Editorial

EDITORIAL :: PÉRDIDA DE VALORES ::

Si alguien busca alguna muestra de brutalidad y salvajismo, lo único que tiene que hacer es revisar los archivos periodísticos del pasado martes, aquel que da cuenta informativa de uno de los crímenes más horrendos que debe haberse registrado en nuestra ciudad.

Ello porque en la madrugada del pasado lunes 19, en un Bar conocido como “La Sabrosura de Mechita” que funciona en el A.H. “Antenor Orrego”, fue asesinado Marco Antonio Rafaile Carranza, quien se encontraba departiendo en el mismo local y fue víctima de una descomunal bronca que se inició como consecuencia de la desmedida ingesta de licor.

Sin embargo, a diferencia de lo que habitualmente ocurre en estas reyertas, en donde los contrincantes dirimen sus diferencias con arma blanca o con los cortes que se propinan con los filudos bordes de botellas rotas, en esta ocasión el parroquiano fue asesinado a golpes de puñetes y patadas, empero, la real causa de su muerte fue un palazo que recibió en la cabeza, con el cual virtualmente le destrozaron el cráneo.

A pesar que el occiso fue llevado aún con vida al hospital La Caleta, en realidad los médicos ya nada pudieron hacer en la medida que las lesiones eran sumamente graves, presentaba múltiples traumatismos que habían generado una hemorragia interna, así como un traumatismo craneano severo y sus signos vitales eran sumamente débiles, tanto así que falleció tras seis horas de agonía, la forma como fue victimado fue realmente horrible.

Hasta el momento no se ha revelado cuales fueron las reales causas de la violenta reyerta registrada en este escandaloso establecimiento público, lo único que se sabe es que Rafaile fue salvajemente golpeado por una turba de sujetos, primero, en el interior del establecimiento, y luego fue sacado a golpes y continuó la masacre fuera del local, en donde un sujeto conocido como “Pollo” le habría lanzado un criminal golpe con un palo de madera en la cabeza.

Los deudos de Marco Rafaile no solo han llorado desconsoladamente la secuela de esta violenta pelea, sino que han demandado a las autoridades que se investigue los hechos y se castigue con todo el peso de la ley a los responsables de este crimen, incluso, recibieron información de los vecinos y testigos de la zona que los vigilantes de este establecimiento, quienes utilizan palos de madera para poner orden entre los beodos, habrían tomado parte en la brutal golpiza al occiso.

Lo que no se debe dejar de tener en cuenta es que el occiso no era un individuo desconocido en este establecimiento, por el contrario, era un asiduo concurrente, de allí que no debe ser complicado para los agentes policiales poder ubicar a quienes lo atacaron, comenzando con los propietarios del local quienes deben saber qué es lo que ocurrió, quienes tenían la obligación de colocar cámaras de seguridad en la que se pueda observar a quienes tomaron parte en esta violenta gresca.

Por lo demás ya resulta ocioso comentar las secuelas del funcionamiento de locales públicos que trabajan sin control alguno, que se convierten en verdaderos garitos y permiten el acceso de personas de mal vivir y con ello se garantiza el riesgo de cualquier hecho de violencia fatal en su interior.

Lo más grave es que esta clase de establecimientos cuenta con licencia de funcionamiento, con el aval de la autoridad municipal que, supuestamente, ha verificado que sus instalaciones cuentan con las características mínimas de seguridad y que otorgan las garantías suficientes para los clientes.

Lamentablemente, en nuestra ciudad ya se sabe cómo es que se extienden estos documentos, cuales son realmente las diligencias y prioridades que exigen los funcionarios ediles para poder extender los certificados que habilitan el funcionamiento de estos locales, como que un ex funcionario fue denunciado por haber negociado con el propietario de un local nocturno la entrega de la licencia a cambio de una suma de dinero.

Ese ex funcionario fue inmediatamente despedido y posteriormente condenado por la justicia, empero, ese solo hecho nos advierte que la modalidad que impera en estas tramitaciones no es la meticulosa verificación y el cumplimiento de los requisitos sino un negociado que determina que local funciona o aun cuando exista un procedimiento legal no se controla el funcionamiento de estos locales.

Por ello es que no debe extrañar que este establecimiento había sido antes clausurado por la misma Municipalidad, cuando funcionaba como recreo campestre y se había convertido en punto de encuentro de gente de mal vivir que promovía solo escándalos y peleas, hace algunos años atrás fue obligado a cerrar sus puertas, empero, el propietario halló la manera de reabrir su negocio a través del cambio de giro a Bar restaurante, como si ese solo hecho garantizara que no se retomaría la actividad peligrosa que allí se generaba.

En Chimbote existen muchos casos en los cuales la Municipalidad se ha visto precisada a cerrar establecimientos como consecuencia de hechos de sangre registrados en su interior, especialmente en aquellos que funcionaron en la avenida Meiggs, el último de los cuales, “La Cabaña del Cejas” contaba con licencia de funcionamiento y por ello es que se debió concluir todo un procedimiento judicial para cerrar sus puertas.

Sin embargo, las preguntas que se caen de maduras en este espinoso tema son ¿Tienen los funcionarios de la comuna provincial que esperar que se registre una violenta gresca o una matanza para que recién se decidan a clausurar un establecimiento público? ¿No realizan ellos constantes operativos para verificar como viene funcionando cada uno de estos negocios? ¿Acaso no reciben quejas de los vecinos sobre el funcionamiento irregular y violento de los locales de diversión? ¿Pueden ellos permitir la venta indiscriminada de licor a sabiendas que este es un ingrediente de las secuelas violentas?.

Hay mucho por analizar en este tema y le corresponde a la autoridad municipal, por lo pronto hay que demandar a la Policía y el Ministerio Público que no deje este caso horrendo en la impunidad, que se identifique a los responsables y se sancione a quienes han actuado con ferocidad y bestialismo para terminar la vida de un cliente, sujetos que ponen de manifiesto la absoluta pérdida de valores en nuestra sociedad, en donde no se respeta la vida humana y en la cual se trata a los hombres como animales. Esos asesinos solo merecen la cadena perpetua.