Opinión

PROMOCIÓN CÓSMICA EN EL TRAPECIO DE LA IDEA

Por: JUAN TERUEL F.

Colegio Nacional San Pedro 8.10 A.M. esa mañana aquel salón de construcción precaria, por un lado cubierto con una cortina de tocuyo, era teatro de una clase interesante; el profesor, mediante la siguiente formula en la pizarra.

Expuso a los alumnos del 5° año, la velocidad que requiere un proyectil para enviarlo de la tierra a la luna, es decir el planteo de una ecuación que comprende todas las condiciones y elementos del problema. Aquella formula de Julio viene para hallar la velocidad inicial del proyectil para sustraerse a las leyes de la gravedad y colocarlo en el punto neutro donde se equilibran ambas atracciones, dejó a los estudiantes de la Promoción 1955 como se dice: en la luna

Por lo bajo “Mister Loqui” Castrejón pregunto a su compañero de por lo bajo “Boyo Bazán: Compadre que significa esta receta.

– Compadre un eclipse oscurece mi mente y no puedo ver el lado opuesto a la luna, respondió su compañero.

– El profesor Marco León matemático por antonomasia sus enseñanzas eran bien compresibles, sin embargo esta ecuación sobre balística nos paso en el anti teatro galáctico, sin podernos aferrar al trapecio de la idea, y como hacer? Si recién Rusia y EE.UU. pugnaban por colocar el satélite artificial en la conquista del espacio.

Enmarcando sus pobladas cenas encaró a su discípulos y recorriendo la vista con su mirada aquel tenso ambiente estudiantil con su regla señaló Galarreta y nominando al alumno sentenció léame los guarismo de esa ecuación.

El aula tenia a olor a tiza, pero se respiraba física y matemática.

Empezó el “Huaco” Galarreta, para despegar como un astronauta la nave de sus pensamientos se quedó en las nubes, frente a la pizarra.

Nuestro instrumentes comprendiendo que su discípulo había quedado “frente a la luna” como aviador de pájaro cocho. Llamo al “flaco” Sifuentes, a quien los guarismos le resultaron jeroglíficos que, ni desarrugando el pergamino hubiera podido comprender a los egipcios.

El maestro construyendo sus músculos faciales por el disgusto, aludió enfático: ¡Caramba¡ que pasa, se le ha sustraído la inteligencia, o no les gusta mi curso. Hubo un silencio y en ese lapso, alzó la vista recorrió con la mirada la posible excepción. Algunos encogieron ante el temor a la pregunta; mas el profesor señaló al que buscaba Jorge García.

El Benjamín de la sección se puso de pie, encaminó hacia la pizarra con reflexión serena, cuyos ojos denotaban en su rostro claro, la suficiencia del alumno estudioso, pues era hijo del Dr. Alberto García Fernández, Director del plantel.

El mas joven de los discípulos empezó a leer la fórmula de la pizarra, aludiendo: esta ecuación nos dice que: la mitad de V elevado al cuadrado, menos V sub cero, elevado al cuadrado es igual a G, multiplicado por R, dividido por X, menos 1, mas M’, partido por M, multiplicado por R, dividido por D menos R.

El protagonista del curso, aprobando la exposición del alumno, acoto: como ustedes han visto, para quien sabe leer e interpretar estos signos, es el lenguaje más claro y más lógico para resolver una ecuación.

Seguidamente, a fin de hacer más didáctica su explicación, llamó a Michelson, otro alumno estudioso. Al acercasre Michelson a la pizarra, el maestro sugirió: ¿Puede usted continuar?

– Si, como no, respondió el estudiante y abocándose al tema expreso: esto quiere decir la mitad de V elevado al cuadrado, menos V sub cero elevado al cuadrado es la formula que nos da la media variación de la fuerza viva.

– ¿Por qué? Acoto el profesor.

– Porque D,  es la distancia que medía, desde el centro de la tierra hasta el centro de la luna.

– Entonces, eso quiere decir. Planteó el maestro

Michelson, estudioso en la materia respondió: Porque es preciso tomar los centros para calcular las atracciones.

– Magnifico, lo felicito: arguyó el profesor como la clase seguía al hombre de las matemáticas, prosiguió con los guarismos de la formula en la pizarra; aludiendo: R es el radio de la tierra, M prima, la masa de la luna.

– Si la atracción es proporcional a la masa, hay que tomar en cuenta la masa de los cuerpos atrayentes.  hizo un alto en su explicación, dio media vuelta y nominó a Merino.

– Merino, un alumno brillante con aspiraciones a los estudios de Ingeniería, al apersonarse, el profesor aludió si podía continuar la explicación.

– El discípulo en su salsa dijo: G, representa la gravedad, la velocidad adquirida al cabo de un segundo por un cuerpo que cae a la superficie de la tierra.  X, representa la distancia variable que separa al proyectil del centro de la tierra y V, la velocidad con que dicho proyectil recorre esa distancia.

– Finalmente, la expresión V sub cero, representa la velocidad que lleva el proyectil al salir de la atmosfera; porque ese es el punto donde debe calcularse la velocidad, que ya sabemos, la que tiene al partir; equivalente a tres mitades de la que lleva al salir de la atmosfera. Es decir, cuando el proyectil llego al límite de la atmosfera terrestre había perdido una tercera parte de su velocidad inicial.

– ¡Si lo entiendo que me ahoguen! se escuchó el exabrupto de “Lechuza” en el intervalo que se produjo entre el protagonista de la clase y su discípulo.

– Ante la sorpresa de todos sin perder su aplomo el profesor adujo: traigan una cuerda y lo colgamos del travesaño mas alto. Cuando usted sienta el espasmo del estrangulamiento va a comprender que M prima, la masa de su cuerpo esta sujeta al punto X, donde tiene el nudo en la garganta, si G que representa la gravedad lo atrae, en dos segundos dará tres pasos al vacío y finish quedara colgado.

– Profesor, interrumpió “Machetón” Capurro, estudiante con aspiraciones a la abogacía al decir: si fuera de noche se salvaría.

– ¿Por qué no de día? Inquirió el maestro.

– Porque “Lechuza” es ave nocturna, tras reír la ocurrencia la clase cambió de giro.

– “El Chino” Gozzer con su gracia festiva lanzó la pregunta: profesor geométricamente podría cubicar a “Cholón”.

Refiriéndose a una mole de carne de ojos achinados que lo electrocutaba con la mirada. Intuyendo la pregunta el actor principal de la clase aludió: tratándose de geometría del espacio, tenemos los cuerpos de revolución, de que cuerpo se trata: un cilindro, cono o esfera, Gozzer, mirando de reojo a “Cholón” expresa digamos un sólido engendrado por la revolución de un triángulo.

Usted se refiere al cono – cono – arguyo el profesor – añadiendo de paso ¿Cuáles son sus medidas?

– Una masa con levadura de 1.90 de estatura y un caballo de fuerza.

– Sencillamente diremos que el caballo de fuerza es, un condensador y la estatura su longitud de ondas, tan largas como sus brazos que, con sus manos cerradas de un directo con el izquierdo o un derechazo al mentón, lo van a dejar sin habla, por ser tan bocón.

– En eso sonó la campanilla, dando fin a la clase y, al tiempo que el maestro se retiraba.  “Gallo” Diaz con su chispa adelantada, señalando con el índice la espalda del “Gordo” Gallegos, pregunto: profe y a Pichón de elefante ¿podría cubicarlo?

– Eso es imposible el, ya el, ya es la cuadratura del círculo hecho humanidad.

– Una carcajada general inundado el ambiente y todos salimos contentos al recreo.