Editorial

Editorial: ::: BENDICIÓN PAPAL :::

El Obispo de la ciudad, monseñor Ángel Francisco Simón Piorno, ha reconocido que el indulto humanitario que ha concedido el presidente de la república, Pedro Pablo Kuczynski al ex jefe de estado, Alberto Fujimori, afectará la próxima visita que realizará el Papa Francisco a nuestro país.

Visiblemente preocupado el Obispo considera que no era el momento más oportuno para ejercer la gracia presidencial en la medida que ella solo ha generado desestabilidad y no genera el clima propicio para la acogida que debe tener su santidad.

Son respetables la sabias palabras del pastor de la iglesia católica de Chimbote, empero, es necesario disentir de ellas en la medida que no creemos que una cosa tenga que ver con otra, y, si es que en este momento el país atraviesa por una crisis política, qué mejor que la presencia del máximo representante de la Iglesia católica para promover la paz y armonía.

Creemos que aun cuando existe mucha disconformidad con la decisión que adoptó el Presidente de la Nación a solo seis horas de recibirse la nochebuena, es importante que no se deje de soslayar que la medida no responde a un exabrupto o una ilegalidad, menos aún puede tener algún sesgo antidemocrático o dictatorial, como lo quieren hacer ver algunos grupos interesados en desacreditar la decisión presidencial.

Lamentablemente, estamos en el mismo nivel del proceso de vacancia, cuando aquellos que se oponían a la misma extrajeron argumentos jalados de los cabellos y señalaban que se trataba de un atentado contra el estado de derecho o de un golpe constitucional y muchos otros calificativos que devenían en absurdos.

Y es que tanto la vacancia presidencial como el indulto humanitario son figuras jurídicas que están contempladas en la Constitución Política del Estado, tienen un arraigo jurídico de muchos años y estuvieron vigentes por décadas sin que nadie haya cuestionado su posible aplicación en el ejercicio del poder.

Si el presidente de la república ha decidido hacer uso de la gracia presidencial es porque la carta magna le permite eso, es una atribución que solo le compete a él, ni siquiera tiene relevancia para su gabinete ministerial y si es que alguno de ellos disiente con lo que ha firmado, lo que tiene que hacer es dar un paso al costado, como viene ocurriendo en estos días.

Pero lo que no pueden hacer esas mismas voces que creen saberlo todo en materia de democracia y derechos humanos, es poner en tela de juicio la atribución del jefe de estado, ni siquiera apelando a supuestos que no tienen asidero alguno como aquello de mentirle a los congresistas o festinar trámites en el procedimiento del indulto.

Nada de ello tiene asidero cuando los documentos hablan por sí mismos, el indulto se sustenta en un informe técnico elaborado por profesionales que trabajan en las dependencias del estado, que cuentan con la suficiente experiencia como para determinar en qué casos debe corresponder un beneficio para alguien que ya no tiene mayores expectativas de vida en función a las enfermedades que los aquejan.

Seguramente el ex presidente Alberto Fujimori puede ser acusado de excesos y abuso en el ejercicio del poder, como que otro enorme grupo de personas e instituciones no pueden olvidar los resultados de su gestión en materia de pacificación y reactivación económica, aquellos que claman por la vida de miles de personas asesinadas por los terroristas y de las cuales ahora parece que nadie quiere recordar, sin embargo, todos esos antecedentes no pueden soslayar una realidad que está relacionada con su edad y los males que lo aquejan.

Todos saben que el ex presidente tiene un mal incurable en la lengua, es un mal cancerígeno que sin llegar a ser una enfermedad terminal solo auguran al paciente una constante presencia por los quirófanos y los sanatorios, lo que quiere decir que no se le puede renegar el derecho de pasar este proceso en libertad.

Menos aun cuando el Presidente Alberto Fujimori ha cumplido a la fecha la mitad de la pena que le impusieron en un juicio prolijo en el que fue condenado como autor inmediato de crímenes en el que ciertamente no estuvo presente y solo podría achacársele una autoría mediata, con cargo a que se anule un procedimiento diferente.

Sin embargo, nada de ello ha sucedido, Fujimori ha cumplido con su internamiento y el presidente de la república ha llegado a la conclusión que es el momento que se vaya a cumplir el resto de la condena a su casa, a enfrentar sus males en libertad y frente a ello nadie tiene el derecho de cuestionar por tratarse de una atribución que, por mandato de la Constitución, solo le compete al Jefe de Estado.

La decisión del presidente Kuczynski tiene, es cierto, todos los ribetes de una negociación política, como que se dictó apenas a los tres días de haberse rechazado su vacancia porque hubieron votos que se echaron para atrás, empero, la pregunta que muchos deberían hacerse es ¿tenía otra salida el Jefe de estado?

Nos explicamos, de no haber dictado el indulto navideño ¿Qué le esperaba al Presidente y, fundamentalmente, al país en esas condiciones? ¿Cómo habría gobernado en estos tres años que le quedan? ¿Se han puesto a pensar nuestros electores cual sería el escenario político en este momento si es que no se dictaba el indulto?

Hay que tener en cuenta que en política se debe apelar a todos los recursos con los que se cuenta en la ley y en la Constitución, de allí que si ya estamos embarcados en esta nave de controversias políticas, es momento de promover que ella no zozobre, que por lo menos haga frente al huracán y espere que el ruido político se diluya.

La próxima visita del Papa Francisco a nuestro país puede ayudar a ello, creemos que su figura egregia y santificada procurará que aquellas fuerzas políticas y de la sociedad puedan ceder a sus radicales posiciones y se sumen en una sola que piense en el país, que entiendan que lo que se tiene que buscar en este momento es la reconciliación nacional, que aquellos fantasmas del pasado que polarizaron el país y que dividieron a los peruanos se alejen definitivamente y que no sigan provocando más grietas porque ello solo redunda en el atraso y el subdesarrollo. La esperada bendición papal puede ayudar a ello.