Editorial

Editorial: ::: IMPORTA UN PEPINO :::

El juez del Séptimo Juzgado de Investigación Preparatoria de la Corte Superior de Justicia del Santa, Javier Carrión Basauri, dictó nueve meses de prisión preventiva para el agricultor que ha sido acusado de intentar quemar viva a su ex conviviente en el asentamiento humano “Villa Don Víctor” en Nuevo Chimbote.

Se trata de Antonio Florencio Loli Tahua de 46 años de edad, quien afronta graves cargos por los delitos de feminicidio en grado de tentativa y desobediencia y resistencia a la autoridad en agravio del Estado, tras atacar a su ex pareja Delfina Mejía Mendoza.

Estos hechos han sido profusamente difundidos en los medios de comunicación en razón de la brutalidad y la violencia puesta de manifiesto por el sujeto y como consecuencia de una agria discusión con su ex pareja, se dice que ante los reclamos de la mujer por llevarse el automóvil de ambos se habría originado los insultos, llevando a Antonio Loli Tahua a arrojarle un recipiente al parecer con petróleo para prenderle fuego.

El representante del Ministerio Público, que intervino ante el llamado de la Policía dio cuenta del hallazgo del recipiente con restos de combustible en el lugar de los hechos, razón por la cual Loli Tahua fue detenido y puesto a disposición de la autoridad judicial con un pedido de prisión preventiva.

Sus lamentos en razón de su borrachera y solo un ánimo de asustar a su ex pareja no fueron suficientes para el magistrados, incluso, los alegatos de la defensa en el sentido que quien fue a buscarlo fue su ex pareja y que los hechos se sucedieron en la vivienda del investigado, no dieron marcha atrás para decidir el internamiento de un individuo que había extremado la violencia en contra de quien en algún momento fue su compañera.

Sin embargo, no es la primera vez que se producen hechos de estas características, es decir, de actos de violencia extrema contra las mujeres y que estas agresiones tengan como protagonistas a sus parejas o ex parejas, es decir, que resultan producto de las diferencias y distensiones en el propio entorno familiar.

Por el contrario, en los últimos años se ha advertido que las cifras están creciendo en porcentajes realmente preocupantes, aun cuando muchos entienden que estos ya no responden a un aumento de los actos de violencia sino a la actitud diferente y distinta que vienen asumiendo las víctimas para no callar estos atentados cobardes y despiadados.

Poco a poco las mujeres fueron perdiendo el temor a denunciar a sus parejas o ex parejas, se fueron dotando de fuerza y voluntad para no ceder ante el chantaje económico, familiar o de cualquier índole que las motivaba a tener que guardar silencio ante los golpes y se decidían a denunciar las agresiones, inclusive, basta revisar un poco las estadísticas de antaño para verificar que muchos casos que llegaban a ser denunciados finalmente terminaban abandonados porque jamás regresaban a ratificarse o se desistían de los cargos, por ello esta clase de delitos quedaban en la impunidad.

Sin embargo, la intervención mediática, la incursión de colectivos civiles que fueron creando conciencia entre las mujeres, la actitud decidida de los organismos creados por el gobierno para sensibilizar a las mujeres, el rol del Ministerio Público, en general, una serie de actuaciones fueron motivando poco a poco a la pérdida de ese temor, de ese nudo que detenía a las mujeres a dejar de denunciar las agresiones.

Inclusive los medios de comunicación han sido testigos de la manera como algunas mujeres ceden a pesar de la violencia extrema a las que fueron sometidas, como el caso de una Policía que fue agredida por su ex pareja que era también un ex miembro de la Policía que la golpeó más de 20 veces en el rostro en imágenes que impactaron a la colectividad pero que no llegó a ratificar los cargos y por ello el agresor terminó siendo sancionado con una pena benigna.

De la misma manera, hace solo unas semanas, cuándo un juez se aprestaba a condenar a un sujeto por violencia contra su ex conviviente, esta se puso de pie en plena audiencia y le dijo al magistrado que los hechos no fueron como se describieron en la denuncia y que en realidad ella se había golpeado con la pared y por eso aparecieron huellas mayores en el certificado médico, es decir, siempre una pretensión de proteger y encubrir a quien en su momento solo la maltrató y la vejó.

Afortunadamente, estos casos ya son pocos, las cosas han variado notoriamente y los resultados saltan a la vista, hace solo unos días el centro de Emergencia Mujer del distrito de Nuevo Chimbote, ha dado a conocer que en lo que va del presente año, es decir, hasta el mes de agosto, las cifras de denuncias por casos de violencia contra las mujeres ya ha superado el registro que se obtuvo durante todo el año pasado, lo que quiere decir, que a fin de año se tendrán cifras por demás demostrativas.

Esto es un evidente índice que poco a poco las mujeres van perdiendo el tenor a tener que denunciar y, esencialmente, a sostener una denuncia, pues esta segunda parte es la más complicada en la medida que allí no solo surgen algunos sentimientos encontrados, sino esencialmente las amenazas por parte de los agresores que suelen intimidar a sus ex parejas para infundirles temor y llevarlas a tener que desistirse de los cargos.

No se puede soslayar que mucho ha contribuido a este nuevo escenario el hecho que se haya legislado de manera explícita para estos casos de violencia contra la mujer y los integrantes del entorno familiar, se trata de una nueva norma que busca que dar las garantías y la protección necesaria a quienes son víctimas de este flagelo, así como determina medidas cautelares y penas mucho más severas que las que antes estaban en vigencia.

Sin embargo, a la luz de lo que viene ocurriendo y, en el caso que nos ocupa con el agresor Antonio Florencio Loli Tahua, todo indica que para los agresores no existen límites, que por más leyes que se dicten al respecto les importa un pepino que puedan terminar tras las rejas, de allí que las autoridades judiciales no tienen que ceder en estos casos y seguir aplicando estrictamente la ley, en algún momento habrán de escarmentar y entender que ponerle la mano encima a una mujer es tan cruel como pretender acabar con un enemigo.ÂÂ