DESEMBARCADERO
En la última intervención realizada por la DIRESA en el Desembarcadero Artesanal de Chimbote, las imágenes nos trajeron escenarios sumamente anecdóticos pero que dicen mucho del estado de ánimo que existe en diversos sectores de la ciudad. Ello porque el Desembarcadero es uno de los puntos de concentración de personas, allí la venta diaria de pescado concita la acumulación de las personas, por ende, es “caldo de cultivo” para el COVID 19. Por ello las autoridades decidieron intervenirlo como lo hacen en los mercados y sometieron a pruebas rápidas a sus comerciantes y trabajadores. A final de poco más de 100 tamizados arrojaron que la mitad eran positivos y fueron invitados a pasar cuarentena en los hoteles que ha contratado el Gobierno Regional hasta que echen el virus y se recuperen. Solo 9 de los más de 50 positivos accedieron y los demás comunicaron a las autoridades que harían esta cuarentena en sus domicilios, lo que generó la incomodidad no sólo de los miembros del sector salud sino del administrador del Desembarcadero que lanzó duros calificativos a este grupo de personas a los cuales echó del lugar porque consideraba que al no cuidarse exponen a su centro laboral al cierre y les gritaba “Lárguense de aquí, no los quiero ver”. Se justifica el ánimo destemplado del administrador en la medida que no es posible que los asintomáticos que riegan el virus por las calles y establecimientos de Chimbote, no acepten la cuarentena en establecimientos de hospedaje en donde tendrán de todo, alimentación, alojamiento gratis por 15 días y, sobretodo, la posibilidad de recuperarse sin que puedan contagiar a sus familiares u otros. Lamentablemente, esa gente sabe que son agentes de transmisión de la peor enfermedad que ha atacado al mundo en muchos años pero no quieren colaborar cumpliendo las recomendaciones de las autoridades que nacen de las disposiciones médicas que rigen en todo el mundo. Una verdadera pena.
IRRESPONSABLES
Ocurre que estos personajes que han adquirido el virus pero que no tienen síntoma alguno que los delate, no quieren acudir a los hoteles porque allí existe el personal que no permitirá que salgan a las calles, que estará atento a que no violen el aislamiento. Les importa un comino si ponen en peligro la salud o la vida de terceros, incluidos a sus propios familiares, entre los cuales puede haber cuadros vulnerables, como personas de la tercera edad o con cuadros clínicos que los exponga a situaciones realmente graves. Uno de estos casos se descubrió anteayer en el mercado de contingencia de Nuevo Chimbote, en donde existen algunos comerciantes que antes estuvieron en el mercado Buenos Aires y que conocen “quienes son quienes” en ese centro de abastos que ha sido cerrado al detectarse 18 casos positivos. Estos comerciantes identificaron a otro comerciante del mercado Buenos Aires y sabían que este individuo había arrojado positivo pero se negó a acudir a la cuarentena en los hoteles, dijo que lo haría en su domicilio. Pero, a pesar de ello, fresco como una lechuga, se apareció en el mercado de contingencia del Polideportivo, a pesar que de esa forma solo estaba regando el virus, exponiendo la salud y la vida de las personas que concurren a este centro de abastos. Por ello es que la administración de este establecimiento lo retiró del lugar, pues llamaron a la Policía, pero nunca llegó. Y estaban en su derecho, si una persona está contaminada por un mal que puede ser contagioso y pese a ello expone a otros que no conocen de su situación, incurre en delito contra la salud. Ya es momento de sancionar a quienes nos obligan a mantenernos en prolongadas cuarentenas porque esparcen el virus con esta clase de actitudes necias y temerarias.
AL PAN, PAN
Los funcionarios de la comuna provincial, con asistencia del Ministerio Público y entidades del sector salud, estuvieron bastante movidos en los últimos días, supervisando establecimientos públicos como Farmacias, pollerías y hasta panaderías. Ocurre que el pan es un elemento indispensable en la mesa popular y estos establecimientos han seguido funcionando durante la pandemia, por ello era indispensable supervisarlos porque la manipulación de los insumos debe estar sujeta a protocolos sanitarios, incluso, la distribución de los productos. Sin embargo, en el 21 de abril hallaron una panadería que trabajaba hasta en la calle, las canastas y bolsas estaban en veredas y pistas, en contacto con bacterias y virus que pululan en las arterias. Es el colmo de la dejadez y la temeridad de los dueños de ese negocio porque es consciente que está poniendo en peligro la salud de las personas que consumirán esos panes. Esperemos los sancionen como corresponde.