Editorial

DEMASIADAS CONCESIONES

El área de Defensa Civil de la Municipalidad Provincial del Santa convocó la semana pasada a la Policía Nacional con la finalidad de cerrar y bloquear los accesos al mercado Progreso porque había sancionado su clausura temporal por no cumplir con las más elementales medidas de seguridad.

La medida sorprendió no solo a los comerciantes sino a los medios de comunicación que estaban acostumbrados a que las amenazas y advertencias de la autoridad edil terminen solo en ello, en fallidas amonestaciones que dejaron las cosas siempre tal y como estaban, con promesas de mejoras que jamás se cumplían.

Justamente, la razón de esta clausura ha sido la indiferencia de los comerciantes, de sus dirigencias, para realizar las mejoras que había dispuesto la autoridad a efectos que cumplan con las normas mínimas de seguridad tanto para ellos, en su condición de trabajadores del mercado, como de los usuarios.

La Municipalidad Provincial del Santa, en estrecha coordinación con la Fiscalía de Prevención del delito y la defensoría del Pueblo, había llegado en reiteradas ocasiones a este centro de abastos y señalaron una serie de deficiencias en materia de techado, cambio de pisos y el cableado de las instalaciones eléctricas, las cuales deberían subsanarse en un plazo determinado.

La última visita que realizaron las autoridades fue en el mes de noviembre en el que advirtieron que los comerciantes no solo no habían cumplido con levantar las observaciones sino que no habían realizado gestión alguna para emprender un proyecto de esta naturaleza, en otras palabras, les interesaba un comino que las autoridades los emplacen a realizar las mejoras en materia de seguridad.

Por ello es que se decidió la clausura de este mercado ante la protesta de los comerciantes que solo ante esta medida tomaron conciencia de la responsabilidad que les alcanza como conductores de los negocios que se encuentran en el interior.

De la misma manera, son ellos los llamados a impedir que los comerciantes informales se coloquen en los pasillos y en las zonas de evacuación, situación que se genera no solo en la desidia de aquellos sino en la misma complicidad en la que se incurre cuando son ellos los que promueven el alquiler de los espacios a estos ambulantes.

Las otras observaciones responden a trabajos de largo aliento, proyectos que requieren de la inversión de los comerciantes para mejorar los techos y el sistema de cableado, para reparar los pisos, por lo que se entiende que si han sido notificados con estas observaciones lo menos que podrían haber hecho es demostrar que han establecido contacto con profesionales y empresas dedicadas a estos rubros, empero, los dirigentes no pudieron demostrar que es lo que habían hecho.

De allí que no cabía otra salida que clausurar temporalmente el centro de abastos aun cuando ello signifique un perjuicio a los comerciantes pues con ello están pagando las consecuencias de su indolencia frente a sus propias obligaciones.

Por ello es que no extrañó que la alcaldesa Victoria Espinoza se muestra inflexible ante esta medida y anunciara que este mercado permanecería cerrado hasta que se cumplan con levantar todas y cada una de las observaciones, siendo esta medida, de primera intención, una clausura de 30 días que solo se recortarían si es que los comerciantes realizan las mejoras con diligencia.

En otras palabras la solución estaba en manos de los propios comerciantes, de allí que la autoridad solo velaría por inspeccionar permanentemente hasta que se cumplan las condiciones de seguridad en la que deben ser atendidos las amas de casa que diariamente llegan a este centro de abastos.

Como se sabe el mercado Progreso es uno de los más importantes de la ciudad, hasta hace algunos años era una suerte de mercado mayorista pues a su alrededor se colocaron miles de comerciantes informales y hasta establecimientos de venta al por mayor, haciendo de esta zona una suerte de paradita en la que la falta de higiene, la delincuencia y la tugurización hicieron de esta zona una muy complicada de sostener.

Es la entrada de la ciudad y todos los visitantes que llegaban a nuestra ciudad se encontraban con ese cuadro de suciedad y tugurización por ello es que en la primera gestión de la alcaldesa Victoria Espinoza García se decidió reubicar a todos esos comerciantes informales y dejar al mercado Progreso en la dimensión que realmente tiene, tal como viene funcionando hasta el momento.

Sin embargo, siendo un mercado antiguo, este centro de abastos cuenta con una serie de carencias que son las que la comuna le exige que mejore o de lo contrario no podrán seguir trabajando en esas condiciones, por lo menos eso es lo que pensamos muchos cuando la semana pasada dictaron la clausura temporal.

Sin embargo, la conocida debilidad de la autoridad edil, la necesidad de los políticos de quedar bien con todos ahora que se avecina el año electoral, conspiraron para que esta medida se convierta en una decisión ejemplar, en aquella que todos esperábamos como parte de esa necesidad de hacer respetar el principio de autoridad.

Ello porque a solo cuarentiocho horas de haberse clausurado el mercado, el Municipio dispuso su reapertura luego de llegar a un acuerdo con los comerciantes para otorgarles 45 días más de plazo para que subsanen las mejoras.

¿Habrá quedado la alcaldesa con las patas de los caballos? ¿Será este un desaire a la máxima autoridad edil? Lo dudamos, es evidente que esta reapertura se hace con su venia y ello es porque no existe la necesaria energía como para sostener un compromiso y la palabra con los chimbotanos que esperábamos que haga cumplir la norma.

Debería echar una mirada la alcaldesa a lo que ocurre en Nuevo Chimbote en donde el Municipio ejecutó el cierre temporal del Mercado Buenos Aires hasta que cumpla con las mejoras que se le notificaron., medida que se prolongó por dos semanas y media y que se levantó solo cuando ya habían avanzado el 90%, el obligado tiene que cumplir, las promesas se las lleva el viento, de allí que no deja de llamar la atención las excesivas concesiones por parte de la comuna provincial, una muestra de debilidad que deja mucho que desear.