Opinión

LAS CARAS DE UNA MISMA MONEDA

(*) Mg. Miguel Koo Vargas

Existe una concepción equivocada y peligrosa de aquellas personas que consideran que estar en contra del comunismo, es aceptar implícitamente la corrupción como si se trataran de dos caras opuestas. Nada más lejano que la verdad. Tanto el comunismo, como la corrupción y el liberalismo son pecados, y, por lo tanto, son contrarios a la fe católica.

Primero, porque el comunismo/marxismo es ateo, niega la existencia de Dios, y considera que “la fe es el opio del pueblo” en palabras de Marx, un instrumento para manipular a las masas. Lo segundo, es porque toda acción pecaminosa tiene como antecedente una corrupción en el corazón y en el pensamiento. De ahí se desprende el robo, la manipulación, el engaño y todas las ramificaciones que conlleva. El liberalismo vendría a ser el sistema de pensamiento a través del cual se justifican las acciones, sin importar la moral, la doctrina de la Iglesia o los mandamientos de la Ley de Dios.

En una sociedad espiritualmente relativista, moralmente dimisionaria, y psicológicamente narcisista, que promueve a los “hombres exitosos” y a las “mujeres empoderadas”, es común encontrar ideologías que sumergen a las personas desde temprana edad, a una búsqueda constante del reconocimiento social, de la falsa autonomía del ser, y que es alimentada por una sed constante de acumulación de riquezas: la ambición del tener. Caminos desviados que el Dr. Iñaki Piñuel, denominó en su libro “Liderazgo Zero”, como los caminos de la falsa trascendencia.

Es en este contexto en que, estas ideologías y sistemas de creencias, aparecen como unas supuestas soluciones a todos los problemas que aquejan a la humanidad. Vertientes filosóficas inspiradas por hombres para acabar con la pobreza, la corrupción, la inseguridad, el miedo, etc. A pesar que estos modelos han fracasado estrepitosamente a lo largo de la historia en varios países en el mundo, y que han sido sumidos en la miseria, estas ideologías siguen vigentes en el presente, a través de un discurso camaleónico y asolapado que intenta engañar a la población para perpetrarse en el poder.

Este discurso radicalista no es algo que sea ha construido de la noche a la mañana. Para que haya calado en la población, y sea el principal motivo por el que un candidato comunista se encuentra en la segunda vuelta, se ha tenido que reforzar el mensaje como un “sound bite” que se repite y se ecualiza a través del tiempo. Se me viene a la mente el mensaje de “si nos tenemos que ir, nos iremos todos” o “mi gobierno le ha declarado la guerra a la corrupción” que repetía constantemente Vizcarra antes de disolver el Congreso el año pasado, direccionando el hartazgo de la población hacia un solo Poder del Estado y hacia unas cuantas bancadas políticas, como únicas responsables de la crisis que estamos atravesando.

Este odio casi unánime que tenemos los peruanos hacia la corrupción, y alimentado en los últimos años por el Gobierno de turno, ha sido el caballito de batalla que los comunistas han utilizado para construir su discurso político como los abanderados de la lucha anticorrupción y convencer a la población en el interior del país que, hoy por hoy, respaldan la candidatura de Pedro Castillo y su líder Vladimir Cerrón, irónicamente sentenciado por el Poder Judicial por delitos de corrupción.

Una persona con dos dedos de frente, se daría cuenta rápidamente que esta jugarreta viene de atrás, y está apoyada por una serie de personajes cuestionados que poco a poco van saliendo a la luz y siguen apoyando indirectamente la victoria de Perú Libre, inclusive dentro de la misma Iglesia Católica. Cardenales, obispos, sacerdotes y fieles que, en total contradicción con el Magisterio de la Iglesia, han manifestado su simpatía con una ideología atea e “intrínsecamente perversa”, según el papa Pío XI.

A lo largo de la semana pasada, han salido a la luz audios reveladores como el de Guillermo Bermejo de Perú Libre, en el que afirma que “si tomamos el poder, no lo vamos a dejar”, además de sostener que iniciarían un proceso revolucionario en el Perú. A pesar de las evidentes pruebas del peligro que representan estas propuestas para nuestro país, existe un grupo muy grande de personas que la aprueban, como si nunca hubieran vivido la época del terrorismo, de la hiperinflación o la estatización de las empresas. Sin ir muy lejos, si no les dijera nada el éxodo de casi cinco millones de venezolanos que caminan errantes por el mundo buscando sobrevivir.

Estamos a dos semanas cruciales de escoger entre el autoritarismo y la posibilidad de continuar en un país con democracia. Es urgente que usted como ciudadano interiorice la situación, y ponga de su parte en orientar a las personas que aún no han definido su voto, con argumentos sólidos y evidencias contundentes. Intentar convencer a un comunista/marxista es como querer hacerle la cirugía estética a un cocodrilo. Ni el cocodrilo la desea, ni se va a dejar, y quien lo intente se llevará un buen mordisco. El único camino que yo conozco para que una persona sea iluminada con la verdad, es el camino de la conversión, y esto es un don del Espíritu Santo que el Señor lo concede a los sencillos y pobres de espíritu. Pidámosle entonces que nos conceda esa gracia, sin olvidar que es su voluntad la que prevalece.

(*) Analista y asesor

de Comunicaciones