A lo largo de estas dos últimas semanas el club José Gálvez se ha visto envuelto en una disputa no precisamente deportiva sino más bien un tanto bochornosa, en la que aparece como su contendor una persona que, ni más ni menos, ha sido presidente de la institución.
En efecto, una parte del terreno de propiedad del club, donde se tiene proyectada la construcción de una gran infraestructura deportiva, es reclamada como suya por el empresario Josué Noriega Ravelo quien, como se recuerda, presidió la institución en el periodo del 2014.
Como es habitual en este tipo de contiendas y aunque afortunadamente la sangre no amenaza con al río, el reclamante ha hecho colocar una caseta de material provisional en la parte del terreno que, según él, le pertenece. Su abogado ha declarado a la prensa que este hecho es una prueba de la legalidad que asiste a su patrocinado.
Por su parte, los dirigentes y la defensa legal del club han exhibido documentos de Registros Públicos que demuestran la inscripción legal del terreno a nombre de la institución deportiva, y también reclaman para ésta la titularidad jurídica del predio.
Como es de esperar, van a tener que ser las autoridades judiciales quienes finalmente establezcan a cuál de las dos partes le asiste la razón. Salvo que sin necesidad de llegar a esos extremos, ambas partes arriben juiciosamente a una conciliación y asunto arreglado. Que es lo que todos deseamos.
Ello no obstante, este inesperado conflicto no deja de producir más de una desazón. Y no solo entre los miles de hinchas del bien amado Club del Pueblo, sino también en toda la población. Cualquier enfrentamiento entre miembros de esta institución, que es uno de los referentes de Chimbote, constituye una amenaza para la armonía, la buena imagen y el fortalecimiento institucional.
Ya bastante tenemos con soportar más de los días los zarpazos de una pandemia que nos está arrebatando a muchos amigos y seres queridos como para tener que añadir a todo esto la angustia de una lucha con innecesario sabor a fratricidio. Lo que el club José Gálvez y los chimbotanos necesitamos hoy más que nunca es unión, fortaleza espiritual y deseos de seguir adelante.
Precisamente con respecto a esto último se han escuchado varias voces haciendo una invocación a la reflexión a las partes en conflicto. Una de ellas corresponde al ex alcalde de Coishco don Jesús Castillo Mestanza quien dicho sea de paso conoce mucho de deporte. En términos más que cordiales, el “Chino” Mestanza ha dicho que, si el señor Noriega demuestra que efectivamente es el propietario del terreno en disputa, bien podría donarlo al club de sus amores. Con eso no estaría perdiendo nada. Al contrario. Con un desprendimiento de esa magnitud, el señor Noriega se estaría ganado más bien el reconocimiento de toda la colectividad. Y razón no le falta.
En disputas como ésta, jamás existe un ganador o un perdedor. O todos ganan, o todos pierden. Y aquí lo que se quiere es que gane Chimbote. La infraestructura que tiene planificado levantar el club José Gálvez va a servir para que las nuevas generaciones disfruten de un escenario del que no gozaron sus padres.
De eso va a depender en gran medida el fortalecimiento de la mentalidad ganadora y consecuentemente de la capacidad competitiva que todos deseamos para nuestros hijos, nuestros nietos y demás descendientes.
Los triunfos del José Gálvez son también un triunfo para Chimbote.