Editorial

LO QUE LE CUESTA AL PUEBLO LUCHAR CONTRA LA PANDEMIA

Cada familia con alguno de sus miembros  internado en un centro hospitalario luchando contra la epidemia del Covid 19, debe agenciarse de por lo menos mil soles al día para financiar el tratamiento médico y no correr el riesgo de perder la batalla. Ese es el costo de la compra de oxígeno, pastillas, ampollas y el pago de análisis de laboratorio, entre otros, que se necesita para ese tratamiento según el cálculo al que han arribado los propios familiares.

A este esfuerzo, que ya es bastante significativo, hay que añadir el pago de movilidad de los familiares que, a cualquier hora del día o la noche, no solamente tienen que salir en busca de medicamentos sino también pernoctar en los exteriores de los centros de salud. De los más de trescientos pacientes que se hallan internados en los hospitales La Caleta y Eleazar Guzmán Barrón, aproximadamente cien de ellos proceden de zonas alejadas de la región, muchos de los cuales no tienen amigos ni familiares en Chimbote. Como se puede colegir, lejos de sus lugares de origen estos últimos tienen que verse obligados a multiplicar gastos y esfuerzos.

Esta angustiosa vicisitud que decenas de hogares tienen que afrontar diariamente, es en realidad una guerra silenciosa; una batalla costosa que está arrasando implacablemente la economía de estos hogares, cuyas consecuencias inexorables por ahora son impredecibles. Esta guerra no estaba en los planes de nadie pero ahora convive con todos. La mayoría de los hogares involucrados están virtualmente dejando de comer para poder curar a sus enfermos. La vida del paciente es algo que no tiene precio.

Algunas familias, que en medio de la angustia aceptan conversar a manera de consuelo, reconocen no tener mayores problemas para agenciarse del dinero que demanda esta lucha por la vida y la salud. No obstante, la mayoría, si los tiene y debe afrontar la situación asumiendo toda clase de  esfuerzo y sacrificio.

Muchas de las familias, que han llegado al extremo de quedar sin trabajo, tienen que realizar polladas y otras actividades apelando a la solidaridad de amigos y vecinos. Pero la peor parte le toca vivir a las familias de las zonas rurales, quienes tienen que vender sus enseres y si es necesario empeñar parte de su patrimonio, con tal de ver de regreso a sus seres queridos. El drama creado por la pandemia no se compadece de nadie.

Hace unos días, por ejemplo, la planta de oxígeno del hospital regional, recientemente instalada, tuvo que reducir  su capacidad de generación debido a fallas en su funcionamiento. Este percance obligó a dejar de atender el requerimiento de este insumo medicinal por parte de otros centros de salud.

Por otra parte, hemos tomado conocimiento que el presupuesto que envía el gobierno central para la lucha contra el covid 19, el mismo que es administrado por el gobierno regional de Ancash, no cubre la compra de muchos medicamentos ni el pago de servicios clínicos complementarios, que son indispensables para el tratamiento de los pacientes. Si así fuera, la economía de estas familias no seguiría perjudicándose.

Mientras tanto, hay algo que las autoridades del gobierno regional podrían estar considerando para dentro de unos días. El proceso de vacunación bien podría empezar con los familiares de los pacientes afectados por el covid, indistintamente de la edad o el grado de vulnerabilidad que posean. Ya que han estado expuestos al contagio, es posible que mantengan esa condición, razón suficiente para ser inmunizados en primera instancia.

Cueste lo que cueste, la lucha contra la pandemia no debe tener tregua.