Editorial

EDITORIAL: ::: RESULTADO PREVISIBLE :::

El presidente del Instituto Nacional Penitenciario, Gerson Villar Sandy, llegó anteayer a nuestra ciudad para cumplir una visita de trabajo que consistía en reforzar las medidas de seguridad y protección de la salud en el Penal de Cambio Puente, ante la aparición de un brote epidémico de COVID 19 que se ha detectado en el recinto penitenciario.

Para el efecto, el funcionario llegó con un lote de equipos de protección personal, entre mascarillas, guantes y trajes, así como pruebas rápidas para los internos, además de adoptar otras medidas que hagan frente a la difícil situación que afronta el recinto penitenciario de Chimbote.

Es evidente que la presencia del titular del organismo encargado de administrar y dirigir el sistema penitenciario del país, obedecía a la crítica situación que se registra en el Penal de Cambio Puente luego que se detectaran los primeros casos de reclusos contagiados con el COVID 19 y la violenta propagación del virus.

Junto con los internos, también el personal penitenciario se ha visto expuesto a esta pandemia y ello es consecuencia del contacto permanente con los reclusos y quienes laboran en condiciones precarias, absolutamente expuestos a la enfermedad debido a la carencia de mascarillas, guantes y otros aditamentos.

Ya no se trata solo de 12 agentes penitenciarios y 20 internos contagiados con el nuevo coronavirus, sino que estamos ante una situación mucho más angustiante en la medida que existen hasta cinco reclusos que han fallecido como consecuencia de esta enfermedad.

No se puede olvidar que un interno que purgaba carcelería por un sonado caso emblemático de Chimbote, falleció en su celda y sus estos no eran retirados por espacio de varias horas, lo que ciertamente contribuyó a la propagación del virus en la población penitenciaria.

Sin embargo, esto ocurrió mucho después que se detectara dos primeros casos en el penal de Cambio Puente cuando se denunció oportunamente que dos detenidos que se hallaban en la prevención, es decir, que no habían ingresado a una celda, fueron detectados como positivos para el coronavirus, sin embargo, pese a tenerse esta información no se actuó con la debida diligencia para detener el contagio.

Ello a pesar que se sabía que estamos ante una pandemia que ha sido generada por un virus sumamente agresivo que se expande rápidamente y nadie se acordó, salvo los medios de comunicación que en su momento advertimos que el Penal era una bomba de tiempo, que este recinto era caldo de cultivo para la nueva cepa del coronavirus que tiene en vilo a la humanidad.

En efecto, una de las primeras medidas que dictó el gobierno para hacer frente a esa epidemia, poco antes del aislamiento obligatorio, fue el distanciamiento social, aquella medida que busca evitar la conglomeración y congestión de personas, aquella que advierte que lo mejor es evitar el contacto y anular la posibilidad de actividades en donde la gente se reúne, de tal suerte que se clausuraron los cines, los estadios, las discotecas, las clases escolares y universitarias, es decir, todas aquellas que generaban concentración de personas.

Sin embargo, ¿alguien se acordó en ese omento de los Penales? ¿Alguien no advirtió que uno de los puntos más tugurizados en el país son los Penales?¿Porque el Ministro de Justicia o el Presidente del INPE no tomaron previsiones en ese momento? ¿Por qué no demandaron se les asignen las mascarillas, guantes y otros aditamentos necesarios para protegerse de un posible contagio?

Vean ustedes, día 43 de la emergencia nacional y recién llega a Chimbote el jefe del INPE, recién se trae equipos de protección. ¿Acaso no sabían las condiciones de hacinamiento del penal de Chimbote?? ¿Acaso no sabían que muchos reos padecen tuberculosis y por ello son presa fácil del COVID 19?

Estamos convencidos que si lo sabían, pero no hicieron nada porque, como ocurre con cientos de peruanos, minimizaron el tema, pensaron que el COVID 19 haría solo cosquillas a los reclusos, pero se equivocaron y reaccionan demasiado tarde. El de Cambio Puente, como de todos los penales del país, era un resultado previsible. Ya no vale llorar sobre la leche derramada, que los responsables del brote asuman sus responsabilidades.

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