Editorial

SILENCIO POST ELECTORAL

Ha transcurrido más de un mes desde el día en que se dio a conocer el resultado oficial de las elecciones regionales y municipales,  resultado que, en cuanto a la región Ancash y la provincia del Santa se refiere, no han dado lugar a una mayor sorpresa. En líneas generales, el resultado ha sido el que todos esperaban.

En todo caso, la única particularidad que caracteriza a estos comicios es el hecho atípico por el cual ninguna de las nuevas autoridades ha sido elegida por más del 17 por ciento.  La cifra no deja de causar cierta desazón toda vez que pone de manifiesto una inusual indiferencia por parte del electorado. En efecto, en esta oportunidad se ha podido comprobar un notorio ausentismo al que se ha sumado un elevado porcentaje de votos  en blanco y viciados. Debido a ese desinterés generalizado, las nuevas autoridades que han resultado elegidas  se han hecho de la victoria por una mínima diferencia.

La causa de este enorme desinterés, no puede ser otra que el recuerdo de las malas experiencias que se han registrado tanto en el gobierno regional como en la municipalidad provincial en los últimos veinte años. Con mayor razón si tenemos en cuenta que este ingrato recuerdo todavía se mantiene en la mente del electorado. Para el común de la gente, la única manera de no volver a equivocarse y de evitar que la historia se repita, era mejor no votar. Los resultados así lo testifican.

Precisamente nuestro colaborador, el abogado Donato Díaz Nieto, experto en el tema de Chinecas, ha hecho referencia a un caso que tiene mucho que ver con estos malos recuerdos.  Desde hace veinte años, ninguno de los gobernadores  regionales de Ancash ha terminado su gestión porque, antes de eso, han  terminado en la cárcel.

Como se recuerda, a causa de esta especie de maldición, el ex presidente regional  Freddy Ghilardi Álvarez tuvo que ser reemplazado por el vice presidente  Ricardo Narváez Soto.  A su vez, César Álvarez Aguilar corrió la misma suerte y fue reemplazado, en un primer momento, por José Luis Sánchez Milla. Luego, ante el extraño asesinato de éste último, asumió la conducción del gobierno regional fue el consejero Ezequiel Nolasco Campos, quien también terminó siendo víctima de un cruel asesinato. Por su parte, Waldo Ríos Salcedo fue sustituido por el Enrique Vargas Barrenechea y posteriormente por Luis Gamarra Alor. Finalmente, el titular de la actual gestión, Juan Carlos Morillo Ulloa, ha sido reemplazado por Henry Borja Cruzado.

Por situaciones más o menos parecidas,  la municipalidad provincial del Santa también ha sido escenario de este mismo drama. El ex alcalde Luis Arroyo Rojas Alberto debió ceder la posta al regidor Alberto Enríquez Namay, en tanto que la ex alcaldesa Victoria Espinoza García, hizo lo propio a favor de los regidores Julio Cortez Rojas, Neptalí Briceño Porras y Humberto Ortiz Soto.

No cabe la menor duda que estos malos recuerdos han acudido a la mente del electorado a la hora de emitir su voto. Y no es para menos. Nadie quiere que la historia se repita y menos ser causante de otra experiencia como éstas. Es posible asimismo que esto sea motivo del silencio post electoral que se ha apoderado de las autoridades que ya se preparan para sumir sus cargos el próximo 1° de enero. Aún nadie quiere soltar prenda.

El único que ha salido a brindar declaraciones a la prensa en más de una oportunidad, ha sido el gobernador electo, Fabián Koki Noriega Brito. Pero lo ha hecho para repetir más o menos el mismo libreto de sus predecesores. Ha dicho que Chinecas se hace sí o sí y que su equipo de funcionarios de confianza estará conformado por los mejores profesionales de la región, sin importar el aspecto político. Lo único nuevo que ha manifestado es la posibilidad  de otorgar la condición de unidad ejecutora a la Sub Dirección Regional de Turismo con sede en Chimbote. Hasta hoy la labor de esta dependencia regional es completamente intrascendente pero no porque Chimbote carezca de atractivos y servicios para el turismo. No. Es intrascendente porque ninguno de los cinco jefes que últimamente han dirigido esta dependencia ha acreditado estudios ni experiencia en la especialidad,. ¿Qué otra cosa puede esperarse de una gestión así?.

Entre tanto, es de suponer que, antes de brindar declaraciones, las nuevas autoridades hayan preferido dedicarse a ensamblar sus respectivos equipos de trabajo, lo que por ahora requiere una dedicación a puerta y boca cerrada. En ocasiones, el silencio vale más que mil palabras.