Editorial

EDITORIAL ::UNA PROTESTA SINGULAR::

Muchos pensaban que los viajes se verían interrumpidos o que los bloqueos volverían a convertirse el dolor de cabeza de las autoridades y la oportunidad para que los peruanos vuelvan a demostrar el alto espíritu de solidaridad que los caracteriza, sin embargo, el anunciado paro de transporte terrestre no resultó ser la medida radical de antaño.

En efecto, los gremios nacionales que administran el transporte de carga pesada y el servicio de transporte interprovincial habían anunciado el pasado martes un paro de protesta contra el alto costo del peaje en todo el país y, en medio de este justo reclamo, habían insertado una serie de reclamos de índole particular.

Inclusive, cuando los medios de comunicación dieron a conocer que se trataba de una paralización de 24 horas, los dirigentes se apresuraron en afirmar que la protesta tenía el carácter indefinido y se prolongaría hasta que el Gobierno, por intermedio del Ministerio de Transporte, atienda sus pedidos, especialmente el que concierne al alto costo del peaje en la carretera Panamericana.

Sin embargo, ni los pasajeros ni las empresas que trabajan con el envío de encomiendas y de carga sintieron los efectos de una paralización, menos aún los trabajadores vieron interrumpida su rutina diaria como ocurría en antaño cuando los bloqueos los obligaban a realizar trasbordos y largas caminatas para llegar a sus respectivos centros de trabajo.

Ello a despecho que la plataforma de reclamos de los transportistas contaba con un pedido que resulta justo por donde se le mire y que rechaza una tarifa que no solo golpea las arcas de los grandes transportistas sino que agrede groseramente los bolsillos de los choferes particulares que se han visto también afectados por esta medida.

Y es que después de los estragos del Niño Costero y de las vicisitudes que se generaron como consecuencia del traslado de la garita de peaje de Besique hacia el Km. 402 de la carretera Panamericana, en el límite con la vecina provincia de Casma, la empresa autopista del norte, que forma parte del consorcio español OHL anunció la aplicación de su tarifario, con la novedad que se retornaba a los regímenes de antaño en que el cobro se realizaba en doble sentido y se dejaba de lado el cobro de un solo sentido que había tenido vigencia hasta entonces.

Lo curioso es que con el apoyo de algunas autoridades, los empresarios españoles quisieron ver la cara de tontos a los usuarios y señalaron mediante comunicados públicos que las tarifas se reducirían como parte de esa necesidad de aliviar las secuelas que había generado la naturaleza en esta parte del país.

Sin embargo, aquel fue solo un discurso maquillado pues en la realidad las tarifas no se redujeron sino que resultaban radicalmente todo lo contrario, es decir, que se había incrementado el costo por circular por la vía nacional como es la Panamericana Norte y en la autopista que se viene construyendo desde hace cuatro años atrás.

Es que en realidad el costo de 7.90 soles para los vehículos menores no es menor al que estaba vigente antes que se había establecido en 10.10 soles pues la primera cifra mencionada correspondía a un solo sentido, de tal suerte que si se le suma el costo del retorno la tarifa llega en realidad a los 15.80 soles que es mayor a la que regía.

Lo mismo ocurre con los vehículos de mayor cantidad de ejes, es decir aquellos de carga pesada o de transporte interprovincial, pues en el caso de los primeros llegan a pagar casi 100 nuevos soles por garita de peaje, lo que resulta un abuso teniendo en cuenta que estos vehículos que realizan viajes a lo largo de varias ciudades deben atravesar varias garitas y pagar mucho más de lo que cancelaban antes.

De allí que la pegunta que se cae de madura y que deberían responder el Ministro de Transportes y los funcionarios de su sector es ¿es justo que un vehículo de carga pesada tenga que pagar poco más de 30 dólares por pasar una garita de peaje?

La respuesta es más que evidente, aquí existe un sobrecosto que estamos pagando todos los peruanos a un consorcio que ni siquiera es capaz de ofrecer un trabajo de alto profesionalismo y calidad, pues la autopista que se ha construido es una de las más inseguras de todos los tiempos en este trazo de la panamericana norte.

Justamente, este es otro de los puntos de la protesta de los transportistas, es decir, la necesidad de una revisión de índole técnico a la obra que ejecuta el consorcio español en la medida que se han implementado Óvalos que han resultado un verdadero peligro por la gran cantidad de accidentes que se generan en ellos, con el consecuente alto costo de daños y la pérdida de vidas humanas que es lo mas lamentable.

Pese a que este problema ha sido materia ya de muchos reclamos, el Ministerio de Transporte no parece haberle otorgado la importancia que se merece, por ello es que ahora los transportistas suman a sus reclamos este pedido de la demolición de los Óvalos.

Lo preocupante es que a pesar de la protesta de los transportistas y de la preliminar promesa del Presidente del Consejo de Ministros de formar una mesa de trabajo a efectos de evaluar la modificación de la estructura tarifaria de los peajes, el titular del portafolio de transportes ha señalado la semana pasada que no se puede incumplir los contratos que han sido reconocidos por el estado, otorgándole un extraño respaldo a la empresa española y dándole la espalda a los transportistas y pasajeros de nuestro país.

De todas maneras, en todo ámbito rige aquello de “donde manda capitán no manda marinero”, así que habrá que tomar como una anécdota las afirmaciones del Ministro de Transportes y esperar que el Gobierno tenga la plena y firme voluntad de emplazar al consorcio español a que determine sus tarifas en función a la realidad de nuestro país, de la carga tributaria de los peruanos pues ellos seguirán cobrando a lo largo de muchos años y su recaudación es realmente millonaria.

Esperemos que estas tratativas al más alto nivel puedan llegar a buen puerto y que la formula salomónica satisfaga a todas las partes, no esperemos que la radicalización de las medidas de protestas de los transportes genere mucho más perjuicios al país. Hay una protesta justa y singular que atender.