Por: Víctor Andrés Ponce (*)
El desgobierno nacional que ha desatado la administración de Pedro Castillo, de una u otra manera, comienza a derrumbar los relatos y narrativas en contra de la inversión privada. Hoy, la mayoría de peruanos defiende a la minería, las agroexportaciones y las inversiones en recursos naturales, frente a los anuncios del Ejecutivo acerca de convocar una asamblea constituyente y nacionalizar los recursos naturales.
Sin embargo, no se trata solo de reaccionar ante las agresiones. Debemos encontrar nuevas explicaciones y nuevas narrativas sobre el papel de los empresarios y de los emprendedores del Perú. Si el Estado fracasa en todas las líneas, ya sea en la provisión de servicios educativos y de salud. Si el Estado no provee agua potable ni alcantarillado a más de 6 millones de peruanos y si todos los procedimientos y trámites ante el Estado se convierten en cargas y sobrerregulaciones inenarrables para la sociedad, los ciudadanos y las empresas, ¿cómo se puede explicar la estabilidad política de dos décadas hasta antes de la llegada de Castillo?
O para decirlo con otras palabras: Si los políticos, los partidos y los actores del espacio público a nivel nacional, regional y local, han fracasado en todos los sentidos y se envolvieron en una grave ola de corrupción, ¿cómo así el Perú ha preservado la estabilidad de sus instituciones –hasta el gobierno de Castillo– y ha logrado triplicar el PBI y reducir pobreza del 60% de la población a solo 20% antes de la pandemia?
Mirando las cosas en retrospectiva no es exagerado sostener que nunca hubo tanta estabilidad e inclusión social hasta la llegada del gobierno de Perú Libre. Los más de 30 millones de peruanos participaron en la elección de cinco gobiernos sucesivos sin interrupciones y los migrantes e invasores del siglo pasado en las periferias de las ciudades –sobre todo en Lima– se convirtieron en las clases medias emergentes, en los nuevos consumidores de los malls y las cadenas comerciales de las ciudades.
¿Cómo pasó semejante transformación social? Si la política fue crisis perpetua, entonces, la única explicación está en el surgimiento del sector privado –formal e informal– más poderoso de nuestra historia republicana. Hoy el sector privado aporta el 80% de los ingresos del Estado, provee el 80% del empleo y representa el 80% del total de lo invertido. De otro lado, el 75% del total de reducción de pobreza –según los organismos multilaterales– solo puede explicarse por el aporte privado.
Ante el fracaso generalizado del Estado, de los políticos y de los intelectuales –sumergidos en las anteojeras ideológicas de la izquierda– la sociedad peruana se habría disuelto sin el gigantesco aporte del sector privado, tal como empezó a suceder en la década de los ochenta con la ofensiva terrorista de Sendero Luminoso. En ese entonces el terror se combinó con la hiperinflación y, de una u otra manera, las fuerzas armadas salvaron la unidad territorial y evitaron la disolución del país.
Hoy, el sector privado, es el único sector en donde reposa la viabilidad social del Perú cualquiera sea el sector que se analice. Por ejemplo, en la educación, el sector privado absorbe un tercio de la matrícula en educación básica y dos tercios en la educación superior. ¿Acaso no habría un estallido social si el sector privado no contribuyera a resolver el problema de cobertura educativa? En la pasada pandemia, la sociedad se desabasteció de genéricos para enfrentar el Covid no obstante que el Estado controla el 80% de la oferta de medicinas y el Ministerio de Salud tiene más de 8,000 farmacias. El sector privado de farmacias solo atiende el 20% de la demanda, sin embargo, ella fue la columna nacional del abastecimiento de genéricos.
Como se aprecia, cualquiera sea el sector, cualquiera sea la cifra que se considere, sin el sector privado que redujo pobreza como nunca en la historia, el Perú se habría disuelto, se habría desorganizado. La estabilidad política, por ejemplo, tuvo que ver con la permanente reducción de la pobreza.
La oposición entonces debe defender y salvar al sector privado.
(*) Director de El Montonero (www.elmontonero.pe)