Editorial

Editorial: ::: TRAGEDIA PREVISIBLE :::

Los chimbotanos aún no salíamos del asombro ante el dantesco incendio que redujo a cenizas casi 80 puestos del centro comercial La Cachina y ya las noticias nos entregaban otra tragedia de similares características, pero en la vecina provincia de Huarmey.

En efecto, el mercado San Martín, segunda etapa, ubicado junto al mercado modelo de la vecina provincia, ardió en llamas a plena luz del día y los comerciantes no pudieron ni siquiera sacar su mercadería porque la acción de las llamas fue arrasadora y no se detenía en la medida que encontraba material inflamable.

Las imágenes que nos trajeron los medios de comunicación eran elocuentes, el panorama desolador, el desaliento de los comerciantes al ver toda su mercadería reducida a cenizas nos decían todo de lo que había acontecido en ese lugar.

No quedó absolutamente nada de los negocios, afortunadamente, no hubieron victimas mortales, lo que se quemaron fueron los puestos con todo lo que guardaban en el interior, empero, se desconocía las causas del inicio del fuego.

Los peritos de Criminalística de la Policía Nacional que llegaron hasta el lugar señalaron que era muy poco lo que podrían hacer en la medida que hallaron la escena contaminada, es decir, que ya muchos comerciantes habían retirado lo restos y algunos hicieron limpieza, por lo que no podían determinar a ciencia cierta cual había sido el origen del fuego.

Sin embargo, los bomberos voluntarios que llegaron al mercado señalaron que todo indicaba que se trataba de un cortocircuito que había derivado de una chispa que encendió mercadería de algunos de los puestos y las llamas se extendieron con inusitada rapidez que solo dio lugar a que los trabajadores y clientes salieran despavoridos para ponerse a buen recaudo.

Lo curioso es que este dantesco incendio se registró en momentos que, a poco metros, en la Plaza de armas de Huarmey, las autoridades y pobladores celebraban con actividades cívicas la fiesta patronal de esa provincia, por lo que muchos ni siquiera habían advertido la tragedia que se consumaba a pocos metros del lugar.

Ese mismo día, pero ya en nuestra ciudad, en horas de la tarde se registró otro incendio en el A.H. Las Américas” del distrito de Nuevo Chimbote, en donde 5 viviendas rusticas fueron arrasadas por otro incendio en la manzana J.

El fuego se extendió rápidamente y los pobladores solo atinaron a desarmar los ranchos vecinos a efectos de impedir el fuego, el cual finalmente llegó a ser controlado por los bomberos, empero, el dolor y la desolación de las familias afectadas quedó sembrado en el ambiente.

Tampoco se conocen las causas de este siniestro, empero, los testigos señalaron que se llegaron a escuchar algunas explosiones, por lo que se piensa que algún balón de gas de las viviendas afectadas pudo registrar una fuga que originó el fuego.

Estos dos siniestros que dejaron cuantiosas pérdidas sucedieron al incendio que se registró en el centro comercial La Cachina y todos ellos tienen el denominador común de la inseguridad, de la negligencia y la absoluta falta de previsión.

Los mercados, y esto es una constante, funcionan en medio de instalaciones que no han merecido un ápice de mantenimiento, a pesar que sus instalaciones son precarias, los usuarios que acuden pueden verificar que los cables del tendido eléctrico están sueltos, a la intemperie, la mayoría responde a instalaciones informales realizadas por empíricos, en muchos casos hasta por los propios comerciantes, cuando estos trabajos deben ser ejecutados por electricistas.

Son los profesionales o los trabajadores de mando medio que han estudiado la distribución de la energía quienes están en condiciones de poder establecer si tales o cuales instalaciones está conforme, pues los cables tienen cierta resistencia y existe una variedad porque se utilizan, justamente, de acuerdo a la necesidad del inmueble.

De la misma manera, los pasadizos son generalmente interrumpidos con mercadería que los propios comerciantes sacan fuera de su puesto a lo que se suma la presencia de informales que suelen colocarse de un lugar a otro construyendo el desplazamiento de los concurrentes al centro de abastos.

Esto ha sido observado por gente de experiencia, en el caso de Chimbote no vamos a olvidar nunca las palabras de un antiguo Jefe Bomberil quien señaló, hace ya más de una década, que los mercados son una bomba de tiempo y el tiempo le da la razón.

Solo basta que exista un descuido para que se desate la emergencia, pues a estas instalaciones inseguras se suma la presencia de mercadería que se fabrica con material altamente inflamable, de tal suerte que al no adoptarse la medidas de prevención que dicta la autoridad, se exponen a cualquier siniestro o desgracia.

Cierto es que las autoridades municipales no dejan de inspeccionar y fiscalizar estos centros de abastos, en nuestra ciudad se ha dispuesto el cierre temporal de algunos para obligarlos a que subsanen las observaciones,. Empero, esta labor no es total, basta echar una mirada con lo que ha ocurrido en “La Cachina” para darnos una idea que el accionar de los funcionarios es limitado, se concentra en los mercados de mayor extensión y capacidad de convocatoria.

Decimos ello porque de otra manera no se entiende cómo es que funcionaba “La Cachina”, un emporio comercial que, tras el incendio, se comprobó que funcionaba en la más absoluta informalidad y que no había sido materia de una fiscalización rigurosa como se hizo con otros centros de abastos.

Así las cosas es evidente que estábamos ante una tragedia previsible, una desgracia que estaba a la vuelta de la esquina porque tanto en Chimbote como en Huarmey se le ha otorgado demasiadas concesiones a estos comerciantes, no se les ha hecho entender que las mejoras en sus instalaciones solo redundan en beneficio de ellos, los previene de un riesgo mayor y posiblemente trágico.

Esperemos que estos terribles incendios que han dejado millonarias pérdidas hagan escarmentar a los comerciantes, son ellos los llamados a dar ese paso de la prevención que es indispensable cuando se realiza una actividad comerciales intensa.