EXPERIENCIA
En toda actividad los hombres deben pagar lo que se conoce como un “derecho de piso”, especialmente cuando consiguen algún empleo y son llevados a áreas en la cuales jamás se han desempeñado y los llevan a cometer errores que, incluso, les cuesta el empleo. Algo de esto ha sucedido con el ex candidato al congreso de la república por la lista de Ancash del partido Morado, Luis Alfonso Sparrow Alamo, un conocido profesional de nuestra ciudad que acaba de ser excluido por el Jurado Nacional de Elecciones de la contienda electoral. Es evidente que el ex candidato no ha sido retirado por que se le ha encontrado alguna sentencia o porque ha cometido algún hecho reñido por la ley, por el contrario, se trata de la nueva casta política en la que el país estaba esperanzado que cambie el escenario lúgubre del Congreso en nuestro país, más aun cuando en Áncash tenemos pésimas experiencias por haber elegido a una candidata como Yessenia Ponce que ya todos saben dónde ha terminado. Lamentablemente, Sparrow incurrió en un error involuntario, por desconocimiento de una sucesión en su entorno familiar que las autoridades electorales no lo estimaron así. Hace muchos años sus progenitores hicieron una declaratoria de herederos que lo coloca como propietario de un 10’% de la casa de sus padres en la cual ya no vive ni está ligado porque ha labrado su propio patrimonio. Es evidente que es un tropezón que enseña mucho en la vida, que le servirá para que más adelante, en su trayectoria política no vuelva a incurrir en las nebulosas de una ley electoral que está sacando de carrera a los mejor llamados a reemplazar el nefasto congreso del año que termina. En estos casos no queda recular sino parafrasear ese conocido adagio que dice “a mal tiempo, buena cara”.
BRONCA
Ya deben estar que se jalan los pelos los altos mandos de la Policía local no solo con las inconductas de los efectivos que a lo largo del año han sido sorprendidos cobrando coimas y enviados al Penal, sino que ahora deben tolerar los enfrentamientos cuerpo a cuerpo de dos miembros de la institución, es decir, al más puro estilo de dos sujetos de callejón. Si ya tenían mucho con la mala imagen de las celadas a sus efectivos, ahora tienen demasiado con la bronca en la que se enfrascaron un sub oficial con un alférez en plena vía pública. Hasta donde se ha informado, esto es consecuencia de un triangulo amoroso, pues el Sub Oficial Marco Aurelio Calderón Cabanillas sorprendió en su propio domicilio a su esposa con el Alférez Juan Pastor Obregón. Se sabe que esta relación subterfugia era conocida en medios policiales, por ello la indignación del subalterno que no reparó en grados o posiciones y defendió su dignidad a golpes. Eso será materia de las investigaciones administrativas, es la vida personal de los protagonistas, lo que tiene que investigar la Policía es la presencia del Alférez en una vivienda de Chimbote cuando debería estar en su puesto de la Comisaría de Jimbe. Es el jefe de esa dependencia y ese día, según las versiones policiales recogidas ayer, estaba de servicio, entonces si no estaba en su despacho eso se llama “abandono de destino”. Algo así como que todos los peruanos le pagamos el sueldo a un oficial de la Policía para que vaya a ver a la mujer que le quita el sueño. No puessssss…….
GESTION
Tal parece que le quedó ancho el encargo al decano del Colegio de Abogados del Santa quien quiso compartir con sus agremiados una fecha tan especial como la Navidad y organizó la tradicional Chocolatada para los hijos de los agremiados menores de 10 años. Y lo hizo en un centro educativo de la zona conocida como Caleta Nueva pero tal parece que los cálculos los hizo al revés. Lo cierto es que la alegría del evento se convirtió en un trago amargo para algunas madres que acudieron con sus niños y debieron salir con las manos vacías y con la promesa que se presenten al día siguiente en la sede institucional de la primera cuadra del jirón Elias Aguirre para que le hagan entrega del regalo al niño pues se habían terminado. Finalmente, ni el día siguiente ni el posterior atendieron a las beneficiarias, lo más prudente era evitar un mal momento, los gastos o perdida de tiempo y confesarles la verdad, es decir, que no estaban en condiciones de poder cumplir con lo que les ofrecieron y asunto terminado. En estos casos es mejor decir las cosas por su nombre.