Editorial

Editorial: ::: EX FISCAL EN DESGRACIA :::

Había llamado la atención porque en aquel entonces no se sometió a la argolla de Fiscales que formaban parte del séquito de quien fuera el todopoderoso dueño del Ministerio Público del Santa, el ex Fiscal Superior Hugo Dante Farro Murillo, quien ha sido procesado por sus vínculos con la mafia regional de Áncash.

Nos referimos al ex Fiscal Provincial anticorrupción Fernando Montoya Núñez, quien la semana pasada ha sido condenado a cinco años de cárcel efectiva como autor del delito de homicidio simple en la modalidad de Tentativa, y, como tal ha pasado a formar parte del ese numeroso grupo de requisitoriados que ya existen en nuestra jurisdicción.

El ex Fiscal Provincial se vio envuelto en un escándalo doméstico cuyas causas jamás fueron justificadas o explicadas, solo se pudo conocer que se vio envuelto en una agria discusión en el marco de una reunión en la que menudeaba el licor, la misma que derivó en una gresca en la que el ex magistrado terminó hiriendo con una navaja a un sujeto que formaba parte del grupo con el cual departía.

Los medios de comunicación no habían olvidado este hecho a pesar que se registró hace ya casi cinco años atrás, en el mes de diciembre del año 2013, en una vivienda de los alrededores de la urbanización Bellamar hasta donde Montoya había llegado convocado por un amigo que, a la vez, departía con otras personas, asimismo extrañas y desconocidas para el referido magistrado.

Lo cierto es que de acuerdo a lo que fue materia de información e investigación, el Fiscal llegó a esta tertulia de borrachos al promediar las 10. 00 de la noche del 09 de diciembre y se mantuvo libando licor con sus eventuales acompañantes hasta las 2.00 de la madrugada del día siguiente, siempre en la vía pública, en el frontis de la vivienda de la mujer que se encontraba con el amigo que lo había invitado.

Por razones que nadie ha explicado, el Fiscal ingresa a la vivienda con la mujer presuntamente en busca de más licor, empero, otro sujeto que estaba en el grupo, identificado como Juan Valencia, los sigue pero ya no puede ingresar porque la puerta estaba cerrada.

Fue entonces que este individuo ingresa trepando por la pared y se encuentra con el fiscal que tenía en la mano una navaja multiusos con la cual emprende contra aquel, le infiere varios cortes y se genera un escándalo que termina con el herido en el hospital y el Fiscal siendo retirado por el otro personaje que es el que lo llevó a este lugar.

¿Porque el herido se enfrentó con el fiscal si se supone que ya estaban más de cuatro horas libando licor y conversando entre todos ellos? ¿Qué es lo que sucedió en el interior de la vivienda que no se haya revelado a la Policía y al Poder Judicial?

Nos hacemos esta interrogante porque no resulta coherente que dos personas que estaban departiendo por más de cuatro horas, aun cuando no se conocían antes, se enfrasquen en una reyerta porque uno pensaba que el otro estaba robando y éste último que el agresor había ingresado con la finalidad de abusar de las mujeres que estaban en el interior de la vivienda.

Estas explicaciones que proporcionaron a la Policía no fueron nada coherentes, sin embargo, la Investigacipkn se prolongó tanto que han transcurrido casi cinco años para que recién llegue a una instancia final.

Aun cuando el ser humano es impredecible, cuesta creer que un Fiscal que suele caminar con saco y corbata, termine libando licor en la vía pública con gente que los propios vecinos descalificaban, cuesta creer que un profesional del derecho que tiene una vida formada e integraba una institución de vanguardia en la ciudad, pueda coger una navaja y emprenderla contra otra persona al extremo de dejarla mal herida.

Es evidente que en este entuerto ha sucedido algo más, empero, sea lo que fuere, nada está dentro de los márgenes de lo común y esto lo advirtieron los padres del magistrado, quienes en aquel tiempo llegaron preocupados de la capital de la república con la finalidad de indagar que es lo que había sucedido con su hijo y porque estaba siendo perseguido por las autoridades cuando se supone que había venido a Chimbote para integrarse a una institución que lucha contra la delincuencia.

Los progenitores se marcharon de Chimbote tan desconcertados como llegaron, no hallaron respuesta y se miraban estupefactos que un profesional con años de experiencia en la judicatura se vea envuelto en un hecho tan violento como el registrado en una noche de copas al más puro estilo de un callejón.

Muchos deben recordar que el magistrado fue sometido a un proceso disciplinario como consecuencia de este grave incidente y finalmente fue destituido, mediante resolución que finalmente no fue impugnada y que selló la suerte de un hombre notoriamente confundido y descarriado.

Ahora que la justicia lo ha condenado a cinco años de pena efectiva, nadie puede sustraerse a la lógica evaluación de los hechos y preguntarse como es posible que un profesional que se ha quemado las pestañas para ser alguien en esta vida, que había conseguido ingresar a la judicatura y ganarse un espacio y una posición que muchos profesionales del derecho quisieran tener, es capaz de echar todo por la borda, al extremo de haber expuesto su libertad ambulatoria.

No sabemos si ello algún día podrá deslindarse, lo cierto es que estamos ante un ex fiscal en desgracia, un personaje que lo tenía todo pero lo echó por la borda, se confundió en los bajos fondos y terminó descontrolado como consecuencia del licor para ganarse una denuncia penal sumamente delicada que ahora lo ha llevado a ostentar una requisitoria judicial, de la misma que él estaba acostumbrado a solicitar para terceros que se veían envueltos en actos delictivos.

Seguramente que el magistrado se pondrá a buen recaudo y por intermedio de abogados presentará los recursos impugnatorios contra este fallo del Quinto Juzgado Penal Unipersonal que lo deja con un pié en la cárcel. Una secuela previsible para un ex magistrado que no supo valorar su esfuerzo y posición.