Si la gestión del alcalde Roberto Briceño continúa realmente dispuesta a escuchar la voz del pueblo y gobernar de la mano con él, como ofreció hasta el cansancio en su campaña electoral, entonces esta es la oportunidad para que le demuestre a la ciudad de Chimbote que por lo menos de su parte existe dicha predisposición.
Bajo ningún argumento se puede negar la realidad. El anuncio de destruir la sala de arte del Palacio Municipal para construir en su reemplazo una controvertida Plataforma de Atención Ciudadana, no ha hecho sino generar en la ciudadanía un sentimiento unánime de rechazo e indignación. Nadie está de acuerdo. Mal haría entonces la gestión del alcalde Roberto Briceño en colocarse una venda en los ojos y hacer oídos sordos ante a este clamor.
Si, como se afirma, la intención es trasladar la sala de arte a un lugar más amplio y cómodo, lo correcto hubiera sido que primero se construya o habilite el referido lugar y recién entonces se proceda a realizar el traslado. Sin ir muy lejos, eso sucedió con el desalojo de los ambulantes que durante treinta años ocuparon los alrededores del Mercado Modelo. Primero se construyó el centro comercial Los Ferroles, luego se les empadronó y recién se procedió a reubicarlos. La lógica se ha cansado de recordarnos que no se puede poner la carreta delante de los caballos.
No entendemos por eso cómo algunos funcionarios de la actual gestión municipal han salido a justificar lo injustificable con argumentos que no convencen ni a un bebé de pecho. Y qué lástima que ni ellos mismos estén seguros de lo que afirman. Tan es así que sin convencer a nadie han hablado de hasta tres alternativas dónde trasladar la sala de arte: la ex estación del ferrocarril, el bulevar y el Centro Cultural. Más improvisación y más falta de seriedad no puede haber detrás de todo esto.
Con todo el respeto que nos merece la investidura de la Municipalidad Provincial del Santa, creemos que dichos funcionarios son los menos indicados para supuestamente salir en defensa de este traslado. Ellos están ahí no solo porque reciben un sueldo de la comuna sino porque el alcalde Roberto Briceño así lo ha ordenado. ¿Cómo entonces van a opinar en contra de él?. Ni locos.
Posturas como esa, en vez de hacerle un favor lo único que hacen es perjudicar la imagen del alcalde porque al final es él quien personifica a la corporación edil. Lo que al alcalde necesita son asesores que le digan la verdad, particularmente cuando las papas queman y es necesario salir a poner el pecho. Para eso no se requiere de funcionarios que solo sepan decir “chicheñol”.
Si no nos equivocamos, todavía estamos a tiempo de evitar que el daño se produzca. Ya bastante tenemos con algunas obras inconclusas y mal ejecutadas. ¿Para qué más enfrentamientos, que a nada bueno conducen?. ¿Tan difícil es aceptar y corregir un error?.
El alcalde tiene a su disposición el apoyo y la buena voluntad de los colegios profesionales, instituciones, grupos artísticos e intelectuales, que no van a cobrar ni un sol por sus ideas y sugerencias. ¿Por qué no escuchar a la ciudadanía?. El problema creado en torno a la Sala de Arte necesita con urgencia de una buena salida.