Opinión

LAS VACUNAS Y LAS PANDEMIAS

La semana pasada comentaba la necesidad de la utilización de las vacunas para prevenir las pandemias y decía que son muy pocos los virus para los cuales los hombres utilizan medicación ya que por una parte no suelen estar a nuestro alcance y por otra que sólo funcionan cuando la enfermedad ha sido detectada en su comienzo. Como el tema de prevención no suele estar muy extendido hace que los virus puedan producir grandes daños. Veamos algún ejemplo: la varicela puede producir daños cutáneos e incluso cerebrales y el herpes zoster lo mismo, y para  las paperas, rubeola y fiebre amarilla sólo existen vacunas, pues no hay forma de tratarlas cuando ocurren. Así vemos como la rubeola congénita produce en los niños ceguera o retardo mental, la tuberculosis pulmonar puede originar la muerte, y el sarampión deja a la persona sin defensas.  Sin embargo, los niños y personas mayores con la vacuna de la Influenza(gripe) y del Neumococo(neumonía) se enfrentan mejor a esas enfermedades. Por ello podemos aseverar que es cierto el dicho “ más vale prevenir que lamentar” y que la única forma de prevenir es mediante la vacuna, para evitar la proliferación de morbilidad y elevados casos de defunción. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que gracias a las vacunas se evitan cerca de tres (3) millones de muertes al año, pero que si su implementación se potenciara se podrían evitar otro millón y medio (1,5) más.

Los primeros datos de que disponemos acerca del inicio de la vacunación en el mundo la sitúan en China en el siglo X, y precisamente para la viruela. Pero la primera información escrita está datada en el siglo XV, también en China. Esta vacuna consistía en la insuflación vía nasal de pústulas secas de viruela en forma de polvo para combatir los casos incipientes de esa enfermedad. Con posterioridad en 1718 la aristócrata Lady Montagú, tras uno de sus numerosos viajes, llevó noticias a Inglaterra de que en Turquía había visto como las gentes se inoculaban pus proveniente de las vacas que sufrían la viruela. Posteriormente inoculó a sus propios hijos.

Más tarde, a finales del siglo XVIII (1796), cuando la viruela azotaba Inglaterra, el médico rural Edward Jenner observó que las mujeres que ordeñaban las vacas infectadas, adquirían una viruela leve, que más tarde les evitaba adquirir la viruela común. Más tarde se comprobó que la viruela bovina es una variante leve de la mucho más dañina viruela humana. A la vista de ello Jenner, tomó viruela bovina de las manos infectadas de una granjera y la inoculó mediante una inyección en el brazo de un niño de ocho años llamado James Phipps, que quedó infectado con todos los síntomas de la viruela bovina, para cuarenta y ocho días más tarde, una vez recuperado totalmente de la enfermedad, volver a ser inoculado, pero esta vez con viruela humana, sin volver a manifestar síntoma alguno de enfermedad. A partir de entonces, demostrada la mayor seguridad ofrecida por la inoculación de la viruela bovina sobre la viruela humana por insuflación nasal, en Inglaterra (1840), se prohibió esta última. Desde entonces este procedimiento se fue implantando en toda Europa y parte de América, aunque con algunas discrepancias con sectores conservadores y religiosos. Unos años más tarde (1880) el químico Louis Pasteur, a la vista de los experimentos de Jenner, desarrolló las vacunas contra el cólera aviar y el ántrax, y en su honor las denominó vacuna y vacunación, términos provenientes de la palabra vaca. Más tarde ya en el siglo XX se han desarrollado vacunas para combatir el sarampión, la difteria, las paperas y la rubeola. Ya en los tiempos actuales son varias las vacunas que se hallan en período experimental para combatir el Sars Covid-2. La primera y única hasta ahora aprobada por un gobierno es la denominada Sputnik V, desarrollada por científicos rusos, que si bien se halla iniciando la fase III de su investigación con 40,000 voluntarios, acaba de publicar hace tres días los resultados de las dos fases anteriores, y según la prestigiosa revista científica inglesa The Lancet con unos resultados de seguridad  e inmunización a largo plazo elevados. El resultado final de la fase III está previsto publicarse entre Octubre y Noviembre próximos. La vacuna está basada en vectores de adenovirus (resfriado común humano) que contiene el material genético de la capa exterior del coronavirus. Este sistema se ha venido investigando desde hace más de 15 años, como es la vacuna contra el Ébola y el anticanceroso Gendicine utilizado en China desde hace 12 años. En esta nueva vacuna se utilizan dos adenovirus en dos dosis separadas ya que según los expertos la doble vacunación es un factor que puede aumentar significativamente la inmunidad contra el coronavirus, aunque si el mismo adenovirus (Vector) se utiliza en las dos dosis el sistema inmunológico comienza a protegerse y empieza a rechazar el contenido de la segunda inyección, por lo que el segundo vector del Sputnik V es diferente al primero y de esta manera resuelve el problema. En respuesta a las numerosas críticas vertidas sobre el número insuficiente de voluntarios para probar la vacuna, los científicos rusos recuerdan que sus pruebas se hicieron en la fase I y II con cuatro veces más número de voluntarios que la vacuna de Oxford- AstraZéneca. Los científicos rusos también están demandando que se publiquen los datos oficiales que demuestren la eficacia a largo plazo de las vacunas basadas en adenovirus de chimpancés (AstraZeneca), de la que no hay experiencia alguna o ARNm (Moderna), así como la ausencia de riesgos cancerígenos y de efectos sobre la fertilidad, en su utilización. Y también dicen que sería bueno saber por qué AstraZeneca insiste en las cláusulas de exención de responsabilidad por efectos secundarios indeseables. En el acuerdo firmado por este laboratorio y la Unión Europea esta última ha tenido que suscribir un seguro.

Ahora resulta que la semana pasada, la Administración de Alimentos y medicamentos de EEUU (FDA) anunció la posibilidad de utilizar los “registros acelerados” de las vacunas candidatas, en las condiciones epidemiológicas actuales, o sea, sin necesidad de realizar la fase III de ensayos clínicos en decenas de miles de voluntarios. Y las autoridades británicas también hablan de la misma posibilidad, pero sólo de aquellas vacunas que hayan demostrado eficacia y seguridad. ¿Cuáles serán?

En contestación, los científicos rusos aseguran que la única tecnología que cumple con ambos requisitos es la basada en vectores adenovirales humanos, pues ha quedado demostrado su seguridad mediante numerosos estudios a lo largo de varias décadas.

Mientras tanto, aquí se inician pruebas con la china Sinopharm, a años luz de los laboratorios punteros del concierto mundial y con serios cuestionamientos en los productos que comercializa.

Moraleja: Celos y envidia quitan al hombre vida.

Así sea. EL VIGÍA.