Editorial

Editorial: ::: INCREIBLE TEMERIDAD :::

Se ha iniciado el año 2017 y tal parece que el calendario fuera el mismo del año pasado en lo que concierne a los hechos que hacen noticia en los primeros días del mes de enero, pues los cuerpos de salvataje, tanto de la Policía Nacional como Municipal, aquellos miembros de seguridad ciudadana que se preparan para rescatar bañistas, ya realizan denodados esfuerzos para impedir que el mar devore a irresponsables veraneantes.

Basta revisar las primeras informaciones luego de los dos primeros fines de semanas del año para sorprendernos del número de personas que han sido arrancadas de la furia de las corrientes del mar en la mayoría de las playas de nuestro litoral.

Sin embargo, lo que no deja de llamar la atención es que existan aun bañistas que insistan en acudir e ingresar a las aguas del Campamento Atahualpa, aquella apacible playa que en algún momento a alguien se le ocurrió llamar “Playa Bonita” pero cuyas corrientes suelen ser muy feas, traicioneras y letales.

Y, es que si revisamos la estadística del año pasado es fácil concluir que se trata de una playa realmente peligrosa, allí han fallecido muchas personas a consecuencia de las violentas corrientes y remolinos que esconden sus aguas desde la orilla, por lo que al terminar el año el alcalde de Nuevo Chimbote formuló una exhortación para que los veraneantes este año desistan de ingresar al mar de esta playa.

Algunos asumieron esa exhortación como una suerte de prohibición, lo cual no puede suceder en la medida que la playa es un bien público y sus bondades están al servicio de cualquiera, por ello es que el alcalde solo busca la manera de prevenir nuevas muertes como las registradas el año pasado y ha invertido los recursos de la Comuna no solo en la elaboración de enormes carteles que advierten el peligro a los bañistas, sino que ha debido reforzar el número de salvavidas y los equipos que ellos utilizan para facilitar su labor en aguas bastante movidas como las de Atahualpa.

Sin embargo, si la autoridad edil no ha podido con la obligada exhortación que se ha formulado públicamente, tampoco se ha podido con la colocación de banderas rojas de advertencia, en los primeros días de este año, la Capitanía de Puerto decidió terciar en este tema y emitió una directiva estableciendo, ahora sí de veras, la prohibición de ingreso a la Playa de Atahualpa como medida preventiva a acontecimientos trágicos.

El comunicado 02-2017 de la Capitanía de puerto lleva la firma del titular de esta dependencia, Comandante Néstor Urrutia Olivari, y su característica más importante es que determina la prohibición de ingreso a esta peligrosa playa, señalando que no es apto para bañistas y presenta un alto riesgo por la existencia de corrientes submarinas.

“Las condiciones marítimas en la playa Atahualpa son peligrosas, debido a que posee altas corrientes submarinas, capaces de llevar al bañista lejos de la orilla a mar abierto, lo que incrementa el peligro de ahogamiento”, señala el documento de Capitanía que tiene autoridad para lanzar esta clase de advertencias en la medida que es la autoridad marítima, aquella que tiene competencia sobre lo que ocurre en el mar y hasta 50 metros de la orilla.

Cierto es que, como lo han precisado las autoridades, la Capitanía de Puerto tampoco puede impedir que los vereneantes lleguen hasta la Playa Atahualpa, lo que sí está en condiciones de prohibir es el ingreso al mar, empero, para que ello se cumpla se requiere de la presencia de personal en capacidad de poder sancionar a quienes transgredan esta disposición.

Eso no existe por ello hemos advertido en estas dos primeras semanas que las personas siguen llegando en masa a esta playa y no tienen reparos en ingresar al mar, a sabiendas no solo de su peligrosidad, sino de la advertencia de la autoridad municipal y marítima respecto al peligro que ella representa.

En estas dos primeras semanas se han realizado rescate de bañistas que motivados o no por el alcohol hacen alarde de su pericia en el mar, aducen que saben nadar muy bien y que nada les pasará si ingresan a estas aguas, lo cual puede ser cierto, sin embargo, en materia de corrientes marinas y fenómenos en el mar no existe nada seguro.

La fuerza de las corrientes no están sujetas a un desafío y eso lamentablemente genera nuevos peligros que los rescatistas tienen que desvirtuar porque la gente sigue ingresando a esta playa pese al peligro que existe en ella, incluso, en estado de ebriedad.

No existe necesidad de lanzar una exhortación como la lo ha hecho el alcalde Valentín Fernández, no debe existir necesidad de emitir un comunicado y una resolución de la entidad representativa de la Marina de Guerra en Chimbote como es la Capitanía, la ciudadanía sabe y ha tomado conocimiento a través de los medios de comunicación sobre el serio peligro que representa la playa de Atahualpa, ha conocido el gran número de muertes que ha dejado esas aguas, entonces, si es que insiste en retornar es solo por la falta de conciencia de ellos mismos y la enorme irresponsabilidad que los lleva a exponer sus vidas en esta playa.

Las autoridades ya no pueden lanzar más alertas en este tema, ya se hicieron todas y en todos los tonos, lo que aquí cabe es la sensibilización de los veraneantes, las campañas de la Municipalidad de Nuevo Chimbote y de los mismos cuerpos de salvataje se tiene que dirigir a cada uno de los que llega con rostros felices a pasar un domingo en tan hermosa playa, pero apenas se acercan deben conocer a través de trípticos y volantes del enorme riesgo que corren si ingresan a las playas.

Infortunadamente, ya no existe otra manera de hacer entender a la gente, ni las estadísticas, ni las exhortaciones ni las disposiciones de la autoridad marítima han conseguido detenerlos hasta el momento, siguen regresando no solo para tomar un día de sol sino para bañarse a sabiendas que ingresando a esas aguas podrían no volver a salir.

Hay de por medio una increíble temeridad y frente al enorme riesgo que existe y las emergencias que ya se han presentado en estas dos primeras semanas, solo queda restregarles en la cara los riesgos y peligros que pueden hacer frente y advertirles que cualquier cosa que pueda suceder ya será solo de su absoluta irresponsabilidad. No queda otra cosa.