Editorial

::: OTRA GRAN HERENCIA DE LA CORRUPCIÓN :::

Desde hace 11 años siete gobernadores, entre titulares y suplentes, han ocupado el trono del Gobierno Regional de Ancash, mientras que por la Municipalidad de Coishco lo han hecho tres alcaldes. Sin embargo, a lo largo de todo este valioso tiempo el Gobierno Regional no ha sido capaz de concluir la construcción del coliseo cerrado de ese distrito y, lo que es peor, pareciera no tener el menor interés en hacerlo.

Igual que  otras tantas obras inconclusas y abandonadas, que bien pueden llenar las páginas de un cuaderno completo, el coliseo de Coishco se mantiene no solamente como un vergonzoso  monumento a la desidia y la incapacidad sino también como otra  gran herencia de la corrupción.

Ante el beneplácito de la población que creyó ciegamente en las palabras del entonces presidente regional  César Álvarez Aguilar, la construcción del coliseo se inició en abril del año 2011 con un presupuesto de 7 millones de soles y con la firme promesa de entregarlo al servicio de la comunidad antes de un año. Hasta ahí, todo parecía marchar a las mil maravillas.

Sin embargo, el 5 de julio del 2012, fiel a su estilo,  César Álvarez Aguilar y su esposa Milagros Asián, apadrinaron la ceremonia de inauguración sin importarle para nada que aún faltaba ejecutar el 30 por ciento de la obra. Antes que cumplir con las normas técnicas y legales, primero estuvo su incontenible afán de ganar aplausos y acaparar las primeras planas de los medios de comunicación.

Pero ahí no queda todo. Demostrando una vez más su pernicioso menosprecio por la normatividad y el respeto a la palabra empeñada, el ahora encarcelado ex presidente regional se salió con el gusto de apadrinar la inauguración a pesar que el alcalde de Coishco de aquel entonces, don Jesús Castillo Mestanza, se negó a firmar el acta de conformidad y recepción de la obra.

No cabe duda que el ex alcalde hizo lo correcto. De haber recepcionado el coliseo en la condición en que se hallaba, Álvarez y el gobierno regional se habrían lavado las manos y hubieran eludido toda responsabilidad, en tanto que la Municipalidad de Coishco estuviera cargando hasta hoy un muerto de la categoría peso pesado.

Como no se podía esperar otra cosa, a lo largo de los diez años que ya lleva en el más completo abandono, el coliseo ha  sido objeto del desmantelamiento  por parte de los amigos de lo ajeno y gente de mal vivir. La grifería y la mayólica de los baños, lo mismo que de otros ambientes, ha sido arrancada a martillazos y la misma suerte han corrido las instalaciones eléctricas.

Observar los pasadizos interiores, convertidos ahora en un inmundo basural, es motivo de una incontenible vergüenza y indignación. En medio de esta calamitosa situación no deja de ser un insulto a la memoria del pueblo de Coishco la placa recordatoria que aún se mantiene en una de las paredes, donde los padrinos celebran pomposamente la inauguración de una obra inconclusa. Se calcula en 3 millones y medio de soles la inversión que se requiere para concluir la obra y reparar los daños.

Tal como lo informó ayer el DIARIO DE CHIMBOTE, por enésima vez y tal como lo han hecho sus antecesores, el alcalde de Coishco Abel Sánchez Cruz ha solicitado al Gobierno Regional de Ancash la conclusión de esta obra, pero también por enésima vez el gobierno regional prefiere hacerse  el desentendido. No obstante la gran cantidad de empleados que engrosan sus planillas, ni siquiera es capaz de contratar un vigilante para que evite mayores daños al coliseo. ¿Se puede llamar a eso desarrollo regional?