el motivo predominante. Sus edificios y casas fueron reconstruidos y varias de las familias afectadas han reanudado sus vidas cotidianas. (Andina)