Editorial

Editorial: ::: NO MÁS ESCÁNDALOS :::

“Aquí no podemos vivir tranquilos, los fines de semana pasamos la noche en vela, el ruido es infernal, ni siquiera podemos salir porque tememos ser agredidos o asaltados, cuando llamamos a la Policía o el Serenazgo ni siquiera nos hacen caso”.

Estas fueron algunas de las dramáticas expresiones que proferían los moradores de las Urbanizaciones “Miguel Grau” “Casuarinas”, cuando hace algunos años aun no se cansaban de protestar por el funcionamiento ilegal de un cúmulo de discotecas que se establecieron en las primeras cuadras de la avenida Anchoveta.

Estos vecinos vieron como ese sector se fue convirtiendo en la zona roja del distrito, a vista y paciencia de las autoridades pues se hallaba a solo unos metros el Colegio ”Señor de la Vida” y se había construido en el lugar la Plazuela de la Cultura.

¿Cómo congeniar dos extremos opuestos, como anteponer el vicio y la corrupción a la educación y el sosiego de los vecinos?

Lamentablemente, a las autoridades municipales de entonces, hablamos de la primera gestión del ex alcalde Valentín Fernández Bazán, y las que lo sucedieron no les importó nada de ello, sencillamente se hicieron de la vista gorda y quisieron pasar como “los muertitos” frente a tan lacerante situación.

Lo más grave es que estos establecimientos no solo no eran intervenidos y clausurados por la autoridad municipal, por el Ministerio Público y por las autoridades competentes y sancionadoras de su ilícito funcionamiento, sino que sentaron las bases de la impunidad en un distrito en donde se reclamaba orden y seguridad y nadie los escuchaba.

Las discotecas establecidas en la avenida Anchoveta siguieron derramando su cuota de escándalo y vicio, los moradores se cansaron de protestar, los medios de comunicación se mostraban como los únicos gonfaloneros del orden y la tranquilidad de los vecinos, sin embargo, las componendas y los acuerdos bajo la mesa pudieron más.

Por ello es que los vecinos de esta zona despertaron totalmente sorprendidos el último domingo al advertir que la autoridad edil había clausurado los dos establecimientos que habían quedado como el himno a la impudicia e n ese sector, las discotecas “Eisha” y “Blakmoon” habían sido clausuradas en operativo nocturno del último sábado llevado adelante por las áreas competentes de la Municipalidad de Nuevo Chimbote, con apoyo policial y del Ministerio Público.

El enclave del vicio y el escándalo se había visto diezmado, hacía solo unas dos semana cuando se había clausurado la Discoteca “Katana”, quizás las más conocida y cuestionada de la otrora zona roja, cuyas puertas se cerraron para no volverse abrir más por grave infracción.

Lamentablemente, durante los últimos 20 años los neochimbotanos han vivido engañados por los diferentes alcaldes y funcionarios ediles que frente a las protestas y cuestionamientos de los vecinos por el funcionamiento de estos locales, salían siempre con el manido pretexto de la existencia de acciones judiciales que les impedían tomar acciones contra estos aventureros del vicio y el escándalo.

Alegaban que estaban atados de pies y manos a pesar que los afectados tenían que soportar la música y los gritos hasta las primeras horas de la mañana, mientras que los padres de familias, docente y alumnos del plantel vecinos tenían que estar observando las reyertas y escándalos provocados por féminas y sujetos totalmente intoxicados por el alcohol que les ofrecían en esos locales.

Sin embargo, a pesar que nos hallamos en un escenario similar, los funcionarios de la gestión de actual alcalde Domingo Caldas Egúsquiza no se han detenido en banalidades, no han esperado que alguien les lleve una orden para movilizarse, por el contrario, han revisado los expedientes, han analizado las alternativas legales y han procedido con energía para clausurar las tres discotecas que dominaban la noche en ese sector del distrito.

Y lo han hecho en mérito de un argumento que estuvo siempre allí, que pudo ser utilizado por los ex alcaldes y funcionarios pero que no lo hicieron porque de alguna manera respondían a las componendas con los propietarios.

La sub gerencia de fiscalización y de comercialización de la Municipalidad neochimotana han determinado la clausura transitoria de estas tres discotecas apelando a la grave infracción de funcionamiento fuera del horario especial que rige en toda la provincia, es decir, hasta las 3.00 de la madrugada.

En la actual gestión eran conscientes que los permisos especiales no se han otorgado a estos establecimientos de tal suerte que difícilmente podrían oponerse a este argumento, inclusive, a pesar que el propietario de la Discoteca “Eisha” alegaba que ellos tenían permiso por silencio administrativo, sin embargo, les retrucaron que este permiso caduca a los 12 meses, por lo tanto debería haberlo renovado y al no haberlo hecho sencillamente incurre en grave infracción que implica el cierre de puertas.

De allí que el ciudadano de a pie se pregunta si era tan sencillo acabar con las actividades de un establecimiento que funciona al margen de las normas, ¿Por qué razones no se hizo lo mismo en años anteriores?

He allí una de las razones por las cuales siempre se cuestionó y critico a las autoridades ediles y hasta la misma Fiscalía que estaba en condiciones de exigir a los Municipio a aplicar esta clase de medidas.

Hay que saludar al alcalde Domingo Caldas y, por su intermedio, al equipo de funcionarios que manejan el área de fiscalización y comercialización que no han permitido que las tropelías que se cometían desde esas áreas en años anteriores, sustentados en el poder del dinero, se mantengan como un monumento a la impunidad.

Asumimos que los establecimientos sancionados habrán lanzado a sus abogados en todos los frentes en busca de revertir esta situación, empero, cuando se trabajó en estricto orden legal cuando una autoridad demanda únicamente que se respete la ley y las normas, no existe abuso de por medio.

Hay que hacer la salvedad que nadie impide que funcionen las discotecas, lo que se demanda es que sus propietarios cumplan con las normas de seguridad e higiene, que se cumpla con la protección acústica y con todo aquello que tiene que ver con la tranquilidad, la seguridad y el sosiego de la población u un sector de ella.