Editorial

Editorial: ::: ALARMARSE NO, PREVENIR SÍ :::

Desde hace algunos años, los chimbotanos nos hemos acostumbrado a ver que se incrementan los casos de dengue durante las temporadas de verano, un mal que no era propio de estos lares y de estos climas pero que poco a poco se volvió endémico y lo tenemos siempre al acecho de la población.

Y es que el vector del dengue es un mosquito de la familia de los zancudos que siempre existieron en nuestro hábitat y que tradicionalmente generaban las molestias de los pobladores por las enormes ronchas y las incomodidades que generaban especialmente a los niños, empero, no eran muy nocivos para la salud.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, cuando el vector del dengue ya no estaba solo en la zona de la frontera norte del país sino que llegó a Trujillo, comenzó a amenazar a nuestra ciudad, incluso, llegó antes a la vecina localidad de Casma y ello obedecía a que el mosquito buscaba las temperaturas altas y se adecuó a la que existe en nuestra provincia, especialmente por el alto nivel de humedad que existe en el ambiente.

Como se sabe, el vector del dengue como todos aquellos de su familia, llámese los que transmite el sika o la chiquinguya, proliferan y se reproducen allí en donde existe acumulación de agua, en estanques, en lagunas, en reservorios, todos aquellos lugares en donde se acumulan aguas limpias.

Por ello es que comenzaron a incursionar en nuestra ciudad, aparecieron los primeros casos y en el devenir de los años se fue repitiendo el mismo escenario, la presencia de un vector que llegó y decidió quedarse para siempre, razón por la cual las autoridades se mantienen alertas y generan campañas para mitigar el daño que puedan provocar estos insectos.

Sin embargo, la semana pasada la jefa del servicio de epidemiología de la red pacífico Sur, Karina Vargas Quispe, dio a conocer el primer caso de malaria que se ha detectado en nuestra ciudad y advirtió que se trata de un “caso importado”, como se le conoce a los males que no se incuban en nuestro puerto sino que llegan a través de un viajero que trae este mal de otro país.

En esta oportunidad, el caso se detectó en una ciudadana venezolana, que es una de las miles que han llegado a nuestra patria huyendo de la dictadura de Nicolás Maduro, pero que al ingresar no mostraba ningún síntomas y menos conocía que estaba infectada con la malaria, que es otro mal que se trasmite por las picadoras de otras especies del zancudo y genera serios malestares a la persona.

Cuando esta joven se encontraba en Chimbote y comenzó a mostrar los síntomas de una enfermedad tropical, como fiebres altas, dolores musculares y escalofríos, fue trasladada por sus familiares al Hospital Regional en donde se le brindó el tratamiento pensando que se trataba de una enfermedad del dengue, empero, los análisis realizados en la capital de la república han señalado que en realidad tiene malaria.

Afortunadamente, su caso es estable, ha superado las contingencias de la enfermedad y se encuentra sujeta a un tratamiento que definitivamente la alejará de este mal y le permitirá volver a realzar sus actividades normales, sin embargo, se desconoce si durante el periodo en el que era portadora de este mal se pudiera haber propagado a otras personas y generar casos de contagio.

Ello porque estos males tropicales se extienden no por el contacto de persona a persona, sino por la picadura de un vector a la persona que es portadora del mal, de tal suerte que si la joven que ha llegado con malaria de Venezuela ha sido atacada en nuestra ciudad por un mosquito vector, ese insecto se convierte en un mecanismo de contagio directo pues al picar a otra persona sana le transmitirá el mal que ha adquirido.

De esta manera se hace una cadena de contagios y surgen los brotes epidémicos, situación que advertimos ya es remota en el caso de la malaria porque de ser así ya se habrían presentado muchos otros pacientes con los mismos síntomas y las autoridades del sector salud no han advertido que se haya producido este fenómeno.

Lo cierto es que el solo hecho que haya aparecido el caso de una persona que presenta este mal es una señal de alerta para nuestras autoridades sanitarias, se tienen que extremar las medidas de prevención para evitar que se propague y se deben dejar sentadas las bases de una campaña que no debe faltar en estas temporadas a efectos de prevenir los males endémicos que siempre nos acechan.

La transferencia de cargos en los municipios y en las dependencias regionales, como consecuencia del ingreso de nuevas autoridades, ha detenido el trabajo que se realiza en estas fechas, como es la abatización y las inspecciones del personal a las zonas en donde se han registrado el mayor índice aédico durante la temporada anteriores, de allí que creemos que los nuevos funcionarios ya están delineando este trabajo porque se tiene que comenzar por allí.

Las acciones de prevención representan la única herramienta efectiva para impedir que se presente brotes u emergencias, se trata no solo de contrarrestar la proliferación del moquito sino, esencialmente, de recordar a la gente y orientarla en la mejor manera de impedir que el vector de estos males tropicales lleguen a sus viviendas.

Se ha dicho y repetido hasta el hartazgo que se tiene que impedir los criaderos de los moquitos y ello se consigue evitando acumular agua limpia, eliminando los restos inservibles y deshechos que se acumulan en techos y patios, tapar los tanques y recipientes, así como prevenir las picaduras utilizando repelentes o mosquiteros a la hora de dormir y en cualquier descanso.

Hay que ganarle la guerra a la enfermedad y eso solo se consigue con la voluntad de las personas, no existen vacunas para evitar el contagio de estas enfermedades tropicales, la única forma es apelando a la prevención de allí que el protagonista en esta clase de campañas tiene que ser el ciudadano de a pie, aquel que es consciente que antes que cualquier cosa está la salud.

Es importante que las autoridades hayan advertido la presencia de un primer caso de malaria, no se trata de alarmarse sino de estar prevenidos, hay que ser conscientes que los males siempre nos acechan, lo ideal es saber cómo combatirlos.