Editorial

Editorial: ::: ABSOLUTO DESCONTROL :::

Hace un tiempo el Fiscal Provincial de Familia, Dr. Lorenzo Javier Melgarejo, expresaba su preocupación por el incremento de casos de violencia sexual entre menores de edad, poniendo énfasis en las nuevas figuras que se han presentado ante los despachos de los fiscales de familia.

En ese sentido, reveló que ya no solo se trataba de ataques sexuales a menores de edad perpetrados por desviados sexuales que se encuentran en su entorno y forman parte de la familia de la propia víctima, sujetos maduros que aprovechan la presencia casi solitaria de la víctima, sino que ahora se han registrado casos de menores que ultrajan a otro menores de edad.

Coincidentemente, cuando se hicieron públicos estos temores de la autoridad, la semana pasada un hecho de estas características remeció a la comunidad chimbotana cuando la Policía detuvo a un adolescente de apenas 17 años de edad quien había secuestrado a una menor de 15 años y la sometió sexualmente por espacio de nueve días.

Los hechos se pudieron descubrir luego que la madre de la menor denunciara su desaparición ante la comisaría del 21 de abril, empero, pudo entregar una pista efectiva a las autoridades al señalar que su menor hija tenía en su poder su celular y su equipo contaba con el sistema de seguimiento GPS.

Con este detalle las autoridades comenzaron a rastrear el posible paradero de la menor y, efectivamente, dieron con ella en circunstancias que había escapado del domicilio en la que la mantuvieron retenida, señalando el lugar exacto en donde se ubicaba y revelando a las autoridades que el sujeto que la mantenía encerrada era un adolescente que no solo consumía sino que se dedicaba a la venta de marihuana.

Con esta información los agentes policiales llegaron a la vivienda indicada que se ubica en pleno corazón del casco urbano de Chimbote, a solo unas cuantas cuadras de la Plaza de Armas, lugar en donde, en presencia del padre del menor y con intervención de la Fiscal de Familia, los efectivos pudieron registrar la habitación del menor y decomisaron una serie de efectos que confirmaban que estaba por malos caminos.

En efecto, las autoridades hallaron en su dormitorio un frasco de vidrio conteniendo marihuana, un balde de plástico con poca cantidad de Marihuana y un sobrecito de plástico con cierre hermético con marihuana, una balanza milimétrica pequeña color blanco de capacidad para un kilo que era utilizada para pesar la marihuana, sobre la cama se halló 3 teléfonos celulares, 4 tarjetas de crédito, una manzana perforada con dos pequeños orificios, una caja con cigarro electrónico, 2 frascos pequeños de vidrio transparente con tapa de plástico color negro conteniendo restos de marihuana.

Todos estos efectos decomisados son los mismos que la menor secuestrada había descrito exactamente con antelación ante la Policía, señalando que el muchacho se drogaba y la sometía sexualmente de manera constante, además que contaba con dinero producto de la venta de la droga.

Pero ¿Cómo es que ta menor de 15 años pudo contactarse con tan avezado jovenzuelo? De acuerdo a su propia versión ella no lo conocía, empero, un buen día hizo contacto con él a través de la red social del Facebook, en esos momentos atravesaba una etapa difícil por problemas de índole familiar y deseaba salir de su hogar, por lo que aceptó la propuesta que le hizo este jovenzuelo abusador para que se vaya a su casa porque podía darle posada por algunos días.

Inclusive, para convencerla le dijo que tomara los servicios de un taxi porque él pagaría la carrera cuando llegue a su domicilio, entregándole en ese momento la dirección, petición que la menor aceptó de buenas a primeras, sin reflexionar sobre el riesgo que significa acudir al lado de un desconocido y, sobretodo, alejarse de sus seres queridos, de su familia que es la única que puede protegerla.

Por ello es que apenas llegó a la dirección, la menor revela que fue llevada por el adolescente a su misma habitación y allí la encerró por espacio de nueve días para someterla sexualmente, pretender obligarla a consumir marihuana, sin permitirle siquiera que gane la calle, y, solo cuando advirtió que por el teléfono celular de la menor lo estaban rastreando es que la echó de la vivienda para impedir que lleguen a dar con su paradero, lo cual no fue posible.

Hace solo unos días el Juzgado de Familia ha dispuesto el internamiento de este menor a un  centro de Rehabilitación de la Capital de la República por espacio de cuatro meses, en tanto se le sigue la investigación tutelar que debe terminar con una sentencia que castigue la infracción que ha cometido.

Lamentablemente, este caso nos deja nuevamente un hecho relacionado con el uso indebido, irresponsable y hasta ilícito de las redes sociales, este mecanismo de comunicación que está al alcance de los menores de edad y que, lejos de convertirse en una herramienta eficaz para su crecimiento escolar y académico, resulta siendo una vía ideal para delincuentes que están al acecho de la candorosidad de los menores de edad.

Por ello es que ha sido posible que una menor de 15 años de edad, aquella estación en donde la rebeldía gana terreno en la época de la pubertad, haya fugado de su hogar al margen del conocimiento de sus padres que son los llamados a controlar y observar el desempeño de sus hijos, con mayor razón cuando, como lo ha admitido la menor, estaba con problemas familiares.

De la misma manera, no llegamos a entender como un adolescente mantiene todo un fortín en el que almacena droga para su consumo y la venta a terceros, asimismo cómo es que  puede mantener dentro de su habitación a una menor de edad a la que somete sexualmente sin que nadie, aparentemente, en su domicilio se haya percatado de este hecho porque no le pusieron coto o no lo denunciaron a las autoridades.

Todo esto solo pone de manifiesto, una vez más, el absoluto descontrol que existe en los hogares chimbotanos, los padres de familia están desconectados de sus hijos, no prima el dialogo, no existe la suficiente confianza como para impedir que una menor se fugue de su hogar y menos existe gobierno casero como para no advertir que un hijo cuenta con un almacén de droga. Hay una dejadez preocupante que está dando lugar a esta clase de acciones delictivas que la fiscalía ha advertido ya hace algún tiempo.