Mg. Miguel Koo Vargas (*)
“Utilizabas a gente como yo. Nos decías que no teníamos futuro. Decías que teníamos que luchar por él. Nos entregabas una pistola y nos enviabas a que asesinásemos por ti”. Stuart Neville. (Los fantasmas de Belfast).
Detrás de un líder perverso se esconde una personalidad psicopática según el Dr. Robert Hare. Un individuo con un narcicismo crónico que disfruta del éxtasis que le produce el poder y el vasallaje de su entorno. Su único trabajo es vivir de su apariencia, del dinero, y por ello se encargan de todas las formas de cultivar, incrementar y perfeccionar su imagen a través del tiempo, llegando al punto de distorsionarla para poder obtener mayores réditos económicos. Los partidos políticos están llenos de este tipo de personalidades. Agrupaciones y movimientos en los que hallamos ideologías de todo tipo, sumidos en el miedo, las coacciones, los sacrificios de víctimas inocentes, la moral inexistente, las amenazas, las denigraciones sistemáticas a la dignidad de los miembros, los bandos y mandarinatos, las persecuciones, corrupción, padrinazgos y enfrentamientos del “todos contra todos” (crisis mimética).
Un ejemplo muy claro de este tipo de liderazgo tóxico lo vemos encarnado en ideologías como el chavismo, que se enquistó en el poder de Venezuela con base en mentiras y con base en un bombardeo sistemático de autopropaganda aberrante. El líder perverso, como Chávez, en la fase de seducción, como buen psicópata que es, se va a encargar de vender el paraíso soñado a toda una nación. Una verborrea populista “in extremis”, desde regalar títulos de propiedad, hasta subsidios por parte del Estado.
Conforme va pasando el tiempo, el gurú perverso empieza a dejar ciertas dudas sobre su comportamiento. El líder que se presentaba en un inicio carismático ahora se muestra muy irritable, ofensivo y violento contra la prensa, contra la oposición y contra todos aquellos que no comulgan con su pensamiento. El esfuerzo que le representa sostener su máscara poco a poco va minando su resistencia hasta dejarla caer y termina por presentar su verdadera naturaleza oscura ante el espasmo de todos los que creyeron en su treta.
Los líderes perversos que sumergen a naciones enteras en la miseria, son individuos carentes de norma moral interna y remordimientos. El despliegue de sus agendas encubiertas involucra a otras empresas, ONGs y gobiernos del mismo corte ideológico para apoyar sus aparentes proyectos bienintencionados, pero que en la realidad no son más que puras fachadas lucrativas. Algunas de las maniobras típicas de su gestión son los ajustes de balances, evasiones fiscales, estafas, lavados de activos, sobredimensión de presupuestos, y delitos de corrupción en todos los niveles de gobierno.
¿Cómo reconocer a estos individuos y dejar de elegirlos como autoridades?
Los líderes tóxicos se presentan siempre ante la gente como falsos profetas. Grandes visionarios capaces de salvaguardar la seguridad del país, a través de sus cualidades especiales, habilidades innatas y capacidades extraordinarias que solamente él posee y puede proporcionar. Posee la fórmula mágica capaz de asegurar el éxito de quienes la consuman. Sus historias de éxito aparente siempre están enmarcadas en épicas narraciones de superación y grandilocuencia, dejando entrever siempre la sensación de haber sido un niño prodigio y/o víctimas del sistema.
Por otro lado, se presentan como chivos expiatorios ante la opinión pública. Los demás confabulan, “le envidian sus logros”, su inteligencia, etc. Son manipuladores compulsivos. Sus formidables capacidades de encanto y seducción la ponen siempre al servicio de sus intereses. Son doctores en charlatanería, nadie puede resistirse a su gran carisma (solamente en la fase de seducción), lenguaje corporal y “originalidad”. Sus discursos presentan agujeros negros en sus versiones. Su verborrea es una carcasa cuidadosamente adornada pero hueca en lo profundo. Siempre hay algo que no termina de encajar y no guarda relación con algunos antecedentes. Sus argumentos se contradicen, pues sus conocimientos sobre las materias son muy superficiales y carentes de profundo análisis profesional. Por lo general, viven del trabajo de los demás. Tienen una gran capacidad para convencer a otros a que trabajen para él de manera voluntaria, sin retribuir el esfuerzo desplegado.
Los registros progresivos de sus carreras son inexistentes, simplemente salieron de la noche a la mañana entre bombos y platillos. Todos los logros que presentan son impresionantes hazañas merecedoras de un gran epitafio sobre su tumba. Su nivel es mediocre en el fondo, pero saben disimularlo con la sobredimensión de sus capacidades. Despertar del dominio, del singular carisma y del trance hipnótico que nos envuelve la retórica luminosa de un líder perverso es muy difícil, pero necesario si no queremos vivir los sobresaltos políticos de siempre, teniendo en cuenta las elecciones a gobiernos regionales y municipales que se avecinan.
(*) Asesor de imagen y comunicaciones