Opinión

XXV Domingo del tiempo ordinario.

“La Viña del señor”:

Mt 20, 1.16.

Jesús sigue diciéndonos en parábolas la profundidad de la llamada en el Reino a trabajar en su viña. Todos somos llamados a colaborar con Jesús en la implantación de la civilización del Amor que tiene a Cristo, el dueño de la viña como Señor y Maestro. ¿Cuál es la enseñanza de esta parábola que, cuando no se explica bien, hacemos a Dios injusto y caprichoso?

  1. El amor y la preocupación del Señor por su viña que es su pueblo y cada uno de nosotros. Quiere que se trabaje para que se dé fruto y fruto abundante. Se mata por su viña.
  2. En su humildad Dios siempre cuenta con cada uno de nosotros para llevar adelante la obra de la creación, de la redención, de la santificación. Por eso va llamando. Sale a las plaza convoca a todos a cualquier hora del día. A todos les paga a su tiempo.

La parábola nos sitúa en diferentes horarios para contratar; al amanecer, al mediodía y al atardecer. A todos les paga con un denario. La recompensa de quien sigue a Cristo es el mismo Cristo como recompensa. Los primeros esperan más que los últimos, que no habían llevado el peso de la jornada.

  1. Cuál es la moraleja, la enseñanza más profunda para que nos quedemos con la copla y nos hagamos al Señor caprichoso e injusto. Sencillamente lo que dice al final. ¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? Es la bondad de Dios que siempre y a cualquier hora y momento cuenta con nosotros para trabajar en su viña. No compararnos con nadie. Vivir en el agradecimiento de su bondad sabiendo que Dios siempre cumple sus promesas.

+ Francisco Cerro Chaves Arzobispo de Toledo Primado de España