Editorial

::: ¿CICLOVÍA O VÍA CRUCIS? :::

Empecemos por dejar en claro que los periodistas no somos expertos en diseño ni ejecución de vías vehiculares, pero no por eso podemos pasar por alto la preocupación de la ciudadanía con relación a un tema que tiene que ver con el ordenamiento vial de la ciudad. Un tema cuya connotación ha despertado fundados temores e intranquilidad general. Nos referimos al proyecto de la ciclovía, que viene implementando la Municipalidad Provincial del Santa a lo largo del tramo de la prolongación Pardo comprendido entre el estadio Centenario y el límite con el distrito de Nuevo Chimbote.

La primera inquietud sobre el particular, tiene que ver no solamente con el lugar escogido para este proyecto, sino también con la modalidad técnica que se viene empleando en su ejecución. En primer término, no deja de preocupar que este tramo de la prolongación Pardo sea en este momento una vía de alta velocidad y congestión vehicular. Bajo cualquier criterio técnico, sobre todo de seguridad vehicular, este tramo no es precisamente el más apropiado para transitar en bicicleta. La instalación de un espacio público y recreativo por excelencia, requiere de otra ubicación. Para eso existen en la ciudad otros espacios disponibles, libres de tránsito vehicular y mejor ubicados.

En segundo lugar, y por donde se le mire, la llamada ciclovía no es más que una raya amarilla pintada en la pista, que encierra una franja de 1.5 m. de ancho. El problema está en que la franja que invade es asfalto y reduce el ancho de ambos carriles, haciendo aún más congestionado y peligroso el tránsito vehicular.

Repetimos, no hace falta ser un experto en sistemas viales para interpretar la preocupación de la ciudadanía ante la inesperada implementación de este proyecto. Apelando al sentido común, que suele ser el menos común de los sentidos, se advierte que  tal como está concebida, la ciclovía va a exponer la seguridad de quienes se atrevan a utilizarla. Todo espacio de esta naturaleza es una invitación para que los amantes del deporte y las familias en general disfruten de un ejercicio saludable y un momento de sano esparcimiento.

Una breve lectura al Reglamento Nacional de Vías, permite enterarse que las ciclovías deben ser construidas o habilitadas siguiendo al pie de la letra determinados criterios de fiel cumplimiento. Se recomienda que aquellas deben habilitarse por lo menos a medio metro por encima del nivel de la pista o, de lo contrario, estar protegida por una zanja. De esa manera el ciclista se mantendría protegido ante el eventual impacto de un vehículo mayor. Han sido criterios de este nivel de sensatez, por ejemplo, lo que obligó a replantear el tendido de la ciclovía de la Costa Verde, en la ciudad capital.

La única protección de la que dispone la ciclovia de Chimbote se limita a la colocación de adoquines señalizadores ¡de 5 centímetros de altura¡ y un conjunto de hitos de plástico de 50 centímetros, de los que se utilizan para señalizar el tránsito peatonal en los interiores de un centro comercial. ¿Puede este “cero de protección” garantizar la seguridad de quienes utilicen la ciclovía?

Lo que tampoco se sabe, al menos de buena fuente, es si la construcción de este proyecto, cuyo presupuesto supera el millón de soles, ha sido debidamente autorizado. No se sabe si cuenta con la aprobación del pleno de regidores o solamente es una buena ocurrencia del alcalde.

En este caso, roguemos para que imprudencia no venga de parte de la autoridad municipal. La culpa no es de quien rueda por el suelo, sino de quien lo empujó.

A propósito, ¿quién va a tener que cargar con la responsabilidad de los accidentes que podrían suceder en esta ciclovía?. Dios quiera que el proyecto no termine convertido en una vía crucis.