Editorial

Editorial: ::: DE MAL EN PEOR :::

Dos menores de apenas 14 años de edad, estudiantes del Colegio “Juan Valer Sandoval” de la urbanización “Nicolás Garatea”, han sido enviados a un albergue de Chiclayo, en el marco de una investigación tutelar que se les ha iniciado por haber incurrido nada menos que en el delito de Violación Sexual.

La medida dictada por un Juzgado Mixto Peramente de la Corte del Santa en el marco de una audiencia privada en la que el representante de la Fiscalía de Familia presentó una serie de fundados y graves elementos de convicción en contra de los adolescentes infractores de la ley penal.

El juez Edixon Esteban Dionicio, fue quien, tras una revisión de lo esgrimido, resolvió promover acción por responsabilidad penal contra los adolescentes infractores P.E.S.Q (14) y D.Y.E.G. (14) por el delito de violación sexual, dictándoles mandato de internamiento preventivo en el Centro Juvenil de Lambayeque.

Este caso está relacionado con una gravísima denuncia formulada por la madre de familia de una menor de 13 años edad, quien le reveló que fue violada por estos dos menores que son sus compañeros de clases, quienes la atacaron en el interior de un Pozo Tubular de la empresa Sedachimbote que se ubica en la parte posterior del plantel.

La menor dijo a su progenitora que debió ir hasta ese lugar porque los dos menores le habían despojado de su teléfono celular y corrieron hasta ese paraje, aprovechando que estaban solos para tomarla por la fuerza y vejarla a pesar de sus gritos y ruegos para que no lo hagan.

Loa denuncia nos dejó pasmados en la medida que los escolares de esa edad son púberes que se encuentran en proceso de formación, deben estar premunidos ya a esa edad de los principales valores de la vida, deben ser conscientes que deben respetar el derecho de los demás y, esencialmente, respetar a sus compañeras por el solo hecho de ser mujeres.

Si estos menores tienen capacidad de discernimiento, llama la atención que se vean involucrados en esta clase de atentados delincuenciales, el solo hecho que los hayan enviado a un Albergue de Menores, ha dejado una lamentable marca en su vida y seguramente tendrán mucho tiempo para arrepentirse.

No puede dejar de pasearnos por la cabeza una interrogante ¿cómo es posible que dos menores de solo 14 años de edad se vean envueltos en un delito tan grave como la violación sexual? ¿Cómo es posible que hayan atentado contra su propia compañera de clases, una adolescente con la cual departen diariamente y con la cual los une un cariño especial de amistad que se supone está por encima de cualquier otra cosa? ¿Tiene el plantel un control de disciplina de estos menores? ¿Se trata de adolescentes con problemas de comportamiento? ¿Sus notas evidencian que tiene problemas en las aulas?

Creemos que este hecho requiere de una evaluación exhaustiva, se tiene que llegar a las raíces de los móviles que han empujado a estos dos adolescentes a abusar de su propia compañera de clases, allí existe algo que no encaja.

Los mismos padres de estos menores deben reflexionar por lo que están enfrentando sus hijos, tienen que hacer un examen de conciencia para establecer en que momento desviaron su comportamiento, más aun cuando son ellos los responsables de sus actos mientras no alcancen la mayoría de edad.

En el mismo Colegio, es pertinente que se analice el desempeño de los estudiantes, el control que han ejercido los docentes sobre ellos, las anotaciones que se hayan registrado como consecuencia de faltas disciplinarias, la calidad de estudiantes que eran y si formaban parte de “patotas” o grupos de alumnos que se comportan de manera violenta como pandillas.

Hay mucho por hacer en este caso, asimismo que los cuatro meses que ha decretado el Juez como plazo para la investigación tutelar quedará chico para poder tener una verdadera idea de lo que han atravesado estos menores que han sido virtualmente arrancados de sus hogares para ser internados en un albergue de Chiclayo.

En esta cosa de locos no solo están comprometidos los alumnos, infortunadamente también se ven involucrados algunos malos docentes que aprovechan su condición para seducir a sus alumnas, para convencerlas de tener intimidad con ellas.

Se trata de ataques sexuales que deben ser castigados con mayor severidad, más aun cuando allí existe una relación de dependencia que agrava las cosas, empero, cuando estamos ante esta clase de hechos generalmente el acusado niega los cargos y hay que apelar a otra clase de pruebas.

Sin embargo, la semana pasada se pudo conocer que un docente que fue acusado por la madre de una niña de apenas 8 años de haberle realizado tocamientos en su aula, se presentó voluntariamente a una sede policial en la medida que había tomado conocimiento que estaban formulando esta clase de cargos falsos, según dijo, por ello estaba dispuesto a demostrar su inocencia.

Este caso ha sido protagonizado por el docente Luis Fernández Carvallo (31), quien no solo ha rechazado la denuncia sino que ha puesto en evidencia su absoluto sometimiento a la ley y su ánimo de colaborar con la justicia.

Actitud radicalmente diferente a la que muestran sus colegas en esa clase de denuncias porque ante el rumor de una de ellas hay quienes quieren esconderse y se ponen a buen recaudo, lo que de alguna manera demuestra su complicidad.

La actitud del docente lo enaltece, pone de manifiesto de primera intención que es realmente inocente de los cargos que se formulan en su contra, empero, lamentablemente, en nuestro sistema judicial cuando se trata de menores el sindicado va directamente al Penal y solo después se establece si realmente lo merece.

Esperemos que este caso se esclarezca, que se vaya hasta las últimas consecuencias como debe ocurrir en el caso de los alumnos que han incurrido en un hecho delictivo que los dejará marcados para siempre. Veremos qué es lo que dice finalmente la justicia.