Editorial

EDITORIAL ::CON MUCHA VOLUNTAD::

Basta ver las cifras que nos proporciona la autoridad de salud del país, con respecto al avance de contagios diarios y el número de fallecidos, para tener una idea que el COVID 19 es la peor tragedia que nos pudo ocurrir en los últimos años.

Incontenible y cada vez más agresivo, este virus ya ha acumulado más de 4,500 muertes en los últimos dos meses y medio, desde que se inició la emergencia, mientras que la cifra de contagios ha superado los 170 mil y ya se parece a las que mostraban países altamente infectados como España o Italia, por Europa, o Brasil en nuestro mismo continente.

Se dice que las cosas se ven de acuerdo al cristal que se le mire, empero, en el tema del COVID no hay otro cristal que el de la frialdad de las cifras de muertos y fallecidos, sin embargo, pese a la supuesta imbatibilidad, pese a la agresividad y acometida de este virus que es un asesino invisible, existe otro lado que se muestra como la otra cara de la medalla, aquel que tiene a gente que no agacha la cabeza y se enfrenta con valor y mucha fe y esperanza a la peste de este siglo.

Nos estamos refiriendo no solo a los médicos y enfermeras que son nuestros valerosos héroes que en primera línea detienen la embestida del virus, sino a quienes habiendo sido infectados con esta enfermedad, le hacen frente y consiguen derrotarlo no permitiendo que consigan su objetivo letal.

Uno de estos casos nos trajo ayer la prensa al dar cuenta del caso de un hombre de 50 años que acaba de dejar la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Regional “Eleazar Guzmán Barrón” de nuestra ciudad, luego de permanecer en ella 24 días, batallando duramente contra la muerte.

El hombre, llamado Juan De Dios, ingresó al nosocomio con un cuadro de infección respiratoria severa y, debido a la falta de oxígeno, fue ingresado a la Unidad de Cuidados Intensivos en donde recibió un tratamiento en base a ventilación y antibióticos del cual, a decir verdades, muy pocos son los que lo superan.

Sin embargo, Juan De Dios, haciendo gala de su nombre santificado pudo salir airoso de este cuadro de suma gravedad y ha demostrado a los chimbotanos que si es posible vencer a este virus asesino, que no nos podemos dejar de vencer por la falta de voluntad y optimismo y que tenemos que pensar que para vivir hay que luchar.

Este es el mismo caso del anestesiólogo de hospital III de Essalud, John Castro Gómez, quien hace algunas semanas fue trasladado a la capital de la republica en busca de la ayuda especializada que lo arranque de la garras de la muere y, afortunadamente, ello ha sido posible. Gracias a que el propio hombre de medicina puso mucho de su parte para vencer a la muerte encarnada bajo el ropaje de un virus mortal.

Y es que nadie puede darse por vencido cuando por alguna u otra circunstancia se infecta con este virus, no podemos echarnos a llorar y menos preocuparnos pues eso es lo que quiere este mal, que nos dejemos llevar por la depresión y que nuestras defensas bajen para hacer presa fácil de nuestros principales órganos, especialmente los pulmones.

Esa es la manera como debemos afrontar lo que nos queda de la crisis sanitaria en el país, ponerle otra cara a la desesperación, a no dejarnos ganar por una angustia que no tiene lugar en este momento, olvidarnos de la depresión y poner todas nuestras vibras y energías para superar el mal.

El buen estado de ánimo es fundamental en estos momentos de la pandemia, eso no podemos olvidarlo, solo la fuerza de voluntad y las ganas que le ponemos todos a los problemas nos podrá alejar de la sombra de la muerte que trae este virus. Juan De Dios y John Castro son ejemplos para los chimbotanos que nos dicen que es posible derrotar a ese virus y todos debemos tener la suficiente capacidad para conseguirlo.