Opinión

EL RETO DE LA EDUCACIÒN VIRTUAL (II)

En la primera parte del artículo, publicado el pasado lunes, hacía referencia a la novedad en la que nos encontramos con esto de la Educación Virtual, por lo que andamos algo revueltos y decía que era lógico que así fuera ante lo que significa pasar de sopetón de un proceso educativo tradicional a otro novedoso y bastante desconocido.

Los papás tenemos que ir entendiendo que toda novedad implica una alerta, y que cuando esa novedad lleva implícita un cambio, nos pone sistemáticamente en situación de rechazo, pues normalmente y por naturaleza no solemos ser muy proclives a los cambios. El género humano ha tenido que luchar a través de los siglos, superándose continuamente, guardando, protegiendo y defendiendo sus conquistas, ante lo nuevo y desconocido, por lo supuestamente dañino que pudiera resultar. Pondrè un ejemplo actual: en muchos centros, el sistema educativo ha estado prohibiendo a sus alumnos la utilización de los teléfonos móviles, o las táblet, porque podrían ser distractivos, en vez de considerarlos como un elemento de aprendizaje, y potenciar entre el alumnado su correcta utilización, que como ahora vemos no sólo sirven para jugar, sino que se trata de un excelente medio de formación. Bueno, eso lo hemos visto todos antes, sólo que quienes propugnaban su prohibición, valoraban más la disciplina férrea que lo que ofrecían las nuevas tecnologías. Pues bien, ahora con lo de la virtualidad educativa está pasando algo parecido. La objetamos porque estamos habituados a la tradicional presencial, o sea es una novedad y no somos muy proclives a ese cambio, aunque poco a poco, según van transcurriendo los días vamos aceptando algunos aspectos diferenciales. Otros aspectos no tenemos porqué validarlos, como por ejemplo el estar todo el santo día recibiendo mensajitos, como en estos momentos que son las 20’30h y no hacen más que llegar comunicaciones sobre horarios, cambios, tareas y otros aspectos formativos, cuando la jornada educativa se inició a las 9:00 h.  Eso es intolerable. Con ello, lo único que se consigue es estresar, cansar y llevar al hartazgo a los sujetos destinatarios finales, que no son otros que papá, mamá y los niños/as. Lo mismo que si no se exige puntualidad, esa virtud extraña en el país. Hay que potenciarla en todos, profesores y alumnos, tanto al empezar la clase virtual como al finalizar, para no montarse sobre la clase siguiente. Siguiente, que debería iniciarse tras un pequeño intervalo o “break” después de finalizada la anterior, con el objeto de dar pequeños descansos a los que también son pequeños y por lo tanto bastante frágiles. Clase que debe tener una duración menor a la presencial, no excediendo los 40 minutos, período máximo de atención continuada de un niño ante una pantalla. Pasar lista de los alumnos al inicio y durante la clase para confirmar a los presentes y descartar a los posibles “desertores” pues los peques se las saben todas. Comento todas estas actitudes que el maestro/a ya conoce, para conocimiento de los papis que no tienen por qué saberlas.

La diferencia entre una clase presencial, como son las que siempre se han impartido en el aula, y la virtual a través del ordenador, radica en que la primera es real, mientras esta última tiene una existencia aparente y no es real. Esto quiere decir que mientras la primera se desarrolla en tres dimensiones (ver, sentir y tocar lo que se tiene delante, como el maestro, carpetas, pizarras, colegas, etc), la virtual sólo se desarrolla en dos dimensiones, ante una pantalla plana (podremos ver y oír pero no verificar la autenticidad, tocando). Esto hace que el contexto espacial y humano de los alumnos ante una clase virtual en casa sea muy diferente a una presencial a la que los niños/as están habituados, suponiendo aquella (la virtual) estímulos, metodologías y solicitud de habilidades diferentes en campos como la autonomía, flexibilidad, concentración, distractibilidad, trabajo en equipo, liderazgo, elección de recursos para trabajos, resiliencia, etc. Es por ello que ambas no son comparables, ni en el tiempo, ni en el desarrollo, ni en el contenido, ni en el coste.

Para que la educación virtual sea tal debe contener en su seno, tres características principales: Comunicación, Flexibilidad y Autonomía. Explicaré cada una de ellas. La Comunicación se entiende como la relación directa entre profesor y alumno, siempre en ambas direcciones: Profesor-Alumno, Alumno-Profesor, por un medio virtual (Imágenes y Sonidos) como por ejemplo Meet o Zoom . Esa comunicación deberá ser Sincrónica (directa) y Asincrónica (Indirecta). Es Sincrónica cuando el profesor imparte su clase e interactúa con imagen y sonido con los alumnos y Asincrónica cuando el profesor deja unas lecturas, ejercicios, trabajos o materias que los alumnos deberán revisar. La comunicación Sincrónica será de 560 horas pedagógicas (45 minutos cada una) y la Asincrónica tendrá 390 horas pedagógicas (45 minutos cada una).

Decimos que es Flexible cuando se permite a los estudiantes utilizar sus tiempos para manejar y distribuir los trabajos que le han dejado. Igual que el profesor interactúa con los alumnos el alumno tiene que utilizar su tiempo interactuando con lo que le ha dejado el maestro. También el alumno posiblemente tenga un solo ordenador en casa para toda la familia y tendrá que flexibilizar su tiempo de disposición del útil.

Finalmente, la Autonomía es en la educación virtual una de sus principales características. Esta competencia se va a desarrollar en los muchachos a muy temprana edad pues la van a necesitar en su vida profesional de adulto. Consiste en disciplinarse, imponerse un horario y marcarse unos objetivos para cumplimentar los aprendizajes que el curso les plantea. La autonomía es una de las competencias que menos se han desarrollado en la educación presencial, pues ha sido muy estática y excesivamente rígida, tutelando en demasía la priorización y organización de los tiempos del estudiante.

Si usted le pregunta a su hijo/a que prefiere, clase presencial o virtual dirá sin dudar, presencial, por la sencilla razón de que es sociable, necesita a sus amigos/as, vive en tres dimensiones (y alguno/a hasta en cuatro), posiblemente esté iniciando la pubertad y además está en cincuentena, con los problemas que eso conlleva. De todas las maneras, bienvenida sea la educación virtual, que sirve para aproximarnos a la realidad de la vida y es una forma alternativa, no como sucedáneo, sino como suplemento en estos momentos de zozobra, para una vez conseguida la normalidad ocupar el verdadero puesto que le corresponde: ser un excelente complemento de la educación presencial.

Moraleja: A falta de pan, buenas son las tortas.

 

Así sea. EL VIGÍA

 

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