Opinión

SEMBLANZA POST ELECTORAL – PRIMERA VUELTA

Por: CPC SERGIO AUGUSTO AGURTO FERNANDEZ

El proceso electoral para elegir un nuevo gobierno para el quinquenio 2021-2026, ha terminado en su fase eliminatoria (11-04-2021 1ra. Vuelta), dejando sinsabores entre los 18 ilusos participantes, que apostaron por el premio mayor de esta codiciada lotería: La Presidencia de la República. Al respecto, quienes ahí participaron, algunos con candidaturas reiteradas, pecaron de un exceso de optimismo sabiendo que la suerte les seria adversa, pero tercamente insistieron en lo mismo, con los resultados que ahora conocemos.

Los participantes en este evento electoral, alucinaron estar en un mundo de fantasía, alentados por las prerrogativas que brinda el cargo para quien lo ejerce, con motivaciones de: 1)  Enriquecer la hoja de vida; 2) Para satisfacer su ego personal, propio de una persona adinerada; 3) Buscar la prescripción de los delitos cometidos, con la dilatación de los procesos judiciales; 4) Para no perder la inscripción del partido ante el JNE, porque sus fundadores viven de él.

Es obvio que toda campaña electoral es inaccesible para cualquier mortal que no disponga de recursos propios, y la gran mayoría de los que candidatearon, no lo tienen, pero para saciar una desmedida ambición, lo más probable es que más de uno, haya “hipotecado su alma al diablo” (Financistas de campaña). Ojo con ellos, porque un mandato así de precario, siempre estará plagado de corrupción, empezando por el pago de favores políticos ya sea con empleos o con favorecimiento en las licitaciones. Además, los planes de gobierno de estos fervorosos candidatos, son como una medalla de doble cara, en una se enarbola un programa que compatibiliza con las necesidades del pueblo y que es puro espejismo, y la otra es la verdadera “hoja de ruta” que se va a ejecutar. Esto no nos debe de extrañar porque así funciona el “negocio”; quienes ganaron una elección siempre nos dieron “gato por liebre”, y todos contentos, o casi todos, y esto como consecuencia de que asomos pésimos electores.

Debemos de tener en cuenta que en un país de régimen democrático, como el nuestro, la voluntad dictatorial del Presidente de la República muchas veces se queda en el deseo, generalmente ese egocentrismo no trasciende del ámbito palaciego, gracias al contrapeso político que ejerce el Congreso de la República. Quien quiera que sea el ganador en esta segunda vuelta, siempre reinará entre la población, la incertidumbre por no saber el destino que le espera al país, porque ambos candidatos carecen de un límpido “certificado de buena conducta” como para granjearse del beneplácito ciudadano.

Quién sabe si la ambición política de estos afortunados finalistas, haya sido la razón que los lleva a transitar por aquel intrincado laberinto llamado “poder”, del que ojalá pudieran salir airosos, sin sucumbir a las tentaciones materiales propias del cargo; si así fuera, luego de haber “ensayado” con gobernantes ubicados en puntos extremos: izquierda y derecha, francamente habremos fracasado como país, y sólo nos quedaría, digo yo, encomendarnos a un gobierno “teocrático” para convertir a este pedazo de suelo llamado Perú, en un verdadero  “paraíso terrenal”, donde podamos vivir respirando paz y tranquilidad.

No es de buen cristiano lanzar dardos  venenosos contra el ocasional adversario, tratando de sepultarlo políticamente, porque conductas así, es propia de personas desquiciadas que no admiten ser desplazadas en la preferencia ciudadana, mucho menos una derrota en las ánforas. Se debe desterrar el canibalismo político, o sea el mal arte de la mutua destrucción, donde la rivalidad perdura más allá de todo evento electoral, siendo un elemento nocivo y perturbador que no nos permite avanzar como país; en tales circunstancias necesitamos convocar de urgencia a San Martin de Porres, que por fortuna es peruano, para que venga a apaciguar los ánimos caldeados de estos furibundos ciudadanos.

Sin embargo eso no quita la necesidad de poner en evidencia las virtudes y defectos de aquellos dos candidatos en contienda, como que a diario transmiten los medios informativos. Claro muchos miles de electores no se sienten representados por ninguno de ellos, porque su candidato preferido quedó rezagado con posibilidades de pasar al olvido, entre ellos el del suscrito que ni siquiera logró pasar la valla del 5%, pero por alguno de ellos tenemos que votar, inevitablemente.

No solo hay que escudriñar la hoja de vida de los candidatos, sino también del entorno que lo rodea, porque detrás del telón suelen agazaparse siniestros personajes, que convenidamente pululan como satélites alrededor de un presidente electo.

Nuestra búsqueda de identidad, en este caso y al margen de las afinidades políticas, es obvio que  nos llevará a buscar con quien compatibilizamos más; por otro lado, sabemos que el Sr. Pedro Castillo no tiene partido propio, es el invitado de un partido que se ofreció como “vientre de alquiler”, porque el dueño de  la franquicia está impedido de candidatear, por lo que ya habían intenciones de hacer alianzas con otros partidos de similar ideología, pero no prosperó, de tal suerte que el candidato en cuestión exhibe un programa de gobierno, que al parecer no es el suyo, aunque se diga lo contrario. Pero como quiera que sea, el partido Perú Libre no tendría mayoría parlamentaria, en tal condición, difícilmente cualquier iniciativa legislativa que provenga del Ejecutivo podrá pasar los filtros del Congreso.

De la otra parte, la familia Fujimori alucina convertir el Perú en una monarquía con rasgos orientales, donde los cargos políticos se heredan, y todos sus miembros aspiran estar en la línea de sucesión, por “derecho propio”. Entonces preguntamos: ¿Habrá algún peruano cuerdo proclive a ser un vasallo del imperio Fujimori? El gobierno de la década de los noventa (1990-2000)  tenía más pasivos que activos por exhibir y que no hace falta detallarlos, cuyo lastre manchará el apellido por siempre. En este contexto los méritos y deméritos no son endosables a la descendencia que se pueda utilizar políticamente, esperamos que así sea.

La población ya maduró y despertó de su letargo, no es la misma de las décadas pasadas, ahora sabe manifestarse cuando siente que sus derechos son atropellados y es cuando se producen las marchas callejeras, por la frecuencia con que se dan, se diría que ya forman parte del paisaje urbano; quienes se plegan a estas marchas no son los estratos medios y altos, sino los llamados “ciudadanos de a pie”. Esto indica que la intención del voto tiene relación directa con la situación socio económico del elector, lo que hace presumir quien será el candidato ganador.

Ninguno de los dos candidatos debieron de haber pasado a la segunda vuelta, si hubiéramos votado con inteligencia, están ahí como resultado de nuestros errores y pese a existir 18 candidatos en competencia, sin embargo elegimos a los menos idóneos, así es que no nos quejemos por lo que pueda ocurrir el próximo 06-06-2021. En el supuesto de que más adelante se pretendieran dar medidas anti democráticas que colisionaran con los derechos ciudadanos o con la forma de gobierno, en verdad no nos debe de preocupar porque hay tres instancias que estarán vigilantes si se llegaran a quebrantar el orden establecido: El Congreso de la República, la Fuerza Armada, así no seamos militaristas y la “Juventud del Bicentenario”, que ya conocemos los antecedentes de su efectividad.

Al votar por el Sr. Pedro Castillo, dicen las voces interesadas, equivaldría arrastrar al país al despeñadero con la eliminación de los derechos humanos y democráticos, con la perpetuación en el poder de un régimen socialista, el aislamiento del país de la comunidad internacional. Las  inequidad que se percibe en las provincias y en los pueblos fronterizos, donde el Estado llega poco, o no llega, tiene como corolario su rechazo al orden establecido y exige cambios profundos en el sistema. Mientras que votar por la Sra. Fujimori equivaldría a premiar la rapacería de su antecesor que manchó la honra de todos los peruanos. Viciar el voto tampoco sería la solución, asumamos con dignidad nuestra condición de ciudadanos de bien. Meditemos en este difícil momento para la Patria.