Editorial

Editoial: ::: UN BURDO ENGAÑO :::

Luego que las costas de nuestro litoral tuviera que soportar las inclemencias del “Niño Costero” en los primeros meses del año, hay muy pocos que se animan a pronosticar el comportamiento del clima y la presencia de fenómenos que alteran el hábitat en el mar y determinan la continuidad o no de algunas actividades, como la pesquera, por ejemplo.

Como es de dominio público, la presencia de la anchoveta está estrechamente relacionada con la llegada de un fenómeno de El Niño, cuando este último aparece el principal cardúmen de la actividad pesquera desaparece, por lo tanto, su captura queda postergada al alejamiento de las corrientes de aguas calientes que es lo que trae este acontecimiento climático.

No sabemos si la secuela de esta ultima presencia del Niño Costero tiene algo que ver con una reciente información relacionada a la aparición de sardina cerca al mar de Chimbote, en cantidades escasas pero insospechadas y lo que representaría una de las mejores noticias del año para el sector pesquero, especialmente para la actividad de consumo humano directo que utiliza este recurso por excepción.

Y es que la sardina era una de las especies de excepción de la actividad pesquera en Chimbote en la década del 70, representaba junto al jurel y la caballa las especies apropiadas para la producción de conservas de pescado y sus derivados y en aquellos años se hizo una gran industria con la exportación de productos preparados en base a estas tres especies.

Sin embargo, la sardina era el ejemplar que más se asemejaba a la anchoveta cuando se trataba de industrializar el pescado, por ello era tal su presencia en la biomasa pesquera que la flota industrial, sin control alguno o con autoridades coludidas, sometió a esta especie a una sobreexplotación, arrastraron no solo los ejemplares de buen tamaño sino las crías y se fue extinguiendo hasta desaparecer por completo.

Aun muchos deben recordar los estribillos del sector conservero cuando en las calles reclamaba que “la sardina, jurel y caballa no más para la harina y acierte de pescado”, cuando demandaba que estas especies se reserven para la actividad de consumo humano, empero, cuando consiguieron un dispositivo de estas dimensión ya la sardina se había extinguido el mar peruano, había desaparecido por completo y los operadores de la actividad pesquera debieron resignarse a trabajar con las otras dos especies mientras las autoridades se animaban recién a ejercer controles a efectos de garantizar que mañana o más tarde no suceda lo mismo que le ocurrió a la sardina.

Fue la época del famoso “boom” pesquero, cuando los pescadores hacían alarde de mucho dinero, cerraban bares, prostíbulos y cambiaban de mujeres y familias cuando se le daba la gana, sin presagiar la época de las “vacas flacas”, por el contario, gastaron a raudales y cuando las especies desaparecieron del mar se vieron en serias dificultades.

Y es que a la extinción de la sardina se sumaron las nefastas consecuencias de los fenómenos de El Niño que al acercarse a nuestras costas hizo fondear o alejarse a la anchoveta, el jurel y la caballa quedaron como única ofrenda de Dios en el mar y el empresariado industrial le echó el ojo, empero, esto se pudo evitar a tiempo, de lo contrario, estaríamos lamentando la desaparición de todas las especies.

Ahora, cuando nadie lo esperaba y menos lo sospechaba, pescadores de Samanco han conseguido capturar media tonelada de sardina, aun cuando muchos la pueden confundir con la caballa, tiene sus propias características por ello mostraron su plena satisfacción al comprobar que este recurso finalmente no se ha extinguido, aún existen bancos de peces de esta naturaleza que están dando vuelta por el mar y que debe ser capturado solo en los tamaños y en los volúmenes permitidos, en las cantidades que los expertos deben precisar a efectos de impedir que nuevamente desaparezca de nuestro litoral.

Esto es lo más importante tras esta noticia que fue propalada por algunos pescadores, aun cuando no ha sido oficializada por la autoridad, lo importante es que la especie mantiene su presencia en el mar y solo será cuestión de ordenarse para que se capture con la prudencia y la responsabilidad que amerita una actividad debidamente regulada.

Uno de los que no puede ocultar su pesimismo frente a la repentina aparición frente al mar samanqueño es el secretario general del comité sindical de pescadores jubilados, Javier Castro Zavaleta, un viejo lobo de mar que ha trasuntado toda su vida en las gélidas aguas del mar de Grau y teme que la presencia de estos primeros ejemplares cerca a las costas chimbotanas no represente un mal augurio para la actividad pesquera.

Ello porque de acuerdo a su experiencia la sardina, como el jurel y la caballa, han representado siempre especies ligadas a las temperaturas calientes, un hábitat que le hace daño a la anchoveta y al haberse presentado las primeras especies en nuestro mar podría llevar a las apresuradas conclusiones que podrían acercarse lenguas de aguas calientes que afectarían mas a la actividad pesquera.

No creemos que esto llegue a suceder en la medida que si se estuviera presentando un fenómeno de esta naturaleza ya habría sido detectado por los organismos competentes, como la Dirección de Navegación e Hidrografía del Perú, empero, hasta el momento no se ha mencionado nada de ello, de allí que la reciente captura de sardina frente a Samanco es un hecho aislado que nos deja, sin lugar a dudas, la esperanza que en el futuro reaparezca definitivamente esta especie que hace muchísima falta en la mesa popular.

Ya son muchas generaciones las que han dejado de comer la sardina, ella llegaba habitualmente en conservas enlatadas, preparadas en base a recetarios con salsa de tomate, con agua y sal o con aceite, era un manjar no solo para quien lo degustaba sino para el organismo porque cuenta con las mejores proteínas de omeba 3.

No hay que ser pesimistas frente a este nuevo acontecimiento, por el contrario, al margen de la calidad del pescado en su hábitat natural, lo que se tiene que perfilar aquí es la reaparición de una especie que muchos ya dábamos por extinguida y desaparecida definitivamente, se trata de una noticia esperanzadora para la actividad pesquera como para los Chimbotanos que, por fin, volverán a contar con un producto por excelencia en la mesa popular siempre que sus volúmenes se incrementen en el mar y se le someta a un proceso de regulación que ayude a expandirse en el mar. Esta es una labor prioritaria.