Hace tres meses que se suspendieron las clases presenciales por causa de la pandemia originada por el nuevo coronavirus y poco a poco se van afianzando las nuevas técnicas educativas para el desarrollo del proceso formativo en los estudiantes de los distintos niveles de inicial, primaria, secundaria, universitaria y profesional. Tanto alumnos, como padres y profesores seguimos acomodándonos, como digo al principio, a las nuevas situaciones a que todos nos hemos visto avocados por la coyuntura que estamos atravesando. Y digo atravesando, pues digan lo que digan, meseta irregular (nuevo concepto médico-geográfico) incluida, nos encontramos en pleno desarrollo del ya largo proceso pandémico, que ha provocado un agresivo virus, en bastantes casos asintomático, que ha sido capaz de, por una parte, poner en evidencia las deficiencias de un sistema de salud, sin lo más elemental como puede ser el oxígeno, tan abundante y barato en la naturaleza, o las mismísimas mascarillas, y por otra, la inutilidad manifiesta y demostrada de sus más altos gestores. Y todo esto, sin hacer mención a los héroes, todos, absolutamente todos los que nos han dejado, cuando nuestras élites nos hablan de los adelantos de que disponemos, incluidos los próximos viajes interplanetarios, en los que ellos deberían tener boleto preferencial.
Pero, volvamos a nuestra educación y concretamente a la virtual. Para ello deberemos tener presente lo que quiere decir “virtual”, que significa que solamente existe de forma aparente y no es real. Esto es lo que ocurre cuando nos situamos ante una pantalla plana y vemos unas imágenes que nos reflejan unas formas de cosas o personas de manera aparente pero no reales. El tipo de educación virtual que actualmente se practica pertenece a la tercera generación de lo que se conoce como educación remota. En un principio la educación remota o a distancia, se inició por allá de los años sesenta del siglo pasado cuando el alumno que no podía asistir presencialmente a las clases recibía por correo en su domicilio los libros y útiles necesarios para su formación. Posteriormente, en una segunda etapa a finales de los años noventa, a esa educación remota se le adicionan casetes, vídeos, cd’s, etc.etc. para continuar su formación desde casa. Finalmente llegamos a la actualidad con la aparición de las nuevas tecnologías, Internet, correo electrónico, almacenamiento en la nube, navegación web, etc.etc. que es lo que “disfrutamos”en la actualidad.
Una vez situados en los años veinte del siglo XXI, y por los motivos ya conocidos nos hallamos iniciando nuestra inmersión en la denominada nueva educación virtual, que sin duda tiene como todas las cosas sus ventajas y sus inconvenientes, sin intentar establecer comparaciones porque a nada nos conducirán. De sus ventajas e inconvenientes podremos sacar nuestras propias conclusiones, pero como partida siempre tendremos que tener presente que todos, absolutamente todos los involucrados en el sistema virtual, estamos iniciando una nueva andadura con un nuevo sistema y por lo tanto estamos algo verdecillos, sin duda los niños bastante más que los papis, y éstos más que los profes. Pasando a las ventajas, cabe resaltar que el poder acceder a una información de carácter académico con inmediatez lo es. Como también lo es la flexibilidad con el manejo del tiempo a la hora de estudiar y también el lugar preferido para conectarse y seguir la clase. Otro aspecto positivo es la autonomía que ofrece al alumno para en los casos de “asincronía” (cuando no hay conexión en directo con el profe) determinar la organización del tiempo de estudio. En síntesis estas son las principales ventajas que ofrece la educación virtual en línea, que sin duda como todas las cosas tendrá sus excepciones. Por ejemplo: en el caso de los niños de primaria, y secundaria la ventaja de autonomía en su laborar requiere bastante trabajo de control, bien a distancia del profesor, o presencial de los papás, para que los muchachos adquieran el hábito necesario de horario e intensidad en sus trabajos, pues podríamos encontrarnos con sorpresas inesperadas, como la falta de laboriosidad del alumno.
En lo referente a las desventajas hay que centrarlas en aquellos alumnos, sobre todo de primaria, acostumbrados a un acompañamiento presencial continuado y con problemas de concentración en los que la acomodación a la educación virtual será lenta y necesitará el constante apoyo de sus profesores y allegados. Otra de las desventajas, no para los niños sino para los adultos, es que dado que en Internet no hay fronteras geográficas se puede acceder a programas internacionales cuya validación de los títulos cursados no sean reconocidos en sus respectivos países.
En la educación virtual cabe distinguir dos aspectos fundamentales: la “sincronía” y la “asincronía”. El primer aspecto hace referencia a la posibilidad de la comunicación virtual en directo del profesor con sus alumnos y de éstos con aquel, tanto en imagen como en sonido, a los que imparte su clase, motivándolos y estimulándolos, para recíprocamente, recibir de los alumnos sus dudas y requerimientos. Y decimos que la comunicación es “asincrónica” cuando no hay presencia animada del profesor sino simplemente de la plataforma del sistema en la que el alumno encuentra lecturas, actividades o sugerencias dejadas por el profesor para su realización.
Hay que tener claro que el aprendizaje en línea no elimina otros tipos de enseñanza, ni debería anularlos, pues no es más que una de las múltiples formas de aprendizaje que puede recibir una persona. Pero lo que sí es evidente es que la enseñanza en línea es la más adecuada en los momentos actuales para poder acercarse a los estudiantes.
Resultará de interés saber que una clase virtual en línea requiere muchísimo, pero muchísimo más trabajo de elaboración y preparación por parte del profesor que una clase presencial, pues suele ir acompañada del trabajo en plataforma que normalmente ha sido elaborado por el mismo profesional. Aunque a decir verdad también los hay que confunden los términos y sus clases carecen de ritmo, tiempo, motivación y estímulo alguno para los alumnos, limitándose a un bla, bla,bla, con la consiguiente pérdida de tiempo, para después tratar de justificarse con una seudo “retroalimentación” voluntaria, que no es tal sino una segunda clase de lo que no se hizo en la anterior. La retroalimentación consiste en potenciar al estudiante para que obtenga mejores resultados, estimulándole, insuflándole nuevos ánimos y confiando en sus capacidades, para lo que la actuación de profesor y padres resulta fundamental.
La puntualidad es condición imprescindible en todos, docentes y discentes, pero no sólo a la hora de empezar sino también a la de terminar, que debe ser siempre a la hora prevista, para evitar montarse sobre la clase siguiente, con lo que se origina molestia y estrés en alumnos y colegas. Finalmente, los expertos nos dicen que no solo el sentido común, sino también la psicología, recomienda un pequeño “break” o descanso entre clase y clase, como se hace en las presenciales y en estas obviamente con más motivo.
Moraleja: El mejor medio para hacer bueno a un niño es hacerlo feliz.
Así sea. El VIGÍA.