Editorial

Editorial: ::: JUSTO PRECEDENTE :::

La semana pasada un Juzgado Penal de la Corte del Santa ha dictado condena efectiva a un docente que es acusado de haber realizado tocamientos indebidos a una alumna a quien citó, indebidamente, a su oficina particular supuestamente para que le comunicara como había resultado en el examen.

La condena se dictó contra Ángel Miguel Alcedo Cabrejos (57), por entonces docente del Instituto San Pedro, quien fue denunciado por una alumna de 23 años cuya identidad se ha mantenido en reserva por obvias razones, en diciembre del año 2017, en hechos que fueron ampliamente difundidos en la medida que la Policía debió ingresar al recinto estudiantil con autorización de sus directivos para dar con la captura del individuo.

En ese entonces el fiscal solicitó se le dicte prisión preventiva para los efectos de juzgarlo con la garantía de su presencia en el proceso penal, empero, el juez no consideró pertinente una medida de prisión en la medida que podría acreditar un arraigo de calidad como para comparecer en el juicio.

Justamente, la semana pasada concluyeron las diligencias y la Fiscalía logró probar en juicio que Ángel Miguel Alcedo Cabrejos valiéndose de su condición de docente acordó con la agraviada R.E.D.G, encontrarse en su oficina particular ubicada en la sexta cuadra del Jr. Alfonso Ugarte, con la finalidad de revisar su examen final.

Al estar ambos en dicho lugar, el docente adoptó una actitud inadecuada, sujetándola y empezándole a tocar a la fuerza sus senos, lo cual fue rechazado de inmediato por la joven quien trataba de soltarse, ocasionándole una lesión en la parte de la espalda a la altura de broche del brasiere, para luego huir del lugar.

Para algunos este hecho no describe únicamente un delito de tocamientos indebidos sino que, por la forma como se ha concretado, por el plan del descarado docente de llevar a un lugar privado a la joven y la acometida sobre la agraviada, hay allí una pretensión de ultraje, una voluntad de ir más allá de un simple aprovechamiento de la anatomía de la joven estudiante.

Hay que tener en cuenta que el sentenciado es un hombre que a la fecha de la comisión del delito tenía 57 años de edad y la agraviada podría ser su hija, empero, es evidente que había puesto en ella los ojos de una fiera ansiosa de arremeter contra su víctima.

Y esto es lo más repudiable de este hecho, la actitud libidinosa del atacante hacia su víctima, cuando se trata de un docente con una alumna, una relación de dependencia que lejos de representar una garantía de protección resulta siendo de alto riesgo.

El docente es un profesional que ha sido preparado para enseñar e instruir a su alumnos, es considerado como el segundo padre de los jóvenes, el prototipo en el cual los jóvenes deben ver a un modelo de persona porque se destaca su rol formador que lleva implícito en su accionar.

El hombre que acede al magisterio lo hace premunido de principios que se sustentan en los valores y virtudes que debe saber transmitir a los jóvenes con el objetivo de formar, transformar y educar su personalidad.

Todo educador debe poseer una formación ética, intelectual y moral que le permita impartir una enseñanza de calidad, pero ante todo se vea reflejada por ciertos principios y valores que lo hacen crecer como persona y así mismo interactuar y ayudar al desarrollo de otros buscando siempre la excelencia, la justicia y la verdad.

Un buen educador debe reflejar comportamientos y actitudes positivas, que generen y transmitan conductas intachables, es así como debe ser un ejemplo a seguir para sus estudiantes, ya que los seres humanos imitan desde muy pequeños todas las conductas que le son transmitidas por sus padres y educadores, por lo que son las personas que están mas cerca de ellos con la que pasan la mayoría del tiempo. Es por eso que el educador es base fundamental en la buena formación de los estudiantes ya que también se educa con el ejemplo.

Toda persona que decida ser maestro, lo debe hacer con amor y satisfacción, que sea algo innato que tiene la persona a esta profesión. Un docente con vocación realiza su labor con agrado, dedicación y entrega todo de sí para obtener resultados positivos en todo su quehacer, formando personas integras con calidad humana, resolviendo las situaciones pedagógicas de la mejor manera, el maestro que ama su profesión está en constante investigación y preparación intelectual y moral.

Lamentablemente, en los últimos tiempos el papel de formador ha quedado rezagado, los educadores que son formados en las universidades e institutos superiores han abandonado esos principios basados en los valores y es por ello que vemos que algunos, desquiciados, han olvidado que están con sus pupilos y tratan de aprovecharse de ellos.

No se puede soslayar que no es el primer caso de estas características que se registra en Chimbote y en otros lugares, por el contrario, hay algunos sinvergüenzas que han caído en celadas dentro de hostales hasta los cuales citaron a sus alumnas, empero, la persecución de estos delitos no ha sido lo suficientemente aleccionadora como para dejar sentado precedentes que hagan desistir a los malos docentes de pretender sacar provecho libidinoso de su posición.

La justicia no suele castigar estos casos con la drasticidad que amerita, será por ello que en el caso que nos ocupa, el sentenciado docente Ángel Miguel Alcedo Cabrejos, acudió imperturbable a la audiencia de lectura de lineamientos de sentencia, aparentemente, estaba seguro que lo peor sería que fuera condenado a una pena condicional.

Sin embargo, en esta oportunidad la justicia ha puesto las cosas en su sitio, el hecho de haberse aprovechado de su alumna implica una acción delictiva calificada, es un acto de gravedad en la medida que ha pretendido aprovecharse de la buena fe y la subordinación de su víctima procediendo, inclusive, con violencia.

Es importante que la administración de justicia se ponga del lado del estudiante, que defienda a los jóvenes que son víctimas de estas acciones enfermizas de ciertos docentes que han confundido de cabo a rabo su profesión y buscan que aprovecharse de sus jovencitas alumnas. Este fallo no es exagerado, por el contrario, deja sentado un justo precedente para advertir a los miembros del magisterio que su profesión se ejerce con respeto, honestidad y transparencia.