POR: GERMÁN TORRES COBIÁN
Las autarquías no son buenas bajo ningún concepto, pretexto o fin. Las autarquías económicas practicadas por políticos chauvinistas han causado verdaderos estragos en sus pueblos. No es menos nefasta la autarquía cultural porque priva a las naciones de los aportes del pensamiento mundial y del sentido universal y humano del arte y la literatura. Se entiende la producción cultural de cada país, región o pueblo, pero hay que condenar la petulancia cultural patriotera, provinciana y pueblerina. Allende nuestras fronteras existen creadores extraordinarios con infinitas posibilidades de colmar nuestra hambre de conocimientos culturales. Sólo es preciso que nos preocupemos por aprender la sana costumbre de frecuentar las bibliotecas para tenerlos a nuestro alcance. Y ahora, con la magia de Internet, el asunto es más sencillo. Notas como la presente, solo deben entenderse, pues, como un intento de ofrecer al lector simples pinceladas biográficas y menciones de obras de algunos autores que han cimentado la cultura planetaria. La profundización en la vida y obra de estos grandes artistas y literatos demanda un mayor esfuerzo por parte de los lectores.
No todos los buenos escritores o poetas tienen la suerte de ser reconocidos plenamente en la misma época en la que desarrollan su creatividad. Charles Baudelaire fue un poeta puro y fundamental del siglo XIX, uno de los pocos que fueron reconocidos en su tiempo, mientras su vida transcurría en medio de penurias. El autor de “Las flores del mal” nunca pudo adaptarse a la sociedad que le tocó vivir. Detestaba la mediocridad burguesa de su siglo, la sufría y se quejaba dando muestras de rebeldía en sus poemas. Verlaine, Rimbaud y Mallarmé, entre otros, recogieron el legado de Baudelaire, “poeta maldito” que intentó escandalizar a la burguesía parisina con sus versos y actitudes irreverentes. Paul Verlaine, en su libro de ensayos “Los poetas malditos”, retrató a esto como “desiguales dentro de la sociedad, teniendo vidas trágicas y entregados con frecuencia a tendencias autodestructivas; todo esto como consecuencia de sus dones literarios”. El empleo de la frase “poeta maldito” se difundió después “para referirse a cualquier poeta que, independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida, especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan las normas establecidas (tanto las reglas del arte como los convencionalismos sociales) y desarrollan un arte provocativo”.
En estos días se conmemora los 200 años del nacimiento de Charles Baudelaire, poeta, crítico de arte y traductor, que nació el 9 de abril de 1821 en París, ciudad donde pasó casi toda su vida y donde llevó una vida bohemia desde muy joven. Bebía y frecuentaba prostíbulos: se cree que su relación con una prostituta judía llamada Sarah le acarreó la sífilis, enfermedad que fue la causa de su muerte, sucedida el 31 de agosto de 1867 a los 46 años.
La obra de Baudelaire incluye la prosa, la traducción y el drama; pero es universalmente conocida por su poemario “Las flores del mal” en el que el autor simboliza su lucha angustiosa con ese estado social en el que no se encuentra a gusto y muestra su intención de incordiar a esa sociedad. Cuando Baudelaire publicó en 1857 la primera edición de “Las flores del mal”, la crítica insidiosa de una revista la consideró “un atentado a la moral pública”; tuvo que suprimir seis poemas del libro por orden de un juez. Víctor Hugo se solidarizó con él y en agosto de ese año le comentó: “Tus flores brillan como estrellas”. Por su parte, la poetisa Nydia Lamarque, una de las mejores traductoras de Baudelaire al castellano, diría: “‘Las flores del mal’, poema majestuoso y terrible, espejo del cuerpo y el alma de las grandes ciudades, fue arrastrada ante los estrados de un tribunal y manchado en ellos”.
El autor de “Las flores del mal” fue admirador de E. A. Poe, a quien dio a conocer en Europa con la traducción al francés de una serie de cuentos reunidos en “Narraciones extraordinarias”. Baudelaire hablaba perfectamente inglés por su ascendencia materna. Para ahondar en la obra de Charles Baudelaire, su más completa biografía es de Claude Pichois y Jean Ziegler, editada en 1989 por la Institución Valenciana de Estudios e Investigación. Es un texto de unas 800 páginas y aborda su personalidad desde un punto de vista histórico y psicológico.
He aquí, de “Las flores del mal”, su poema XXIII: “Remordimiento póstumo”: “Cuando te hayas dormido, mi bella tenebrosa,/ al fondo de un sepulcro hecho de mármol negro,/y cuando solo tengas por alcoba y morada/ un panteón húmedo y una cóncava fosa;/ cuando la piedra, hundiendo tu pecho asustadizo/ y tu torso relajado por una deliciosa displicencia,/ impida que palpite tu corazón y ansíe,/ y que tus pies recorran tu carrera azarosa,/la tumba, confidente de mi sueño infinito/ (porque la tumba siempre comprenderá al poeta),/ en esas largas noches donde el sueño es proscrito,/ te dirá: ¿De qué te sirve, cortesana incompleta,/ nunca haber conocido lo que lloran los muertos?./ —Y el gusano roerá tu piel como un remordimiento”.