Editorial

Editorial: ::: PERNICIOSAS EXCEPCIONES :::

“Madre solo hay una”. Este populoso dicho que suele repetirse en los días previos al segundo domingo de Mayo, en realidad es una máxima que llevamos todos los hombres durante los 365 días del año porque representa el verdadero sentimiento maternal, ese que es capaz de llevar a una mujer a defender a su hijo con uñas y dientes.

Y es que el amor de una mujer por el ser que salió de sus entrañas es inconmensurable, no tiene punto de comparación alguno y representa la máxima representación del amor, cariño y ternura de la relación humana, eso es algo que lo llevamos todos en nuestro corazón y nadie tiene porque explicarnoslo.

Sin embargo, en la vida nos encontramos con situaciones que sí requieren de alguna explicación porque rompe este molde normal y lógico de la relación de una madre con su hijo y que nos dice que existen también casos de mujeres que carecen de ese sentimiento maternal propio de la naturaleza que los lleva a rechazar a ese hijo que traen al mundo.

Justamente, la semana que pasó en Chimbote se han registrado dos hechos que nos dejan mucho que pensar sobre el sentimiento maternal y que seguramente tienen justificaciones sociológicas, pero que ponen a la mujer en el campo del delito, del crimen y el abandono de criaturas inocentes que traen al mundo.

El primer caso se registró el domingo antepasado, cuando efectivos policiales y agentes del serenazgo acudieron al llamado de los vecinos de la primera cuadra del Malecón Grau, en donde se hallaron los restos de un feto que había sido arrojado sobre el enrocado de ese lugar, con la finalidad de eliminarlo y que el mar lo arrastre para desaparecerlo.

Los reporteros que llegaron al lugar para cubrir esta información quedaron consternados con la imagen que debieron captar, la presencia de un pequeño cuerpecito, de un ser ya formado y que, cual muñequito, permanecía inerte sobre las piedras, pues se trataba de un feto que el forense consideró que tenía ocho meses cuando interrumpieron su gestación.

Era la consecuencia de un aborto clandestino, de un acto criminal perpetrado no solo presuntamente por un médico o enfermera que se presta para esta clase de acciones delincuenciales, sino por una mujer que ha perdido la noción de su rol en esta vida y ha permitido que le arranquen de las entrañas al hijo que estaba formándose para llegar a este mundo y llenarla de alegrías.

Alguien por allí dijo que a lo mejor esa mujer había sido víctima de algún atentado y que por esas razones no deseaba traerlo al mundo, empero, esa no es justificación válida, aun cuando responda a esas circunstancias una mujer nunca deja de querer y adorar al hijo que crece en sus entrañas, por el contrario, tiene siempre las fuerzas suficientes como para superar esas contingencias y lucha para que ese pequeño ser se desarrolle y crezca en otras condiciones, lejos el capítulo que a ella le tocó infortunadamente vivir.

Pero este no ha sido el único hecho que generó conmoción en la comunidad chimbotana, el último domingo la Policía acudió al llamado de unos trabajadores de la empresa de Transportes “Cruz del Norte” porque hallaron entre los asientos de uno de sus omnibuses a un bebé que había sido abandonado.

Se trataba de una inocente criatura, un hombrecito que a decir de las autoridades apenas tendría unos 10 días de nacido que fue dejado en una bolsa en la que se cargan bultos por una desconocida mujer que había abordado el vehículo en la localidad de Casma.

Este cálculo lo hizo el chofer por las características del equipaje y porque fue quien permitió el ingreso de la mujer que se ubicó en el asiento 25, aun cuando nadie pudo sospechar que estaba llevando a un recién nacido.

Y es que nadie se percató de ello sino hasta cuando el ómnibus ya había llegado a su destino y estaba en su terminal de embarque para la limpieza de estilo, y, en esas circunstancias se comenzaron a escuchar el desesperado llanto de un bebé, aparentemente, siempre estuvo dormido y había despertado con hambre.

Los desesperados trabajadores solo atinaron a llamar a la Policía, pensaron de primera intención que alguna pasajera había olvidado de bajar al niño, empero, pronto se percataron que se trataba del abandono de la criatura, no estaba en algún cesto o con los cuidados que le proporciona una madre, por el contrario, había sido dejado adrede en una bolsa de equipaje como para que nadie advirtiera que allí dejaban a una criatura.

Afortunadamente el despliegue que los efectivos de la Policía, la presencia de agentes de la Comisaria de Mujeres preparadas para atender esta clase de emergencias, impidieron que la criatura sufra males mayores, lo trasladaron de inmediato al área de pediatría del hospital regional en donde ha recibido las atenciones del caso para superar un cuadro de infección pero está en buenas condiciones, por ello inmediatamente la solidaridad de las entidades públicas y de las personas de buen corazón no se hizo esperar para darle una mano hasta que las autoridades dispongan que es lo que sucederá con este angelito.

Lamentablemente, estos dos hechos no nos dejan eliminar las ideas que nos dan vuelta por la cabeza para buscarle una explicación, para poder comprender cómo es posible que una madre haya podido llegar a estos extremos, una que permitió que le arranquen criminalmente al niño que llevaba en su seno y otra que ha sido capaz de dejar expuesto a su bebé a una posible muerte si es que no lo hallaban a tiempo.

Entendemos que en estos casos no se suele conocer quiénes son los autores, se sabe que la Policía está investigando, sin embargo, es inevitable que en el primer caso los asesinos queden en la impunidad y en el segundo caso esa inocente criatura termine en un albergue y se le tenga que buscan una familia en adopción. El mensaje que nos deja estas dos penosas experiencias es que no siempre se cumple la norma, si bien es cierto que “madre solo hay una”, en algunas ocasiones nos encontraremos con perniciosas excepciones a la regla, como los protagonizados en la última semana. Esto es una lástima.