Editorial

RIESGO ELUDIBLE

Las tripulaciones de dos embarcaciones pesqueras se salvaron milagrosamente la semana pasada cuando las naves que tripulaban chocaron en el mar por razones que nadie entiende pero que están relacionadas con el mal clima que existe en la Costa y que se traduce en la presencia masiva de neblina que despoja la visión en toda esa franja.

Este gravísimo hecho se registró frente a las costas de Chicama y de acuerdo a la información proporcionada por los tripulantes de otras naves, la colisión se produjo entre la lancha Blandi y la Polar 2, la última de la cuales pertenece al grupo Diamante.

Tras el violento impacto la embarcación Polar 2 zozobró por completo, empero, antes que ello se produzca la tripulación conformada por 17 pescadores logró salvarse, mientras que la otra nave quedó semihundida en el mar y sus tripulantes fueron rescatados y llevados al Puerto de Malabrigo.

Hasta donde se pudo conocer, el siniestro se produjo al promediar las 4.00 de la tarde, es decir, a plena luz del día, empero, en medio de las faenas en las que se encontraban las embarcaciones, una espesa neblina dominaba el panorama, por lo que se entiende que los timoneles no consiguieron ver exactamente por donde se desplazaban.

Sin embargo, lo que llama la atención es que en la actualidad las embarcaciones se encuentran dotadas de sistemas de navegación con adelantos tecnológicos que permiten advertir a través del radar que otra nave está cerca o que se puede producir un impacto a efecto de evitarlo.

Por ello es que, si la memoria no nos traiciona, no existe un antecedente en el sector pesquero de una colisión de estas características, los percances en altamar están siempre relacionados con accidentes en las maniobras de la extracción de anchoveta, en la mala manipulación de las mallas y hasta en los movimientos del pescado.

De la misma manera, los siniestros en el mar tienen que ver con las fallas mecánicas en los equipos, la falta de energía o el colapso de los sistemas que dejan las naves al garete, desplazándose en la inmensidad del mar y con sus tripulantes esperanzados que alguna embarcación los encuentre y los rescate.

La mayoría de los incidentes tienen que ver con estos percances que dejan a decenas de familias en ascuas y desesperados mientras gestionan que las autoridades intensifiquen las búsquedas porque de por medio está la vida de las personas.

De allí que no es común que dos embarcaciones pesqueras colisionen en altamar, no existe posibilidad que lo hagan porque para ello están dotadas de aparatos que les permiten advertir el peligro cuando navegan por las noches o cuando no existe visibilidad, como en este caso de la excesiva presencia de neblina.

En consecuencia las causas podrían estar relacionadas con otros factores, como la carrera desesperada en la búsqueda de anchoveta en un período de pesca absolutamente irregular y fatal en el que la autoridad máxima, como es el Ministerio de la Producción, decide abrir la pesca a pesar que los reportes señalaban con mucha antelación que no existían las condiciones adecuadas por la excesiva presencia de peladilla o porque la anchoveta adulta se encuentra en desove.

Frente a este escenario, las embarcaciones salieron con la orden de buscar el pescado y hallarlo en las mejores condiciones que se encuentre, si es que así se le puede llamar a una pesca de menores porcentajes de juveniles, lo cual ciertamente es difícil cuando la mayor parte de la población pelágica es peladilla.

Los vídeos que han enviado los hombres de mar luego de las faenas realizadas en esa misma zona de Chicama ponen de manifiesto que los pescadores estaban realizando faenas contra su voluntad, son conscientes que están depredando y matando a la especie y, lo que es peor aún, saben que está en juego el futuro de la actividad de la que viven y con la cual sostienen a sus familias, empero, no pueden negarse a zarpar.

Esta es la otra parte de una historia difícil y complicada para el hombre de mar, tiene que acatar las órdenes de sus empleadores porque si no lo hace sencillamente sella su suerte laboral y quedaría desempleado, no demorarán en decirle que ha quedado al margen de la tripulación, razón por la cual tienen que salir a pescar con ese cargo de conciencia y con la cabeza en otros temas antes que en las faenas mismas.

Justamente, ese afán de buscar las mejores zonas de pesca, de afianzar su actividad en las zonas en donde se detectan los bancos de anchoveta a través de los sonares, habría llevado a las embarcaciones a desplazarse sin percatarse de la cercanía en la que se encuentran, la desesperación por ganar más áreas de pesca ha generado una colisión que se torna insólita en la actividad pesquera.

Lamentablemente, la realidad nos demuestra que esta clase de siniestros también es posible, que los pescadores ni siquiera se hayan percatado que se encontraban tan cerca de otra nave y terminaron por zozobrar, por lo menos una de ellas se perdió en el fondo del mar y la otra quedó sumergida a medias y seguramente ha sido recuperada.

Sea como fuere, esta última maniobra como la pérdida total de la otra nave importan una fuerte pérdida de inversión, las pólizas de seguro jugarán su papel y los abogados se encargarán de hallar la forma del mejor resarcimiento posible, empero, el valor real de una embarcación, su condicionamiento, su implementación y la estimación que se tiene respecto a una propiedad, eso no puede recuperarse, no tiene valor calculable, no existe una cifra que realmente lo pueda reponer.

Imaginamos la desolación y la contrariedad de quienes han tomado parte en este siniestro y por la pérdida de dos embarcaciones en altamar, de allí que la Capitanía de Puerto de Chicama deberá llegar hasta las últimas consecuencias en la investigación. No basta recibir la manifestación de los patrones de cada una de las naves, lo que se tiene que saber es cuales son las verdaderas razones para que se registre un incidente de estas características frente a las costas de nuestro litoral.

Y es que para nadie es un secreto que la actividad pesquera importa un peligro para la integridad física y la vida de los hombres de mar, sin embargo, lo que trata es de remarcar que hay un riesgo eludible y ese es el que se tiene que evitar con estas extrañas colisiones en plenas faenas de pesca. Esto no tiene que volver a ocurrir.