Se han cumplido siete meses y medio desde que más de cuatrocientos comerciantes del mercado El Progreso fueron desalojados por la Municipalidad Provincial del Santa de un terreno que venían ocupando desde hace 40 años, el mismo que ha sido destinado para la construcción de un hospital.
A diferencia de otros desalojos que se han producido en Chimbote, al menos en los últimos veinticinco años, esta vez hemos visto con inocultable decepción que la comuna provincial no tenía prevista ni definida la habilitación de un terreno de contingencia donde reubicar a los comerciantes. Esta flagrante falta de previsión ha conllevado a la gestión edil a tomar una decisión grotescamente improvisada y de muy mal gusto, como es la utilización “provisional” de las instalaciones del Coliseo Paúl Harris, un ícono de la identidad deportiva y cultural de Chimbote.
A pesar del tiempo transcurrido, suficiente como para haber encontrado ya una salida sensata, que no cause más daño a la ciudad, hasta este momento no hay indicios de una solución definitiva ni de parte de los comerciantes ni de la comuna provincial. Todo indica que se ha optado por una situación de desgaste y conformismo, con el evidente riesgo de que el coliseo Paúl Harris, una donación que Rotary International hizo hace 55 años a la ciudad de Chimbote, finalmente termine convertido en un nuevo mercadillo informal.
Cuidado. Varios de los mercados que funcionan en pleno centro de la ciudad, han conseguido posesionarse en forma definitiva después de haber apelado al manoseado recurso de “uso provisional”. Sin duda, esa mala práctica constituye un mal precedente.
Igual de preocupante es lo que sucede con la anunciada construcción del hospital. Ésta, tal como se ofreció hasta el cansancio, debió empezar tan pronto como los comerciantes fueron desalojados, cosa que no se ha cumplido. Pero en vista que ninguna autoridad local ni funcionario del Estado ha vuelto a ocuparse del tema, a nivel de opinión pública ha empezado a fermentar más de una inquietud sobre el particular.
La primera de ellas tiene que ver con una razón fundamental. Se afirma que 600 metros cuadrados, que es el área del terreno desocupado, no es un espacio ni remotamente apropiado para la construcción de un hospital. Es obvio que este tipo de infraestructura requiere de un área mucho mayor.
Otra Inquietud se refiere al hecho de hallarse localizado el proyecto en medio de una zona densamente tugurizada y de difícil acceso, la misma que de ninguna manera puede considerarse apropiada para el funcionamiento de un gran centro de salud.
En medio de este estado de incertidumbre, desgaste y conformismo, pareciera que la actual gestión edil ha decidido esperar que los problemas de la ciudad se solucionen por si solos. Falta todavía año y medio para que culmine su periodo, pero está actuando como si ya estuviera de salida y, lo que es peor, dejando bombas de tiempo para que estallen en manos de la próxima gestión.
Esta manera de eludir responsabilidades y escapar de la realidad es igual que dejar escurrir el agua entre los dedos.