Opinión

LA O.N.P. EN CUIDADOS INTENSIVOS

Por: CPC SERGIO AGURTO FERNANDEZ

Definitivamente el Estado tiene que desligarse del negocio previsional, es una actividad económica que corresponde estar en el ámbito del sector privado, exclusivamente. Se utiliza a la ONP como ventanilla de pago para las pensiones de jubilación, cuyo financiamiento proviene de dos fuentes: 1) Aporte de los trabajadores y 2) Subvención estatal.

La ONP prácticamente nació quebrada, porque se creó sobre los “escombros” financieros de otras entidades que la precedieron; heredó más pasivos que activos, representado por un cúmulo impresionante de cesantes y jubilados de las leyes 18845, 19990 y 20530. Si se hubiera efectuado controles individualizados de los aportes de cada trabajador, comprobaríamos que los fondos previsionales acumulados en la ONP, no llegarían a financiar la propia pensión de jubilación de cada uno de ellos, que se esfumaron por el manejo político que se le dio: 1) Reducción del mínimo de años de aportación, no alcanzando para obtener cuanto menos una pensión mínima, pero igual cobran, en claro perjuicio económico para la ONP; 2) Afiliación indiscriminada de nuevos trabajadores; 3) El no cierre de la Ley 19990, tan igual como se hizo con la ley 20530; todo esto complicándose con la elevación de la expectativa de vida que está arriba de los 75 años de edad.

Pero también con la aparición de acciones nocivas  atentatorias contra la estabilidad económica del sistema: 1) Prácticas delictivas de mafias que trafican con expedientes fantasmas para obtener jubilaciones indebidas, y también casando a jubilados solteros muertos, con mujeres solteras vivas, para conseguir delictuosas “pensiones de viudez”, 2) Expedientes de jubilación con récord laborales fantasmas otorgadas por empresas inexistentes, con la complacencia de los inspectores encargados de validar tales documentos.

Pese a existir topes en las pensiones que fluctúan en un rango de S/. 500.- y S/. 893.-, para el gran universo de trabajadores les resulta bastante atractivo la afiliación en la ONP, en razón de que se tiene garantizada percibir una pensión de por vida, sin importar cuál sea el fondo individual acumulado.

Aquí, como es de suponer, el sistema piramidal propio de estos casos, no funcionó; los aportes mensuales de la gran base de trabajadores activos no llegan a financiar la abultada planilla de los pensionistas, y la cobertura del déficit corre por cuenta del Estado, sin que este sea un aporte generoso, sino más bien es una forma de resarcimiento por la apropiación de los fondos previsionales, consumado en décadas y por gobiernos pasados.

Tenemos que entender que es el mismo trabajador y no el Estado, el que tiene que asegurar su futuro pos laboral, recurriendo a los sistemas previsionales existentes en el mercado, sin esperar las dádivas filantrópicas del Gobierno; para que ello ocurra, se hace necesario promover la aparición de imaginativas formas de administrar los fondos previsionales, para que no se siga viendo a la ONP como una disimulada forma de programa social.

El Estado no puede auto flagelarse económicamente ante su impotencia de no poder crear un sistema previsional sólido, que se sustente en la autofinanciación, por lo que no debe asumir pasivos laborales ajenos, porque más adelante no habrá presupuesto que lo sostenga, ante el colapso de las finanzas públicas de aquí a unos 20 o 25 años, por el decaimiento del PBI a falta de productos exportables.

Hay una idea que está rondando y que valdría la pena repetirla, cual es  promover la creación de un “BANCO PREVISIONAL”, con las siguientes características: 1) La cartera de accionistas estará conformada por trabajadores que perciban rentas de 4ta. Y 5ta. Categoría; 2) Los aportes mensuales automáticamente se convertirían en acciones luego de su depósito al Banco; 3) Con doble beneficio para el trabajador: como aportante por la rentabilidad de las inversiones y como accionista por la utilidad que se obtenga anualmente; 4) Sin el pago de comisiones a la entidad que administre los fondos 5) Respaldo financiero a los aportantes-accionistas para promover la creación de actividades micro empresariales y ampliar con ello la base tributaria; 6) Despolitizarlo, no permitiendo que sirva de refugio o de albergue laboral de los clásicos políticos que trafican con influencias; 7) Cada trabajador cuando se jubile, percibirá una justa pensión en proporción a su fondo acumulado; 8) La no participación del Estado transfiriendo fondos para nivelar las pensiones mínimas obtenidas; 9) Al término de su vida laboral, el trabajador podrá retirar el 100% de su fondo, sin ninguna restricción, si así lo estima pertinente, o continuar como accionista del Banco. Poniendo en práctica todas estas acciones, se tendrá asegurado el éxito de un producto “Made in Perú”.

La ONP ya colapsó desde tiempo atrás y no se le puede pedir más porque no dispone de suficientes recursos propios, va a llegar el momento en que ya no habrá dinero para el pago de las pensiones, ante el colapso de la fuente estatal. Por eso todo reclamo de devolución de aportes, en las actuales circunstancias, resulta inviable, debiendo ser el Gobierno, una vez más, quien tenga que asumir estos compromisos, por los errores garrafales de los altos funcionarios que no supieron diseñar un buen sistema previsional.

Ahora, si proyectamos el pago de pensiones para los jubilados que llegaron a vivir hasta los 75 80  85 o 90 años de edad, que llegaron a percibir sueldos de 630.- y 2,500.-, tendremos a dos percibiendo una pensión mínima de 500.- soles, pero causando  un forado en las arcas de las ONP de 20,280 45,200  70,080 y 94,980, respectivamente, por el agotamiento de su fondo individual; y a otros dos con una pensión máxima de 930.- soles, causando un forado de 37,260  88,680 y 140,100, por igual motivo.

Pero también pierden los trabajadores una buena parte de su sueldo, por la aplicación del tope en las pensiones (S/. 893-), cuyo exceso de sueldo pese a que sí aportó al sistema, fue considerado como sueldo no pensionable. Como se ve, con los topes establecidos más pierde el trabajador que el Estado, y esto no puede seguir así, algo se tiene que hacer para remediarlo. El jubilado no tiene por qué pagar las consecuencias de la impericia o de la ineptitud de los funcionarios encargados de este tema; la solución está en la sugerencia planteada en un acápite anterior, cual es la creación de un “Banco Previsional”.

No es posible que, así como están dadas las cosas, el jubilado tenga que seguir “rumiando” su impotencia ante la imposibilidad de tener una ancianidad digna y auto sostenible, para no tener que esperar de los hijos el “milagro” de un auxilio económico para sobrevivir.

Lo ideal sería que todos los peruanos, con empleo formal e informal, tengan acceso a la jubilación, para no pensar en incorporarse a algún programa social y ser una carga más para el Estado. En el caso de los informales se debe obligar la bancarización de la retribución que perciba de sus clientes, a fin de quedar automáticamente retenido y depositado en su cuenta personal, un porcentaje pre establecido, canalizado a través del “Banco Previsional”.