Opinión

OPINION REITERADA

Por: CPC SERGIO AGURTO FERNANDEZ

HABLEMOS DE LA ONP

El tema de la jubilación, es un eterno problema de difícil solución y siempre estará en la agenda ciudadana, porque compromete el futuro del trabajador en su etapa post laboral, por lo que se hace impostergable darle inmediata solución, para despejar el fantasma de la mendicidad, que acecha en la etapa más difícil de la vida: la vejez.

Quienes por razones de la edad o por el quehacer diario, sufren la alteración de las horas de sueño, es difícil que no estuvieran conectados con la información diaria, en la que destacan las quejas por las míseras pensiones que perciben los jubilados, sin que nadie se sensibilice y se les haga justicia con un incremento en las pensiones, ya en el ocaso de la vida, de la que pronto habrán de despedirse; lastimosamente el sistema está diseñado así de malvado, sin existir ninguna solución a la vista.

Hasta antes de la aparición de las AFPs, era el Estado el que tenía el monopolio del sistema previsional, a través de las instituciones que se fueron alternando en el tiempo: y, precisamente la ONP, es la “cereza del pastel”, que hasta ahora mantiene su “reinado”, avasallando a cuanto trabajador tenga la desgracia de caer “en su reino”, para estar sujeto a los topes en las pensiones que “su majestad” los impone.

Cuando un Gobierno inicia su gestión, siempre orbitan como satélites los llamados “tecnócratas”,  que están a la caza de algún vínculo laboral y son gente que jamás pisaron tierra y desconocen, por ejemplo, que la vida se acorta cuanto más duras son las tareas manuales, por lo tanto ensayan con ellos soluciones equivocadas, respecto a los problemas laborales del país, sin que los gobernantes tengan el suficiente criterio como para darle una inteligente valoración a la procedencia de los consejos, como lo referido a la ONP, que tiene una terrible connotación social, que nos avergüenza por los efectos desastrosos en la vida del jubilado.

Siempre se ha considerado al Estado como la “madre del cordero”, en el entendido de que cuántas comisiones se han formado para plantear reformas del sistema previsional, todas han fracasado, y esto porque equivocaron de perspectiva, al considerarlo como parte activa en la solución de los problemas con terceros (trabajadores). Tampoco se le puede considerar como una mega beneficencia pública, cuando las ideas escasean como para encontrar  soluciones a tantos problemas que nos corroe; bien sabemos que la creación de un fondo de jubilación, es una tema de exclusiva competencia del mismo trabajador y no del Estado, cuyo papel en estos casos tiene que ser la de un “árbitro”, cuando se perciban acciones irregulares en la administración del fondo. La jubilación no se puede regalar, sería un imposible jurídico pretender hacerlo, no es un problema social como sí lo es “Pensión 65), es un derecho inherente a la condición de ser un trabajador, que se va gestando a lo largo de la vida laboral.

A la luz de los hechos se puede asegurar que, los creadores del sistema previsional público, fueron tan ineptos, que no tuvieron la precaución de disponer la individualización  del pago de los aportes mensuales, para que se pueda identificar a cada propietario del fondo, era lo elemental. No se proyectaron que a futuro una data de tal magnitud, tendría que ser imprescindible para el tratamiento financiero del fondo previsional, como  cuando hay que calcular la pensión que tiene que percibir un  jubilado en base a su fondo acumulado, sin topes mínimos ni máximos; pero sí se podría responsabilizar al Estado por del usufructo de un dinero ajeno, sin el retorno ni del capital ni de los intereses, cuya sanción sería el pago de los reajustes (aumentos) de las pensiones, en función a los índices de la inflación.

En honor a la verdad, los fondos acumulados por cada trabajador no alcanzan para financiar las pensiones por todos los años que le toca vivir, después de los 65 años de edad. Para graficar este detalle, tomemos como ejemplo a un trabajador que pasa al retiro con 65 años de edad, con un sueldo plano de 4,000 soles en los 30 años (360 meses) de aportes (aporte 520 x 360 meses= 187,000

+ 100,000 de intereses aprox. = 287,200 de fondo acumulado), con expectativa de vida de 85 años de edad, o sea convirtiéndose en 20 años de pensionista (de los 66 hasta los 85 años). Planteado el supuesto y visto desde dos frentes, tendremos: 1) Pensión pagada con el tope actual de S/. 893.- El jubilado aportó S/. 287,200- y cobró S/. 250,040- de pensión (pensión S/. 214,320 + S/. 35,720 de gratificación), pierde S/. 37,160- que no lo podrá recuperar, salvo a que viva hasta los 88 años de edad, y 2) Pensión pagada sin tope (S/. 4,000-) Este jubilado aportó S/, 287,200- y cobró S/. 1´120,000-, o sea con un déficit de S/. 832,800- que el Estado lo tendrá que asumir, porque el fondo del trabajador (S/. 287,200-) sólo alcanza  para financiar 5 años de pensión, nada más. Si mensualmente aportó S/. 520- (13% de S/. 4,000-), no pretenderá cobrar S/. 4,000- de pensión. Claro todos desean que la pensión sea más elevada, y para lograrlo sólo existen dos caminos: 1) Aumentar el porcentaje de los aportes, del actual 13% a más; comparable, por ejemplo, con los aportes de los trabajadores de la 20530 que aún quedan, son del 27%, y 2) Subvención estatal

El Congreso de la República aprobó una ley, disponiendo el retiro de los aportes de la ONP hasta por S/. 4,300- para los que dejaron de aportar más de un año, aunque en teoría es de suponer que el dinero  está en la ONP y no habría problema para que se devuelva, no solo este monto, sino todo lo que tenga acumulado; seguramente se esgrimirá como excusa para no devolverlo, que todo está en el “Fondo Solidario”. Bueno, ese es un problema que el Estado lo tendrá que resolver, y no le queda otra que devolver, tan igual como en tantos otros casos, ocasionados por la ineptitud de los funcionarios mediocres, y tenemos como ejemplo, ahora último, lo que tendrá que pagar a las empresas operadoras de los peajes, que son como ocho, por haber dejado de cobrar los peajes, en mérito a una ley aprobada por el Congreso y que después fue declarada inconstitucional por el TC; por lo pronto una empresa ya calculó su pérdida y que asciende a más de 15 millones de soles, ¿Los señores Congresistas responderán por su esperpento legal?, claro que no; y seguramente ya vendrán más desatinos de los eufóricos padres de la patria, y también de las incongruencias administrativas y judiciales que las hay por doquier.

Al jubilado no se le puede seguir ilusionando con falsas expectativas respecto a sus fondos previsionales, que terminarán por deprimirlo, hay que decirle que la ONP está quebrada, ya colapsó, plata no hay; el aportante activo tiene que saber que con la actual tasa del 13% que paga, cuando su jubile no podrá aspirar a tener mejor pensión de lo que actualmente paga la ONP, de igual manera el jubilado tendrá que saber que, probablemente su fondo  acumulado, ya se agotó y no hay dinero para los reajustes (aumentos) pensionarios, y como siempre el Estado tendrá que seguir respondiendo por los errores garrafales que cometen sus funcionarios, sin que a ellos nada les pase.

La mejor alternativa en este tema, es crear una nueva institución previsional que no dependa financieramente del Estado, pero que ofrezca mejores beneficios a los trabajadores, sacándolos del anonimato para convertirlos en empresarios ¿Cómo así?, cuando los aportes se conviertan en acciones tan pronto se depositen al banco y le generen dividendos, aparte de la rentabilidad de las aportaciones, es decir creándose un “Banco Previsional”. Recordar, cualquiera que sea la solución del problema, necesariamente tiene que pasar por el incremento de la tasa de los aportes, elevándolo a más del 13%, sino es así, todo seguirá igual. Ahora para que el banco pueda funcionar, de la nada y sin patrimonio inicial, se tendría que firmar un convenio con el Banco de la Nación, aprovechando su infraestructura, para que cumpla las tareas de agente financiero, hasta que el banco logre consolidarse  empresarialmente. Hecho esto, estamos seguros que ya no se escucharán las voces lastimeras de las personas mayores, que a través de instituciones  incompetentes (ONP y AFP), le arrebataron la esperanza de soñar con un mañana mejor, para no desfallecer por las míseras pensiones que tuberculizan a cualquiera.