Editorial

::: LA CAMISETA DE ÁNCASH :::

En este mismo espacio periodístico hicimos la misma invocación un día después de confirmarse el resultado de las elecciones del pasado 10 de abril. A cuarenta días de haber juramentado el cargo y asumido sus funciones, los cinco congresistas de Ancash han anunciado que van a elaborar una agenda de trabajo orientada a impulsar proyectos y gestiones a favor de nuestra región y, lo más destacado, es que se han comprometido a hacerlo en forma conjunta. Uno para todos y todos para uno.

Al término de la primera reunión que han sostenido con miras a lograr este esperanzador propósito, los parlamentarios ancashinos han adelantado que la agenda que se han propuesto compartir contempla un total de treintaicuatro  proyectos y gestiones. Se habla de los temas básicos de educación, salud, agricultura, pesquería, turismo, saneamiento y producción entre otros, que como es lógico alimentan una gran expectativa. Si hay algo que todos los ancashinos venimos reclamando desde hace mucho tiempo es precisamente el impulso de estas actividades y no nos equivocamos cuando afirmamos que hace rato las condiciones están dadas.

Desde nuestro modesto entender y tomando como punto de referencia lo ocurrido en estos últimos años, no estaría demás que los señores y señoras congresistas consideren la posibilidad de consolidar estos proyectos y gestiones en tres y quizá hasta en cinco grandes propuestas, todas ellas concretas y factibles. A veces no por abarcar demasiado, se logra lo anhelado.

Para que los proyectos dejen de ser un sueño y se conviertan en realidad todos sabemos que se requiere de una gran dosis de voluntad política y eso es precisamente lo que Ancash espera de ellos. Muchos proyectos, como Chinecas y la modernización del puerto, se han visto frustrados y ni siquiera han llegado al intento por falta de dicha dosis.

A propósito de política, no se puede desmerecer el gesto de los cinco congresistas ancashinos en el sentido de despojarse de sus respectivas camisetas partidarias para colocarse una misma, la camiseta de Ancash. Ojalá que pudiera quedar atrás para siempre esa mala costumbre de aprovechar cualquier coyuntura para buscar protagonismo personal y jalar agua a su propio molino. Si se coloca los interés de Ancash por encima de los intereses políticos y personales, quiere decir que estamos frente a una nueva realidad.

Todo esto, desde luego, no tiene porque distraer y menos descuidar una de las principales obligaciones de todo parlamentario como es la labor de fiscalización. Si hay algo que en los últimos años le ha hecho un daño desastroso  a Ancash es justamente la falta de fiscalización. Varias de las comisiones que se han formado en el Congreso de la República para investigar los actos de corrupción del gobierno regional de Ancash, más han tardado en instalarse que en hacerse los desentendidos. Los mismos congresistas ancashinos que integraron estas comisiones, al final pusieron las manos al fuego y terminaron blindando a los investigados.   

Debido a ese blindaje, la mayoría de los gobernadores regionales están pagando actualmente sus deudas con la justicia y no por obra de la fiscalización parlamentaria sino gracias a la labor de investigación del ministerio público.  En ese sentido, bastante harían los cinco nuevos congresistas si logran que Ancash descienda del segundo lugar, después de Lima y Callao, o mejor aún, desaparezca del ranking en el que aparecen las regiones más corruptas del país.

Quedan por delante cinco años que pueden ser grandiosos o infortunados para Ancash. En mucho, eso dependerá de que la agenda promovida por nuestra representación  parlamentaria se convierta en una herramienta de trabajo y no sea otro canto de sirena. Buena suerte.