Editorial

GRA: ENEMIGO DEL PROCESO DE REGIONALIZACIÓN

La falta de pago de sus mensualidades por la que están atravesando en estos días los trabajadores del Terminal Portuario de Chimbote, confirma por enésima vez que en el caso de nuestra querida y bien amada región Ancash, el gobierno regional ha resultado ser no solo el peor ejemplo sino también el peor enemigo del proceso de regionalización.
Y esta no es ninguna exageración. En todo caso no existe otra manera de aceptar la realidad. Ya es hora de quitarnos la venda de los ojos y llamar a las cosas por su nombre, sin medias tintas. No podemos demorar más tiempo en tomar plena conciencia de lo que sucede a nuestro alrededor. La población ya está asqueada de tantas mentiras y falsas promesas.
El 31 de julio del 2013, cuando se produjo la transferencia del terminal, el gobierno central puso en manos del gobierno regional de Ancash una de las mejores herramientas capaces de generar desarrollo sostenido y verdaderamente descentralizado. Fue algo así como poner un tractor en manos de un agricultor.
Bien administrado, el terminal ha podido ser en este momento el motor de la economía regional y no tuviera porqué seguir siendo una carga del presupuesto nacional. Era la oportunidad que tuvo Chimbote para reflotar esta estratégica infraestructura y afianzar el movimiento de importación y exportación con todos los beneficios que esta actividad estuviera representando para la economía local, regional y nacional.
Pero en vísperas de cumplirse ocho años de su transferencia, el terminal ha perdido esa gran oportunidad, a tal punto que en todo este tiempo no ha sido capaz de dar un solo paso hacia adelante sino más bien muchos pasos hacia atrás. Si todavía subsiste a duras penas, no es porque el gobierno regional se preocupe siquiera en comprar nuevas amarras o instalaciones eléctricas, sino porque el dinero para cubrir éstas y otras necesidades, incluyendo el pago de los trabajadores, todavía sale de las arcas del gobierno central.
Por esa razón, todo requerimiento, así sea de un insignificante foco, tiene que pasar primero por las manos del gobierno regional en la ciudad de Huaraz, de donde recién es enviado a Lima. Una vez atendido el pedido, Lima envía la autorización a Huaraz para que a su vez de ahí la envíen a Chimbote. La vuelta al mundo en ochenta días. ¿Se puede llamar regionalización a este portento de burocracia?. ¿De qué capacidad de gestión podemos estar hablando?.
Atrás ha quedado la embustera promesa del famoso megapuerto, pues hoy por hoy el movimiento portuario de Chimbote ocupa el último lugar entre todos los puertos del litoral, incluyendo los puertos de nuestra amazonía. ¿De qué capacidad competitiva podemos estar hablando?. Para mayor desgracia, no existe ningún estudio, ni siquiera a nivel de pre inversión, que permita soñar con la modernización del puerto. ¿Con ello qué inversionista puede animarse a poner los ojos en Chimbote?
Como si esto no fuera suficiente, cada nueva gestión del gobierno regional no tiene reparos en convertir al terminal portuario en una agencia de empleos a favor de los allegados del gobernador de turno. Esta contratación de personal, innecesaria y sin sustento alguno, ha ocasionado el desequilibrio presupuestal y la falta de dinero para el pago de planillas al que estamos haciendo referencia.
¿No es eso acaso una manera de atentar contra el proceso de regionalización?. Con un gobierno regional como el que tenemos ¿para qué queremos más enemigos?.