Editorial

::: RESPUESTA CORRECTA :::

A raíz del anuncio  oficial hecho por el Ministerio de Educación respecto al reinicio de clases presenciales a partir del próximo lunes 19, el director  de Educación del gobierno regional de Ancash, Mag. Marco Flores Blas, ha expresado su total disconformidad con dicha disposición.

En su argumentación tras una reunión para analizar el problema, el funcionario regional ha dejado en claro que, para poder reiniciar las clases presenciales en las instituciones educativas de Ancash, “las condiciones aún no están dadas”. Para ser más explícito, señaló  que en este preciso momento la pandemia se encuentra en una etapa tan agresiva que, reunir a los alumnos en un salón de clases o hacer que compartan actividades grupales, sería exponerlos a una fuente de contagio altamente peligrosa. Y razón no le falta, la nueva variante del virus está atacando indistintamente a adultos, jóvenes, niños y adolescentes, con  mayor incidencia en casos de conglomerados.

Pero algo que el director regional de Educación no incluyó en sus declaraciones pese a que guarda estrecha relación con  el tema, es el fracaso del programa nacional “Aprendo en Casa” que hace un año puso en marcha el gobierno central y que en el caso de Ancash no ha obtenido mayores resultados, a tal punto que se mantiene en condición de intrascendente.

A pesar de su multimillonario costo y de la enorme campaña publicitaria con la que se puso en marcha, el programa “Aprendo en Casa” no resultó ser ninguna solución al problema educativo que surgió a raíz de la pandemia, ni tampoco ha significado un aporte a la calidad educativa como prometió el ministerio de Educación. Por el contrario, desde el momento que se ofreció no desaprobar a nadie, el programa ha obligado a los alumnos a una especie de relajo generalizado. Todos sabían de antemano que, aprueben o no aprueben las asignaturas, de todas maneras iban a pasar de año.

No se sabe porqué, pero en vez de asumir  directamente la conducción del programa como todo el mundo esperaba, el ministerio de Educación encargó su responsabilidad a dos ONG de procedencia extranjera. No hace falta ser adivino para concluir que el desconocimiento de la realidad nacional por parte de estas instituciones privadas y la falta de seguimiento por parte de los organismos del estado, contribuyó a ese fracaso.

Confundir la realidad que viven  los alumnos de áreas urbanas y residenciales, con la que enfrentan los niños de zonas semi urbanas y rurales, es por ahora el peor error en el que se puede incurrir. A eso se atribuye los miles de problemas que surgieron a la hora  del reparto de las tablet y de enlace con las redes de internet en las zonas rurales. Las diferencias resultaron abismales. Se diría que los niños peruanos sirvieron como conejillos de indias.

A más de un año de su apresurada puesta en marcha, las clases remotas no han obtenido ni remotamente los resultados que el gobierno ofreció y que el país esperaba con ansias.

Es posible, como se afirma en el sector magisterial, que la decisión de reiniciar las clases presenciales, coincidentemente en las zonas rurales, obedezca a otro fin muy bien calculado. Gracias a esta disposición, los responsables del programa “Aprendo en Casa” podrían  lavarse las manos de toda responsabilidad y no cargar con la culpa del daño que han ocasionado a la tarea educativa.

En tal virtud, cuando el director regional de Educación de Ancash aseveró que aún no es el momento de reiniciar las clases presenciales, sus palabras representan una respuesta correcta.