Editorial

::: CHINECAS ¿AL BORDE DEL AUTO CANIBALISMO? :::

Desde hace tres meses un buen número de trabajadores del Proyecto Especial Chinecas está soportando el drama de no poder cobrar sus haberes, situación que tarde o temprano amenazaba con presentarse, pero, aún así, nadie ha hecho nada por evitarlo.

Desde luego éste no es un hecho aislado. Forma parte de un destartalado engranaje burocrático y pone en evidencia la incapacidad congénita del Gobierno Regional  de Ancash en lo que a gestión pública  y relaciones humanas se refiere.

Se puede afirmar que esta nueva versión de la desgracia encarnada en la gestión pública regional, nace con el mismo proyecto Chinecas  hace treintaicinco años; pero el 19 de julio del 2007,  ingresa a una etapa de descomposición irreversible. Ese día el ex presidente aprista Alan García Pérez firmó la Resolución Suprema 051-2007 PCM, que dispuso la transferencia del proyecto Chinecas, de las manos de INADE a manos del Gobierno Regional de Ancash.

Los hechos se han encargado de enrostrarnos que esta bendita transferencia jamás se hizo siguiendo una estrategia de desarrollo regional o nacional; ni tampoco con la voluntad sincera de convertir a Chinecas en una realidad. Solo se trató de una simple demagogia política para endulzar los ánimos del momento.

Lo que en realidad quería Alan García era sacarse de encima el tema de Chinecas, para no seguir cargando la culpa de su postergación. No olvidemos que fue al inicio de su primer gobierno, en septiembre de 1985,  cuando él mismo se encargó de mandar al tacho el proyecto Chinecas para poder favorecer la ejecución de Chavimochic. Eso ya no es un secreto para nadie.

En el 2007, durante su segundo gobierno, Alan García tuvo la oportunidad de deshacerse definitivamente de Chinecas. Para suerte de él, el entonces presidente regional de Ancash César Álvarez Aguilar recorría plazas y calles solicitando a viva voz la transferencia del proyecto de irrigación, asegurando tener en sus manos la varita mágica para llevar a cabo su inmediata ejecución.

Sin pensarlo dos veces y sin necesidad de acudir a una consulta técnica valedera, fiel a su estilo de hacer las cosas al caballazo, el ex mandatario aprista atendió a ojos cerrados el pedido del ex mandatario regional. Si un político demagógico es un peligro para la sociedad, imagínense lo que puede significar la unión de dos políticos demagógicos.

Tan pronto como Chinecas pasó a manos del gobierno regional de Ancash, el proyecto de irrigación empezó a caminar como el cangrejo. ¿Qué más podía esperarse de una decisión ciega y apresurada?  A partir de ese momento, tanto los recursos económicos como el aparato administrativo de los que disponía Chinecas, pasaron a convertirse en caja chica de las actividades políticas que más de los días realizaba el ex presidente regional.

De Chinecas salía el dinero para financiar la compra de polos, gorras, refrigerios, la contratación de vehículos y el pago de propina a la gente que participaba en estas actividades. Gran parte del dinero que el Ministerio de Economía y Finanzas enviaba para la realización de estudios y proyectos técnicos, se utilizaba en financiar marchas y concentraciones políticas.

No contento con eso, el ex presidente regional también hizo de Chinecas una agencia de empleos. Muchas de las personas que trabajaron en sus campañas electorales pasaron a engrosar las planillas del proyecto irrigador. Y lo mismo hicieron los demás gobernadores que le sucedieron.

A ese paso, las planillas de Chinecas se fueron inflando poco a poco hasta que la plata ya no alcanzó para pagar tantos sueldos, como lamentablemente acaba de suceder.

En un desesperado intento por detener con las manos lo que ya es una avalancha, se está planteando utilizar el dinero de cuentas de inversión para pagar planillas, pero eso ahora está penado. El dinero del Estado destinado a la inversión no puede ser utilizado para incrementar la burocracia. Eso sería incurrir en auto canibalismo.