Editorial

IMPOSIBLE DECIR QUE NO

Cruz de la Paz:

Cierto, la fe mueve montañas. En una reunión  convocada por el obispo de la Diócesis de Chimbote,  monseñor Ángel  Zapata Bances, las principales autoridades de la provincia del Santa  han confirmado su total apoyo para emprender lo antes posible  la reconstrucción de la Cruz de la Paz, el símbolo más característico de la ciudad que el pasado 10 del presente mes colapsó no solo por causa del paso de los años  sino sobre todo por la falta de mantenimiento.

Como  no podía ser de otra manera, el solo anuncio de la decisión asumida por las autoridades de la provincia ha sido motivo más que suficiente para despertar  muestras expresivas de aprobación y entusiasmo en todos los sectores de la población.  Y no es para menos. La decisión de reconstruir la Cruz de la Paz tiene una enorme significación para Chimbote. Es como devolver a una persona su documento de identidad.

Ante estas expresiones de aprobación, podría decirse que el pueblo de Chimbote solo está a la espera que se dé la orden de partida para poner manos a la obra. Salvo que estemos pecando de excesivo optimismo, creemos que nadie se va a oponer. Todos queremos ver en su lugar de siempre al símbolo de la ciudad.

Y pensamos, sin temor a equivocarnos, que este mismo deseo lo comparten todos los visitantes foráneos que llegan a Chimbote y lo primero que hacen es acudir al Cerro de la Juventud para tomarse fotos con el fondo de la bahía y de la infaltable Cruz de la Paz.

Con toda seguridad, la población de Chimbote está dispuesta a repetir la hazaña de hace 37 años cuando se construyó este magnífica obra que, tanto como símbolo de la fe cristiana, se convirtió asimismo en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad. La Cruz de la Paz se levantó gracias a una participación  masiva nunca antes vista en Chimbote.

Bajo el liderazgo del recordado obispo Luis Bambarén Gastelumendi, en esta jornada participaron,  con un mismo entusiasmo, instituciones públicas, empresas privadas y un contingente de 15 mil jóvenes que formaron una cadena humana para trasladar de mano en mano los materiales de construcción.

No se descarta que estos jóvenes de ayer, que hoy ya deben estar peinando canas, sean los primeros en apuntarse para participar en la reconstrucción de la obra que levantaron hace 37 años.

Es de esperar, por tanto,  que lo mismo suceda con las instituciones públicas y empresas del sector privado, que han sido públicamente convocadas por la máxima autoridad eclesiástica. Ante el deseo de ver nuevamente a la Cruz de la Paz en su lugar de siempre, es imposible decir que no.