La elección del R.P. Juan Roger Rodríguez como nuevo rector de la Universidad ULADECH Católica no solo genera una justificada tranquilidad y sosiego para su numerosa comunidad educativa y para el pueblo de Chimbote, sino que marca un hito en la historia de la que se considera es una de las casas de estudios superiores por antonomasia en nuestro Puerto.
No puede ser de otra manera si tenemos en cuenta que su democrática elección no solo es la expresión de la decisión soberana de sus estamentos sino porque se produce en un momento bastante difícil y complicado para la institución.
Y no nos referimos sólo al hecho que esta renovación de cuadros directivos se realizó en medio de una pandemia que está dejando serias secuelas no sólo en nuestra ciudad, en la región y el país, sino que está sembrando una secuela de cuadros graves en la salud y generando muertes entre miles de personas en todo el mundo.
Nos estamos refiriendo a la crisis institucional en la que se debate la Universidad luego que a fines del año pasado la Sunedu la descalificó tras no aprobar su licenciamiento y disponer su cierre absoluto dejando a miles de estudiantes en absoluta incertidumbre sobre su futuro estudiantil.
Esa fue solo la consecuencia de una pésima gestión de las autoridades que han dejado el cargo y que se encaramaron en el mismo por más de 25 años con los nefastos resultados por todos conocidos.
Esto es evidentemente parte de la historia negra de la Universidad, empero, en esta oportunidad tenemos que hacer referencia a la “papa caliente” que está dejando el ex rector luego que en los primeros meses de este año llegara a un acuerdo formal con la Universidad Católica de Trujillo para fusionarse y de esta manera impedir que la carrera universitaria de los estudiantes se truncara.
Este acuerdo fue anunciado con todos los protocolos respectivos y se puso en vigencia antes que se desate la pandemia del Covid 19, mucho antes que se conozca que la vida y el futuro de todos se alteraría radicalmente con esta emergencia nacional y que, para cualquiera que sabe honrar compromisos, no debería significar nada salvo la pérdida de tiempo.
Sin embargo, esto no fue así en la ULADECH pues el ex rector aprovechó esta coyuntura y, esencialmente, las normas legales extraordinarias dictadas por el gobierno, para desconocer el convenio de fusión, para tirar al tacho de la basura un acuerdo formal y acogerse a nuevos plazos que ha otorgado la Sunedu para que las universidades que no fueron licenciadas puedan levantar las observaciones que las dejaron fuera de la formalidad.
Aun cuando nadie lo quiere reconocer, se sabe en los medios periodísticos que está actitud alevosa de las ex autoridades género la lógica reacción de la universidad trujillana que se sintió burlada y ha solicitado medidas cautelares para defender un acuerdo sancionado dentro del marco de la ley y en función de la libre voluntad de dos partes.
Esta es la herencia que recibe el nuevo Rector de la ULADECH, tendrá que lidiar no sólo con instituciones que se han visto afectadas por un mal proceder de sus antecesores sino que deberá decidir qué es lo que más le conviene a la Universidad chimbotana, pues si es posible dejar sin efecto la fusión se tiene que plantear y negociar, como cualquier persona civilizada que es consciente que cuando existe una obligación hay que cumplirla y si en caso existe la necesidad de revisarla debe hacerse dentro de un marco legal y no procediendo de manera abrupta y prepotente.
Le deseamos mucha suerte al nuevo Rector Juan Roger Rodríguez, conocemos de sus calidades personales e intelectuales, somos conscientes que es el más indicado para salir del atolladero en el que se encuentra la ULADECH, estará en condiciones de recobrar la condición católica de este centro de estudios y contar con el apoyo de la Diócesis de Chimbote.
Si en algo le sirve o alcanza, le hacemos llegar nuestro respaldo y participación en lo que fuera necesario, somos chimbotanos por esencia y por ello reclamamos lo mejor para nuestras instituciones de vanguardia, como la presencia de un hombre capaz y exitoso como el padre Juan Roger Rodríguez.