Difícil, al menos en este momento, precisar con exactitud cuántos reporteros han desfilado a lo largo de treinta años por las canteras del DIARIO DE CHIMBOTE. Dos de los primeros en incorporarse y que se mantienen en el diario son Marco Villanueva Escobar y Raúl Palacios Rivas. Ambos llegaron en plan de practicantes cuando apenas habían sobrepasado la mayoría de edad. Aquí nacieron, aquí se hicieron y aqui maduraron periodísticamente. Ambos nos cuentan sin rodeos lo que el DIARIO DE CHIMBOTE significa para ellos.
Marco Villanueva Escobar: “El Diario, mi mejor escuela”
“El Flaco” Marco Villanueva Escobar, quien estudió periodismo en el Instituto Ateneo de Trujillo, considera que la lección más importante de su vida la recibió cierta mañana de agosto de 1989, a pocos días de haberse incorporado al DIARIO DE CHIMBOTE.
Aquel día Marco fue comisionado para cubrir la toma de la pesquera Copes de Coishco, por parte de un grupo de sus trabajadores. Llegó al lugar de los hechos en el preciso momento en que policías y trabajadores se enfrentaban con piedras y palos. En ambos bandos se veían caer heridos y cuando la cosa amenazaba con agudizarse los policías optaron por arrojar bombas lacrimógenas. El laberinto fue general. Varias madres de familia con sus hijos en brazos huían a la carrera escapando de los gases. Algunas incluso rodaron por el suelo.
Cámara en mano “El Flaco” fotografió cada uno de estos acontecimientos, llegando a enfrentarse con algunos policías. Cuando regresó al diario entregó la cámara al “Chino” Pérez para que revelara las fotos mientras él se puso a redactar la información.
– Mañana esta será la noticia de primera plana- le anunció don Willy Peláez.
Pero a los pocos minutos regresó el “Chino” presuroso,
– Flaco ¿y las fotos? – Le preguntó alarmado.
– Ahí están en la cámara- respondió Marcos
– Entonces estamos fregados- dijo el Chino con total desconsuelo.
¿Qué había pasado?. La cámara fotográfica que llevó “El Flaco”…¡no tenía rollo!. El bisoño periodista había llevado a la guerra un fusil sin balas.
Después de la soberana reprimenda que recibió de Don Willy, “El Flaco” tuvo que soportar durante algunos días las bromas de los compañeros de trabajo pero a partir de ese incidente juró que se convertiría en lo que ahora es: un reportero de primer nivel.
“En todo este tiempo he llegado a la conclusión que el DIARIO DE CHIMBOTE ha sido mi mejor escuela y don Willy Peláez mi mejor maestro. Efectivamente llegué como practicante. Al comienzo entregaba mis artículos a Willy hijo a través de la reja. Recién después de tres meses se me permitió ocupar la mesa de redacción por eso puedo estar seguro que empecé desde abajo. Algo que me llena de profunda satisfacción es ver que la tercera generación, los nietos de don Willy, están siguiendo los pasos de sus padres y todo eso es obra de don Willy”.
Raúl Palacios Rivas: “El Diario, mi segundo hogar”
Hasta antes de ingresar al DIARIO DE CHIMBOTE, mientras aún estudiaba en la Universidad Nacional del Santa, Raúl Palacios Rivas no se cansaba de comentarle a sus condiscípulos que su sueño era ser periodista deportivo.
Más de los días repetía estas palabras con tal vehemencia que una mañana su compañera de clase, Lita Galarza, le dijo que el DIARIO DE CHIMBOTE necesitaba un practicante de esta especialidad.
Sin pensarlo dos veces salió de clases y a las once de la mañana ya estaba en las oficinas del diario. Lo recibió Willy Peláez, hijo, quien le preguntó a boca de jarro:
– ¿Estás dispuesto a empezar ahora mismo?
– Por supuesto- respondió con firmeza.
Sin siquiera haberlo sospechado, esa misma tarde en el estadio “Gómez Arellano” se enfrentaban los equipos Ovación Sipesa y Unión Juventud y el diario tenía que cubrir esa información.
– Te esperamos a las tres- le dijo secamente Willy hijo.
Esa tarde fue su debut. El novato practicante llegó al estadio en compañía de Jorge Alberto Rodríguez Castillo, Cocobeto; Mario Alberto Roca y Pocho Peláez, quien hacía fotografía.
De regreso al diario, Willy hijo le ordenó muy a su estilo: “escribe lo que has visto” . Y asi lo hizo.
Al día siguiente después de leer su nota en el diario, el mismo Willy le comunicó a través del teléfono: “Te quedas”.
A los tres días Don Willy Peláez lo llamó a su oficina. “Me da mucho gusto conocerte, pero además de periodismo deportivo tienes que hacer periodismo policial, político y de toda índole. Tienes que ser un periodista completo”, le dijo.
Raúl admite que al comienzo la idea le pareció algo imposible pero ahora que domina estos campos reconoce “Don Willy tenía mucha razón”.
“Siempre admiré su energía, su estilo de escribir y su capacidad para enfrentar y superar dificultades. No en vano fue uno de los mejores periodistas de su época. Para mí, es un honor haber trabajado a su lado y mi mayor satisfacción es saber que el DIARIO DE CHIMBOTE es mi segundo hogar”, concluye.