Con ocasión de la inauguración de dos obras que se ejecutan con recursos que ha presupuestado la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, el último fin de semana su Directora Ejecutiva, Amalia Moreno Vizcardo, anunció que el año próximo se estarán invirtiendo un promedio de mil millones en obras en toda nuestra región.
Se trata, sin lugar a dudas, de un anuncio ambicioso, atractivo para los ancashinos y con visos de envidia para los pobladores de otras regiones, pues hablar de mil millones equivale a tratar de cosas mayores, y, en gestión pública mucho más.
Sin embargo, la máxima representante de Reconstrucción con Cambios mete en este mismo saco no solo a los proyectos que viene ejecutando en convenio con los Municipios provinciales o distritales, sino a los proyectos que se han aprobado bajo el mecanismo de gobierno a gobierno, aquel que se aprobó en los primeros meses de esta pandemia y cuyo proceso de selección favoreció al Reino Unido.
De allí que es fácil entender cómo es que las cifras son sumamente generosas, pues los proyectos que ya se han puesto en marcha y los que llegarán de los convenios de gobierno a gobierno forman parte de la rehabilitación y reconstrucción que se ofreció al país hace más de tres años atrás, luego que se presentara el fenómeno del Niño Costero y sembrara mucha destrucción y dolor en varias regiones.
Justamente, son estos proyectos tan esperados y reclamados los que se han iniciado esta semana en el distrito de Nuevo Chimbote y otros de la provincia del santa, aquellos que se ofrecieron con afán populista unas semanas después de los estragos de la naturaleza y que fueron utilizados por los gobernantes de turno para hacer escarnio de los resultados de otras gestiones, como aquella del gobierno aprista con ocasión del violento terremoto en Pisco.
Por entonces, el gobierno aprista creó un organismo denominado FORSUR, que respondía a las siglas de Fondo para la reconstrucción Integral de la Zona Afectada, y cuya actuación quedará para el olvido en la medida que se apelaron a los mejores cuadros políticos y empresariales, empero, después de 10 años fue muy poco lo que se había hecho, por el contrario, el escándalo de corrupción, se constituyó en el pan de cada día.
Justamente, esto dio lugar a que el actual gobierno decidiera crear una comisión para atender la emergencia del Niño Costero y para diferenciarla de aquella, que decían fue el mal ejemplo para el país, decidieron denominarla autoridad para la Reconstrucción con Cambios, con este último acicate que la haría diferente porque se trataba de un organismo que se caracterizaría por su eficiencia y gran capacidad.
Sin embargo, pasaron los años y la cosa parecía tener ese mismo cariz, incluso, a despecho que el gobierno había aprobado los requerimientos de las zonas más afectadas, es decir las ciudades costeras del norte el país, autorizando la aplicación de más de 3 mil millones de soles para los proyectos planteados.
Empero, como en antaño, existía el dinero pero no la suficiente capacidad como para emprender las obras que la población reclamaba con desesperación, en otras palabras, era “más de lo mismo”, las mismas taras, las mismas raíces burocráticas, los mismos y perniciosos tecnicismos, a pesar que habían transcurrido más de 10 años y, se supone, existen mejores mecanismos tecnológicos a los que se podían apelar.
Lo cierto es que recién a estas alturas se vienen encaminando esos proyectos, han transcurrido más de tres años y medio, lapso en el cual los damnificados han debido soportar las carencias e incomodidades en los colegios, carreteras e infraestructura que destruyó el Niño Costero.
De todas maneras, como dice ese conocido proverbio, más vale tarde que nunca, de allí que las obras de la reconstrucción con cambios son bienvenidas pues no solo llenarán ese vacío que dejó los estragos de la naturaleza, sino que en estos tiempos difíciles y complicados por la pandemia del covid 19, representarán una buena alternativa para la falta de trabajo que ha crecido como consecuencia de la emergencia sanitaria.