Editorial

Editorial: ::: LE TOMAN LA PALABRA :::

Tan antiguo como la humanidad es el grave problema que representa el funcionamiento irregular de las discotecas y pistas de baile durante la madrugada, pues no solo generan el desasosiego de los vecinos y perturban la tranquilidad de la noche, sino que promueven escándalos, reyertas y son el caldo de cultivo de la delincuencia.

La vida nocturna de una ciudad debería estar reglamentada, debería ser materia de permanente control para evitar que se perjudique a terceros, es una actividad que debe ejercerse en estricto cumplimiento de los reglamentos municipales, especialmente en lo que se refiere a los requisitos, uno de los cuales, sino el más importante, es el de la acústica, un mecanismo que garantiza la tranquilidad del vecindario.

Lamentablemente, los propietarios acostumbrados a la coima o los manejos abusivos como las acciones judiciales para impedir el cierre de sus establecimientos, ha marcado la vida nocturna en la ciudad, no solo en Chimbote sino en Nuevo Chimbote, en donde las protestas y reclamos de los moradores ha caído en saco roto con ex autoridades que han extendido carta blanca a estos malos empresarios.

Por ejemplo, durante toda la gestión del ex alcalde Valentín Fernández, han funcionado varias discotecas en la avenida Anchoveta, a solo unos 20 0 30 metros de un centro educativo, lo cual está prohibido por la ley, empero, jamás fueron clausurados y erradicados, por el contrario, les otorgaron el tiempo suficiente como para emprender acciones judiciales que han entrampado cualquier acción administrativa de las actuales autoridades ediles.

Justamente, el pasado fin de semana, los docentes y directivos del Colegio “Señor de la Vida”, que se encuentra ubicado en la Plaza de La Cultura y que a pocos metros se única dos escandalosas discotecas, protestaron de una manera singular en la medida que se cansaron de pedirle a la Municipalidad que detenga los escándalos y las peleas de borrachos que se registran virtualmente frente a la puerta del plantel por parte de los beodos que salen de estas discotecas.

Los integrantes de esta delegación decidieron ponerse de pie y retirarse de la ceremonia dominical a manera de protesta, porque advierten que la Municipalidad no acciona frente al funcionamiento descarado de estos establecimientos, señalando que a lo mejor esperan que alguno de estos vulgares parroquianos que no vacilan en miccionar frente a medio mundo, agreda o lesione a algún docente o padre de familia que llegan a dejar a sus hijos.

A propósito de ello, interrogado el alcalde de Nuevo Chimbote, Domingo Caldas Egusquiza, por el funcionamiento de estas discotecas, ha manifestado que en su gestión cerrará estos establecimientos “sí o sí”, hará respetar la ley y no permitirá que los niños se vean vulnerados por esta clase de gente que no respeta a nadie y que deben irse con sus vicios a otros lugares.

Y es que frente a la presunta indiferencia que pudiera advertirse por parte de sus funcionarios, el alcalde ha manifestado que ello no es cierto, por el contrario, desde que han ingresado en este periodo edil, los responsables de las áreas competentes vienen recopilando información y elaborando los expedientes para disponer la clausura que corresponda.

En tal sentido, se ha mostrado extrañado por la manera como en las gestiones anteriores se ha permitido estas licencias para establecimientos que solo generan escándalos y espectáculos denigrantes a las buenas costumbres, se expone a niños a peleas entre hombres y mujeres que salen en absoluto estado de ebriedad.

Y como si sospechara lo que han pensado los pobladores de los alcaldes anteriores, Caldas Egúsquiza se adelantó en manifestar que es una autoridad que no le debe nada a esos empresarios o promotores de la actividad nocturna, no responde a ninguna clase de favores, por ello está convencido que cuando sus funcionarios concluyan con la documentación se van a tener que cerrar definitivamente estos negocios.

Es pertinente saludar la posición del alcalde neochimbotano en la medida que cualquier acción administrativa o legal que se emprenda para sancionar el cierre de estos establecimientos no nace necesariamente con la existencia de un fundamento de orden legal sino que comienza con la voluntad de la autoridad de llevar adelante este propósito.

Esto es lo que no ha existido en gestiones anteriores, los neochimbitanos han advertido con espanto como estos empresarios del escándalo rodeaban a las autoridades, departían con su entorno y resultaban siendo financistas de algunas de sus actividades, de esta manera se aseguraban que sus locales no sufrirían alguna intervención que ponga en riesgo la continuidad de sus actividades por mucho que resulten perniciosas para la comunidad y por mucho que los afectados realicen protestas.

Y de ello hemos sido testigos todos los pobladores y los medios de comunicación, allí están los archivos periodísticos como testigos de las insufribles jornadas que mentaron algunos valientes vecinos que salieron a las calles para demandar la reacción de las autoridades ante el escándalo y el ruido que generan estos establecimientos, amén de las broncas y reyertas que se desatan en horas de la madrugada.

De allí que resulta gratificante escuchar y leer las palabras del alcalde Domingo Caldas, de escuchar que no debe favores a esta gente y que en su gestión las escandalosas discotecas de la zona roja de Chimbote serán cerradas porque perjudican la tranquilidad, la seguridad y la integridad de los vecinos.

Por lo menos, a diferencia de sus antecesores, el alcalde sureño ha puesto los puntos sobre las “ies” y ha expresado la voluntad política de su gestión de bajarle el dedo a estas actividades nocturnas nocivas para la población, seguramente, sus funcionarios han tomado nota de ello y seguirán trabajando en los expedientes que se requieren para terminar con estas malas artes po0rquensomnconscuemntes que tienen el pleno y absoluto respaldo de su máxima autoridad.

Por lo menos, la comunidad de Nuevo Chimbote le ha tomado la palabra al alcalde, ha recibido con gratificación su decisión de emprender todo lo necesario para clausurar por fin establecimientos que solo han perturbado la vida de la ciudad.